El Alto tiene un motor de potencia suficiente para recorridos urbanos y de extrarradio. En una conducción normal, sólo se echa en falta algo más de potencia a la hora de adelantar en carreteras de doble sentido y cuando se circule por tramos de autovía con algo de pendiente.
A velocidades superiores a 100 km/h, el Alto no transmite demasiada confianza porque la carrocería se balancea mucho al trazar las curvas.
El motor de tres cilindros vibra notablemente al ralentí. El sonido que produce es muy audible en el habitáculo si está muy revolucionado. Sin embargo, si no se apuran las marchas, el ruido del motor apenas es perceptible en el interior.
Los desarrollos del cambio son muy largos para tratar de reducir al máximo el consumo. La velocidad máxima es 155 km/h, que corresponde a 5.400 rpm en cuarta o 4.500 rpm en quinta. La potencia máxima (68 CV) la da a 6.000 rpm.
La palanca de cambios de la versión manual tiene buen tacto pero algunas velocidades son difíciles de engranar, especialmente la primera y la marcha atrás.
El paso de una marcha a otra hay que hacerlo de oído porque las versiones a la venta en España no tienen cuentarrevoluciones (en otros mercados, este elemento sí está disponible en las variantes más equipadas). No hemos podido conducir el Alto con cambio automático.
El pedal del acelerador tiene poco recorrido (es fácil llegar a tocar el piso cuando se acelera con decisión). El tacto del pedal de freno es correcto, ni demasiado duro ni demasiado esponjoso.
Sus dimensiones hacen que sea un coche muy adecuado para la ciudad, donde es sencillo maniobrar con él. La forma de su carrocería permite tomar referencias sin problemas a la hora a aparcar. La visibilidad hacia atrás es buena, a pesar de que la luneta no es muy grande y los reposacabezas traseros puedan llegar a dificultar la visión parcialmente.