El S-Cross tiene un funcionamiento satisfactorio en un buen número de situaciones. En ciudad es un coche ágil, que permite movernos entre el tráfico con rapidez debido a que su motor admite circular a bajas revoluciones con una reserva de potencia importante. En carreteras tipo autopista o autovía también es agradable porque no es muy ruidoso, es suficientemente cómodo y además el motor responde con fuerza.
La suspensión, tirando a dura, no permite grandes movimientos de la carrocería, lo que en carreteras con curvas proporciona un alto grado de confianza al conductor. Además, entra bien en las curvas y los cambios de apoyo los realiza con rapidez. Cuando se sobrepasa el límite de adherencia, las reacciones son progresivas y el control de estabilidad actúa rapido y con suavidad. Solamente cuando el asfalto está muy roto u ondulado, las reacciones del S-Cross empeoran.
He probado el S-Cross con el motor Diesel de 120 caballos de potencia asociado a la caja de cambios manual de seis velocidades y tracción a las ruedas delanteras. Es un motor con 1,6 litros de cilindrada y está sobrealimentado mediante un turbocompresor. Su respuesta en todo el rango de revoluciones es muy satisfactoria; empuja con fuerza desde unas 1400 rpm hasta pasadas las 4000, momento en el que es aconsjable subir de marcha si queremos seguir acelerando con rapidez. Es, por lo tanto, un motor con un rango de utilización amplio que permite conducir con agilidad sin tener que prestar especial atencion al cambio de marchas.
El S-Cross con este motor acelera bien. Ha necesitado 7,8 segundos para acelerar desde 80 hasta 120 km/h, siendo más rápido que algunos modelos mucho más potentes, como un Mitsubishi ASX de 150 CV, un Nissan Qashqai+2 de 150 CV o un Škoda Yeti de 140 CV (tabla comparativa de prestaciones). Su capacidad para recuperar en marchas largas es mejor aún, situándose como el modelo más rápido entre sus principales rivales. Uno de los posibles motivos por los que el S-Cross ha sido rápido en relación a su potencia es su bajo peso: 1315 kilos (69, 178 y 200 kg menos que un Chevrolet Trax, Qashqai y Mitsubishi ASX respectivamente ficha técnica comparativa).
Desde el exterior, el sonido del motor es elevado, sobre todo en frío. En el interior no se aprecia tanto y, cuando está en su temperatura óptima de funcionamiento, pasa desapercibido, salvo que aceleremos con fuerza en marchas cortas o apuremos las marchas hasta el límite de revoluciones. Cuando el motor está frío, se perciben vibraciones en el volante, los pedales y la caja de cambios, aunque no llegan a ser molestas. Cuando ya no lo está, dichas vibraciones se reducen notablemente, aunque no desaparecen por completo. En opción se puede optar por un sistema automático de parada y arranque del motor en detenciones (Start&Stop) del que no puedo hablar puesto que nuestra unidad de pruebas no lo tenía instalado. Su adquisición supone un sobrecoste de 400 euros y el consumo medio homologado disminuye en 0,2 l/100 km.
El aspecto más sobresaliente del S-Cross es el consumo de carburante. En nuestro recorrido de referencia, que transcurre por autovía durante 143,3 km con constantes subidas y bajadas y a una velocidad media de 120 km/h ha necesitado 5,4 l/100 km, ya compensado el error del ordenador de viaje. Es un consumo muy bajo y que lo sitúa entre los modelos que menos han consumido de los que han pasado por km77.com. Este dato es inferior al que obtuvimos en el mismo recorrido con un Peugeot 2008 1,6 e-HDI 92 CV (5,6 l/100 km), un Opel Mokka 1,7 CDTi 130 CV (6,6 l/100 km) o un Nissan Qashqai 1,5 dCi 105 CV (6,0 l/100 km). Para conseguir un consumo bajo, además no hace falta ser especialmente cuidadoso con el acelerador; como ejemplo, en los 1200 km en los que he utilizado el coche, en los que he practicado una conducción normal por todo tipo de carreteras y con puntuales aceleraciones hasta el límite de revoluciones (por ejemplo, al medir las prestaciones), el consumo medio fue 5,1 l/100 km. Al igual que ocurre con las prestaciones, uno de los posibles motivos por los que el S-Cross tiene un consumo bajo es por su bajo peso: la versión Diesel con tracción delantera pesa 1315 kg (mucho menos que algunas alternativas). También ayudan unos desarrollos de cambio largos (54,9 km/h por cada 1000 rpm en 6ª).
La dirección y el tacto de la caja de cambios son los puntos que menos me han gustado del del S-Cross. La dirección tiene un tacto demasiado blando que permite maniobrar y realizar aparcamientos con facilidad pero, en una conducción por carreteras de curvas y a ritmo rápido, se echa en falta algo mas de firmeza y, sobre todo, de información de lo que ocurre entre las ruedas y el volante. La caja de cambios tiene unos recorridos bien marcados, pero su tacto es pastoso y no permite que se realicen los cambios con rapidez (presenta una ligera resistencia en el inicio de cada recorrido).
Los faros de xenón para cortas y largas son de serie en los niveles de equipamiento «GLX» y «GLX-EL» y están no disponibles para el resto). En la función de corto alcance, el haz alumbra una superficie muy ancha y uniforme, pero la transición entre la zona iluminada y la que no lo está es muy brusca. El alumbrado de largo alcance, en cambio, sí alumbra de manera adecuada un superficie muy amplia.
El sistema de frenos tiene una buena resistencia ante el uso continuado y además detiene al S-Cross en distancias cortas. Por ejemplo, en nuestra medición habitual de frenada, desde 120 km/h hasta detenerse por completo ha necesitado 53,2 metros, una distancia similar a la que necesitaron un Škoda Yeti o un Chevrolet Trax y algo peor que la de un Opel Mokka.