El Volkswagen Passat CC tiene el aplomo propio de los coches grandes pensados para viajar. Con la suspensión de amortiguación variable (opcional) hay una diferencia grande entre los programas de funcionamiento «Sport» y «Comfort». Con el programa «Sport», la suspensión del Passat CC pierde gran parte de su capacidad de absorción y transmite el estado del firme con nitidez a los ocupantes, algo que ocurre en mucha menor medida en el modo «Comfort».
La diferencia de comodidad entre los dos programas me ha parecido mucho mayor que la que hay en estabilidad, por lo que el programa «Sport» sólo me parece interesante si se va a conducir a un ritmo muy rápido por una carretera con el asfalto es perfecto estado.
Hay un tercer programa de la suspensión, llamado «Normal», con un nivel de dureza intermedio entre los otros dos, y que no tengo claro cuál es su utilidad. Si se quiere comodidad hay que recurrir obligatoriamente al programa «Comfort», mientras que si se quiere reducir en todo lo posible el balanceo el que hay que elegir es el «Sport».
Incluso cuando está seleccionado el programa de menor firmeza, la suspensión reacciona con sequedad ante las irregularidades que provocan un movimiento vertical de la carrocería muy rápido —por ejemplo, un cambio de asfalto con desnivel—.
Con la opción de la suspensión variable, la asistencia de la dirección también cambia según el programa seleccionado —mayor oposición al giro con el modo «Sport», más suave con el «Comfort»—.
En las carreteras de muchas curvas, el Passat CC también es satisfactorio si lo que se quiere es un coche estable y con buen tacto. En cambio, quien busque un coche con cierta agilidad, como puede ser un Mazda6, se sentirá decepcionado porque el Passat CC no la tiene. A un ritmo rápido es fácil entrar en la curva, pero una vez que está fuertemente apoyado, lo normal es que subvire mucho. No me ha parecido que los neumáticos den poca adherencia, más bien se debe a que el eje trasero no ayuda de ninguna forma a redondear la curva. En un Passat Berlina es relativamente fácil conseguir un deslizamiento de las ruedas traseras al ahuecar o frenar en una curva cerrada. Esto es prácticamente imposible hacerlo en el Passat CC.
Además de conducir brevemente las versiones 2.0 TDI de 140 CV (Diesel) y 3.6 FSI de 299 CV (gasolina) durante la presentación, hemos probado con detenimiento la que lleva el motor de gasolina 1.8 TSI de 160 CV. Con este motor, el Passat CC es muy agradable de conducir. Este 1.8 TSI empuja con fuerza en un régimen muy amplio. Gracias al sistema de sobrealimentación, no suele ser necesario reducir una marcha para ganar velocidad en condiciones normales.
Si lo que queremos es la máxima aceleración, por ejemplo hacer un adelantamiento ocupando el menor tiempo posible el carril contrario, sí que hay que utilizar siempre el cambio de marchas. Circulando a 80-90 km/h en una berlina con motor turbodiésel de unos 150 CV suele bastar con bajar una o dos marchas; en el Passat CC 1.8 TSI 160 CV hay que bajar hasta tres relaciones.
Que haya que hacerlo no me parece un inconveniente ya que el movimiento que hay que hacer con el brazo es el mismo y, además, la aceleración que conseguimos con este motor de gasolina es mayor.
Como los otros motores sobrealimentados con inyección directa de gasolina que hemos probado del Grupo Volkswagen, el 1.8 TSI de 160 CV también nos ha parecido que tiene un funcionamiento muy suave y progresivo, tan sólo «estropeado» porque en el momento de iniciar la marcha tiene una pequeña falta de empuje, si bien no es tan acusada —por magnitud y duración— como en la mayoría de los motores turbodiésel que se venden hoy en día.
El consumo de esta versión es razonable para un coche que pesa 1.430 kg. Tras recorrer más de 300 km por autopista con varios puertos importantes, a una velocidad media de 136 km/h, el consumo ha sido 8,4 l/100 km. En recorridos por ciudad y alrededores no ha gastado más de 11 l/100 km.