El Toyota Urban Cruiser tiene mejor tacto en carretera que un Yaris, principalmente porque su carrocería parece mejor sujeta por la suspensión y porque es más difícil que se descoloque cuando se va rápido por una carretera revirada. También es más seguro, no sólo por cómo reacciona sino porque todas las versiones tienen de serie el control de estabilidad («VSC»); en el Yaris es una opción en algunos casos.
El Urban Cruiser es fácil de conducir porque hay que cometer un error muy grande de conducción para que tenga reacciones que puedan poner en aprietos al conductor. La suspensión tiene unos ajustes que, al menos para mí, ofrecen un buen equilibrio entre comodidad y estabilidad. Al conducirlo por vías rápidas, como puede ser una autovía, no me ha dejado la sensación de coche pequeño. Como su estabilidad lineal es buena hay que hacer pocas correcciones con el volante.
En ciudad no es preferible al Yaris. Maniobra peor —el diámetro de giro son 11 m y el del Yaris 9,4 m—, su carrocería es más voluminosa y su conductor tiene peor visibilidad del tráfico circundante. Se maneja bien porque su dirección es muy directa —tan sólo tiene 2, 5 vueltas de volante entre topes, que es muy poco—; hay que manotear muy poco el volante al maniobrar o doblar esquinas.
He conducido la versión Diesel de 90 CV. De este motor me gusta casi todo, no es muy ruidoso, funciona con suavidad, da un empuje notable y no gasta mucho. Su mayor inconveniente es que por debajo de 1.800 rpm su reserva de aceleración es escasa. Que tenga poca fuerza no supone que sea difícil iniciar la marcha desde parado, como en otros coches turbodiésel. Además, es fácil dosificar el avance del coche cuando se maniobra en una pendiente.
El cambio de marchas, de seis relaciones, es rápido y relativamente preciso. Tan sólo en las reducciones de quita a cuarta me ha costado, en ocasiones, engranar la marcha. En el cuadro de instrumentos aparecen dos triángulos —uno con un vértice hacia arriba, el otro hacia abajo— que sugieren ascender o reducir de marcha en aras de un consumo moderado de combustible. En este Toyota, a diferencia de lo que ocurre en los modelos del Grupo Volkswagen con este sistema, como el Polo, el indicador no recomienda una marcha superior en cuanto mecánicamente es posible; creo que Toyota lo ha programado de un modo más acorde a una utilización real con tráfico.
Con el motor 1.4 D-4D, el Urban Cruiser gasta muy poco combustible. En el recorrido habitual por autovía —ida y vuelta, unos 370 km en total— a 125 km/h de media, el consumo fue 5,8 l/100 km. En ciudad y alrededores, tras recorrer 55 km con tráfico normal, gastó 7,2 l/100 km.
La versión que hemos probado tenía tracción en las ruedas delanteras. Hay otra versión con el motor Diesel con un sistema de tracción total conectable automáticamente. El Urban Cruiser no es en ningún caso un todoterreno aunque el sistema de tracción sí que puede ser útil si se circula por carreteras nevadas —preferiblemente con los neumáticos adecuados— o por algún camino en buen estado que ocasionalmente pueda tener algo de barro.