El T-Roc Cabrio es uno de los descapotables más recomendables para llevar gente en las plazas traseras. Estas son razonablemente amplias en dirección longitudinal (la batalla del T-Roc Cabrio es 4 cm mayor que el T-Roc normal), los respaldos tienen una inclinación en la que se viaja cómodo (lo habitual es que vayan verticales o casi) y, con la capota puesta, hay espacio suficiente para que la cabeza no quede cerca del techo si se tiene una altura de hasta metro noventa.
Los ocupantes de las plazas delanteras no encuentran muchas diferencias respecto a un T-Roc normal salvo las relativas al techo. El aspecto del salpicadero es el mismo y tan solo un par de botones adicionales entre los asientos revelan que hay algo distinto. Uno de estos botones es el que acciona la capota (imagen): si se pulsa hacia abajo se pliega, si se tira de él hacia arriba, la coloca; puede que tenga su lógica, pero yo me he equivocado muchísimas veces (tiraba para que la capota hiciese el mismo movimiento hacia atrás). El otro botón sirve para accionar las cuatro ventanillas al unísono. Si se pulsa una vez, cuando están subidas, las delanteras bajan automáticamente; para que las traseras también lo hagan, hay que mantenerlo presionado.
El acceso a las plazas traseras es muy sencillo con el techo quitado porque se puede entrar de pie, sin dificultad. Si está colocado, requiere un poco más de agilidad. En cualquiera de los dos casos, hay que adelantar el asiento delantero tirando de la palanca que hay en el extremo superior del respaldo (imagen) y después hacer fuerza para desplazarlo. En el caso del asiento del pasajero, basta con deshacer el movimiento para que recupere su posición; en el del conductor, hay que volver a ajustar la distancia respecto a los pedales.
Tras pulsar el botón de plegado, las ventanillas descienden unos pocos centímetros y la cinemática del techo comienza su coreografía para plegarlo tras las plazas posteriores. El proceso termina unos diez segundos después cuando, tras volver a subir las ventanillas, suena un pitido y aparece un mensaje en el cuadro de instrumentos. La capota queda a la vista, no la oculta ninguna pieza (imagen).
Esta operación se puede realizar con el coche en movimiento si circula a menos de 30 km/h. Una vez comenzada, la transformación continúa salvo que la velocidad se incremente por encima de unos 37 km/h, en cuyo caso el proceso se interrumpe. Poder accionarlo en marcha es una ventaja dado que en ciudad no requiere detenerse en ningún momento.
Cuando el coche está aparcado, la capota también se puede retirar desde el mando a distancia del coche pulsando consecutivamente un par de veces sobre el botón de apertura.
El maletero tiene una boca de carga más pequeña que un T-Roc normal dado que el portón ha sido sustituido por una tapa. La capacidad de carga sufre una merma considerable —de 455 litros a 280—, tanto por la distinta configuración del maletero para dejar espacio a la capota, como por la presencia de refuerzos en el chasis (imagen) y de los dos arcos de seguridad que van ocultos en la carrocería (emergen automáticamente cuando la centralita del coche detecta riesgo de vuelco).
Es menos volumen del que ofrece un BMW Serie 2 (335 litros), el único descapotable de cuatro plazas que mide entre 4 y 4,5 metros, pero hay espacio es suficiente para meter un par de maletas de las permitidas en la cabina de un avión y algunos bultos que no tengan una estructura rígida (por ejemplo, mochilas o bolsas de lona).
Bajo el piso del maletero hay un espacio preparado para llevar recogido el paravientos (imagen). Este elemento reduce las turbulencias que perciben los ocupantes delanteros e inutiliza las plazas traseras para llevar personas (imagen). Bajo él sí se puede colocar algo de equipaje (que hay que llevar bien sujeto). Se instala con facilidad insertando los cuatro tetones que tiene en sus respectivos alojamientos y queda perfectamente encajado también entre el respaldo y los apoyacabezas traseros (hay que subirlos un poco para colocarlo). La parte vertical del paravientos (tiene forma de L) se puede abatir manualmente para que moleste menos al mirar hacia atrás, aunque su rejilla a mí no me ha supuesto un problema en este sentido.
El T-Roc está en venta desde desde 30 955 euros, pero los materiales de recubrimiento son los propios de un coche más asequible porque no se encuentra ninguno que sea blando al tacto. La información de las dos pantallas —una hace de cuadro de instrumentos y la otra es la táctil del sistema multimedia— se lee sin excesivos problemas cuando se circula descapotado y hace sol.