El salpicadero del Suzuki Vitara tiene un diseño simple, en la línea del Mitsubishi ASX (otro modelo japonés) y sin el esmero que ponen otros fabricantes en llamar la atención con un diseño más moderno (o futurista) como hace Renault con el Captur o Jeep con el Renegade.
El calificativo «simple» no es una crítica negativa; más bien al contrario. El Suzuki Vitara es un coche al que uno se acostrumbra con facilidad pues, en general, los distintos mandos están bien organizados y son fáciles de utilizar y encontrar. Su aspecto se puede avivar con el color de algunas de las molduras decorativas que hay disponibles (en color naranja y en azul). Los plásticos también son sencillos, pero da la impresión que el ajuste es bueno, no hacen ruidos al sobrepasar fuertes irregularidades y parece que serán resistentes a la paso del tiempo.
El sistema multimedia (de serie salvo en las versiones de menor equipamiento) consiste en una pantalla táctil a color de 7,0 pulgadas con mandos, también táctiles, a su alrededor para el manejo de las diferentes funciones (imagen). La impresión que nos hemos llevado varios redactores de km77.com es su falta de calidad por varios motivos. Primero, porque el plástico brillante que la recubre es un imán para el polvo y enseguida se ensucia; segundo, porque a poco que la luz del sol incide sobre ella se deja de ver la información y en su lugar se ve polvo y huellas dactilares; tercero, porque los botones que hay a ambos lados de la pantalla no siempre responden bien al tacto y hay veces que hay que insistir varias veces y presionarlos con fuerza; y cuarto, porque la cantidad de información que puede llegar a verse en la pantalla es tan grande (y la visibilidad tan mala en días soleados) que exige desviar buena parte de la concentración hacia ella. El volumen del sistema de sonido se cambia desplazando el dedo sobre una superficie, una maniobra que exige una precisión que es incompatible con una conducción atenta.
El habitáculo es espacioso en ambas filas de asientos, aunque hay alternativas aún mejores en este sentido, como se ve en la tabla comparativa de mediciones del interior. Centrándonos en la fila trasera, el espacio para las piernas es similar al que ofrece un Mitsubishi ASX, superior al de un Opel Mokka y Peugeot 2008 e inferior al de un Renault Captur. La anchura entre puertas (medida a la altura de los hombros) no es suficiente para alojar a tres adultos de corpulencia normal con holgura, aunque esto tampoco es posible en ninguno de sus rivales. Por último, la altura libre hasta el techo permite que una persona de alrededor de 1,85 metros de estatura se pueda acomodar, siempre que no se yerga.
La banqueta trasera es fija, no se puede desplazar en sentido longitudinal como sí ocurre con la del Renault Captur, solución que resulta muy útil. En esta fila de asientos no hay un reposabrazos central.
El volante se ajusta en altura y profundidad. La regulación en altura de los dos asientos delanteros es siempre de serie, sea cual sea el nivel de equipamiento. Lo que no pueden tener, ni en opción, es regulación del apoyo lumbar, pero yo no la he echado en falta. Los asientos son cómodos y a las personas de la redacción que los hemos probado no nos ha costado encontrar una postura de conducción confortable. Son unos asientos que cumplen bien su función. En las versiones tope de gama, van tapizados en cuero (los laterales) y un ante o terciopelo (la parte central de la banqueta y respaldo, imagen).
Delante hay numerosos huecos portaobjetos, aunque ninguno tiene un fondo de goma que impida que los objetos depositados en ellos se muevan de un lado a otro en las curvas. Detrás, hay un hueco en cada puerta para meter botellas de un litro.
La visibilidad hacia el exterior es buena. En algunos todoterrenos de este tamaño, la vista hacia los tres cuartos trasero está muy obstaculizada por un pilar trasero ancho, como sucede con el Jeep Renegade. No es el caso del Vitara. Aún así, para facilitar las maniobras, hay una cámara trasera de aparcamiento que de una imagen de buena resolución (imagen). Para iluminar las plazas delanteras y traseras hay un solo plafón en la parte central del techo que resulta suficiente.
El maletero tiene un volumen de 375 litros, un valor superior al de un Nissan Juke (354 l) y un Opel Mokka (356 l), parecido al de un Renault Captur (entre 377 l y 477 en función de la posición del asiento posterior) e inferior al de un Škoda Yeti (405 l). El área de carga tiene formas regulares que facilitan el aprovechamiento del espacio. En el maletero el Vitara entra una silla infantil de 109 centímetros de longitud en sentido transversal a la marcha (imagen), algo que no es posible en un Renault Captur pues su maletero es más estrecho (imagen), ni en un Peugeot 2008 (imagen), modelos en los que hay que colocarla de forma oblicua.
En el maletero hay una tabla que puede colocarse a dos alturas (imagen) y, en su posición más alta, deja por debajo un compartimento de unos 10 centímetros de altura. Si se coloca en su parte superior, el maletero forma una superficie continua con los respaldos posteriores abatidos, pero no completamente horizontal, sino en ligera pendiente (imagen).
Debajo del tapizado inferior del maletero hay un hueco donde está el kit de reparación de pinchazos (imagen) y donde cabe, en caso de pedirla, una rueda de repuesto de emergencia, es decir, más pequeña que las del resto del coche. También es posible transportar una rueda completa, del mismo tamaño que el resto, pero esto exige colocar la tabla divisoria en la posición más alta y, por tanto, perder espacio de carga.