El habitáculo del Tivoli Grand es idéntico al del XLV en términos de espacio para los pasajeros y maletero (mediciones del interior). El cambio más grande se da en el salpicadero, que tiene un diseño distinto —aunque los principales mandos siguen en el mismo sitio— y, en las versiones más equipadas, una pantalla que hace las veces de instrumentación.
Todos los mandos quedan muy a mano del conductor y es cuestión de unos pocos minutos acostumbrarse a la ubicación de los más habituales, como los del climatizador (con mandos físicos, afortunadamente), los del sistema de sonido o los que activan y desactivan algunas ayudas electrónicas. La pantalla del sistema multimedia (de serie en todos los acabados excepto en el más básico) tiene ocho pulgadas de extremo a extremo y da una calidad de imagen solo regular. Tampoco los menús que muestra tienen una estructuración demasiado lógica, aunque discurren entre sí con una velocidad medianamente aceptable. De serie, es compatible con CarPlay y Android Auto, eso sí, siempre mediante cable.
La instrumentación que llevan las versiones con los niveles de equipamineto Premium y Limited es una pantalla configurable de 10,25 pulgadas. Por el momento no la hemos probado, pero es la misma que tiene el Korando, donde nos gustó tanto por resolución como por visibilidad y claridad en general. La del resto de versiones tiene un aspecto más convencional, con dos indicadores de agujas separados por una pequeña pantalla monocroma de 3,5 pulgadas donde se muestran los datos del ordenador de viaje y el funcionamiento de algunos asistentes a la conducción. Dicho ordenador tiene algunas funcionalidades curiosas, como por ejemplo un gráfico que nos da a conocer el ángulo de giro de las ruedas cuando el coche está parado o los litros de combustible consumidos desde el arranque (con dos decimales).
En las plazas traseras, dos personas de estatura superior a la media pueden viajar sin problemas de espacio, incluso si en los asientos delanteros van sentadas a otras dos de similar envergadura. Según nuestras mediciones, hay 73 centímetros de espacio para las piernas, un dato que mejora al de modelos como el Citroën Grand C4 SpaceTourer (64 cm), el Dacia Lodgy (65 cm) o el Mercedes-Benz Clase B (71 cm). Únicamente el Volkswagen Touran le supera en esta cota, y lo hace por un margen muy estrecho (75 cm, dos más).
La anchura entre puertas en esta misma fila de asientos, en cambio, es menor que la de todos lo modelos mencionados, por lo que se trata de un coche muy poco adecuado para llevar a tres personas con un mínimo de comodidad. Aún así, el respaldo del asiento central tiene un mullido que lo hace acogedor (no suele ser lo habitual) y el túnel central apenas sobresale del piso, por lo que resulta sencillo pasar de un asiento a otro. Los pasajeros de esta fila tienen a su disposición unos respaldos con ajuste en inclinación, huecos de generosas dimensiones en cada una de las puertas (caben sin problema botellas de litro y medio) y unos revisteros tras los asientos delanteros muy poco prácticos (están compuestos por tiras elásticas, en lugar de bolsillos). No hay salidas de ventilación en la prolongación de la consola ni tomas USB.
El maletero tiene 574 litros de capacidad, un volumen grande en términos generales pero intermedio si lo comparamos con el de sus alternativas. Por ejemplo, un Citroën Grand C4 SpaceTourer tiene 645 o 710 litros (7 o 5 plazas), un Dacia Lodgy tiene 634 u 827 l (7 o 5 plazas) y un Volkswagen Touran tiene 633 o 743 l (7 o 5 plazas), mientras que un Renault Grand Scénic tiene 533 l y un Mercedes-Benz Clase B, solo 445 l.
Pero cifras aparte, el maletero del Tivoli Grand es muy aprovechable y además tiene varios elementos que ayudan a mantener los bultos y la mayoría de objetos ordenados: perchas y cintas elásticas en las pardes laterales, ganchos en cada uno de los extremos y un piso que se puede colocar a dos alturas distintas y así crear dos espacios diferenciados. Bajo dicho piso, se encuentra el kit de reparación de neumáticos, aunque hay sitio para una rueda de repuesto de dimensiones reducidas.
El puesto de conducción, en general, resulta agradable. No obstante, algunas personas pueden tener dificultades para encontrar una postura acorde a sus gustos porque el volante carece de ajuste en profundidad (sí lo tiene en inclinación). A mi, que mido 183 cm de altura, no me supuso un problema, pero es muy probable que no ocurra lo mismo en todos los casos, por lo que recomiendo probarlo antes de tomar una decisión de compra.
Hay bastantes huecos para depositar objetos repartidos por todo el habitáculo, y muchos de ellos, están forrados de goma o de moqueta (el que hay frente a la palanca de cambios, entre los dos asientos delanteros, el portagafas del techo o el cajón bajo el reposabrazos delantero). La guantera es amplia y está iluminada, aunque sus formas impiden colocar algunos enseres con comodidad (la documentación del vehículo y en manual de usuario, por ejemplo).
Los materiales que SsangYong ha utilizado para fabricar el salpicadero y las puertas son muy sencillos, aunque los ajustes entre las distintas piezas parecen sólidos (al menos la unidad que hemos probado, no tenía ruidos por desajustes). Uno de los detalles que más deslucen el aspecto general del salpicadero es la utilización de manera exagerada de molduras de color negro brillante. Como hemos comentado en numerosísimas ocasiones, dicho material se ensucia con una facilidad pasmosa y además, provoca brillos que en ocasiones molestan de manera notable.