El interior del SsangYong Rexton no tiene un diseño sofisticado ni desborda modernidad, pero presenta buen aspecto, al menos en su versión más equipada —Limited—, que es la que hemos probado.
A pesar de ello, sigue la tónica de los modelos más recientes en cuanto al uso de pantallas: tiene dos, una para la instrumentación y otra para el sistema multimedia. Estas pantallas parecen sacadas de dos mundos diferentes: la del cuadro se ve perfectamente, tiene buena resolución, unos gráficos actuales (imagen) —con varias opciones a elegir por el conductor; ejemplos— y muestra mucha infromación y avisos (ejemplos), desde el que recuerda que se deja el techo abierto hasta uno que indica, al dar el contacto, que las ruedas no están rectas. Podría ser perfectamente un ejemplo a seguir por otras marcas. En los otros dos niveles de equipamiento esa pantalla es reemplazada por dos indicadores de aguja y una pantalla entre medias.
En cambio, la del sistema multimedia (imagen) parece una tableta antigua y barata porque no se ve lo que muestra cuando incide sobre ella mucha luz y tiene unos menús desfasados. Lo segundo podría perdonarse si no ocurriera lo primero. No tiene navegador, pero como es posible conectar por cable un móvil (es compatible con Android Auto y Apple CarPlay), es un mal menor. Al menos en el Rexton que hemos probado, el volumen se subía y bajaba solo de vez en cuando.
Esta pantalla es el único pero importante en el interior. En todo lo demás, el Rexton es un coche correcto: los mandos están colocados en lugares lógicos y accesibles (salvo quizás estos, que quedan un tanto bajos y ocultos por el volante, pero son de poco uso) y cuenta con controles físicos para el climatizador (imagen), por lo que no hace falta recurrir a la pantalla salvo para configurar alguna opción o escuchar música.
Los materiales con los que SsangyYong ha hecho el interior son sencillos y de una presencia correcta. Hay pocas superficies blandas; las duras no muestran rayas por el uso, lo cual puede significar que resistirán bien el paso del tiempo. El negro piano —omnipresente en la industria del automóvil— también aparece en el Rexton, enmarcando la pantalla, los manos del climatizador (imagen) y los de los elevalunas de cada puerta (imagen). Afortunadamente, en la consola SsangYong ha empleado un plástico gris, que es sencillo pero mucho menos sucio (imagen). La mayoría de piezas están homogéneamente ajustadas con las contiguas y no hay asimetrías en, por ejemplo, la unión visual entre el salpicadero y la puerta de cada lado.
Al habitáculo se sube, pero no está tan alto como el de un Toyota Land Cruiser. Conviene tenerlo en cuenta si se es de baja estatura o con una movilidad reducida. El volante tiene ajustes en altura y profundidad manuales; no son amplios, pero sí suficientes para encontrar una posición de conducción correcta. Los asientos —que están tapizados de tela en la versión Pro, de simil-piel en el equipamiento intermedio Premium y piel Nappa en el Limited— sujetan poco en las curvas y tienen un mullido que los hace confortables durante el paso de los kilómetros. Yo no he acabado de acostumbrarme a ellos porque la parte superior de la espalda no me apoyaba en el respaldo (la sensación es que el respaldo es muy prominente entre la zona lumbar y la dorsal).
El acceso a las dos filas de asientos traseras es por el vano que dejan unas puertas amplias con un ángulo de apertura de unos 80 grados. El paso a la segunda fila no tiene dificultad y, además, hay un asidero robusto en el pilar central (imagen) que puede ser de gran ayuda para algunas personas.
Aunque el Rexton es muy ancho en esta fila (149 cm, 7 más que en un Kia Sorento y 4 más que en un Toyota Land Cruiser), dos personas irán mejor que tres, dado que la plaza central es incómoda. El piso tiene un ligero abultamiento en el centro que no molesta para colocar los pies o pasar de un lado al otro. Los anclajes Isofix están entre el respaldo y la banqueta, pero no quedan escondidos (imagen) y es sencillo enganchar las sillas. La inclinación de los respaldos se puede cambiar (imagen).
A la tercera y última fila no se llega con tanta facilidad. Abatir el asiento que tiene delante requiere de dos pasos mediante sendas palancas. En otros coches basta con accionar una para que el asiento se abata y desplace hacia delante; en el Rexton, primero hay que tirar de una para plegar el respaldo y luego usar otra (imagen) para desbloquear la banqueta y pivotar todo el asiento hacia delante (imagen). No es el sistema más cómodo ni fácil de usar por un niño porque además cuesta esfuerzo mover el asiento.
Los niños son los usuarios ideales de los dos últimos asientos por varios motivos: el hueco que hay para acceder no es amplio —hace falta ser ágil, sobre todo para salir— y el espacio que hay para las piernas es más bien escaso para un adulto de talla media o superior (70 cm, 1 más que en el Toyota Land Cruiser, 4 menos que en un Kia Sorento y 7 menos que en el Hyundai Santa Fe). Como la segunda fila de asientos no se puede desplazar longitudinalmente, el espacio para las piernas en la tercera no se puede ampliar a costa de sacrificar el espacio de la segunda.
Quizás lo más molesto es que el piso queda solo unos centímetros por debajo de la banqueta (imagen) y obliga a llevar las rodillas levantadas. Eso sí, si van dos personas irán alejadas entre sí porque en esta fila también hay mucha anchura (3 cm más que en el Santa Fe, 12 más que en el Sorento y 28 más que en el Land Cruiser). En esta tercera fila no hay anclajes Isofix.
El maletero es grande cuando la tercera fila está plegada (641 litros) y pequeño, aunque dentro de lo normal, cuando se usa (236 litros; imagen). Hay una bandeja rigida, que parece robusta, para igualar (imagen) el desnivel que dejan los asientos traseros cuando están plegados (imagen). Esta bandeja también puede colocarse en vertical para tabicar el espacio de carga (imagen) y evitar que desplace por todo el maletero aquello que transportemos (como las bolsas de la compra) o para crear un doble fondo cuando se usan los asientos de la tercera fila (imagen).
El portón, con este nivel de equipamiento, está motorizado (imagen del botón), pero no tiene función de apertura manos libres (no se acciona con un gesto del pie). El sistema de acceso sin llave solo tiene sensores en los asideros de las puertas delanteras; que sea así no es extraño, de hecho, es lo más habitual y solo en los coches más caros suele haber sensores en las cuatro puertas.
La segunda fila de asientos se puede abatir en dos partes (imagen), pero no se puede extraer, solo recogerlos plegados contra las plazas delanteras (imagen). Las de la tercera tampoco son extraíbles, se pliegan en el piso (imagen).