El acceso al interior es sencillo porque las puertas son grandes, se abren con facilidad y tienen un ángulo de apertura grande. El habitáculo está situado a una altura más próxima a la de vehículos de tipo monovolumen que turismo, lo que resulta muy cómodo porque apenas hay que agacharse para entrar. La anchura a la altura de los hombros, la altura hasta el techo y el espacio para las piernas son buenos. Por tanto hay espacio para que adultos de complexión normal viajen holgadamente sin que sus cuerpos entren en contacto en ningún momento, excepto si se abrochan el cinturón a la vez (mediciones del interior).
Los asientos tienen regulación en el sentido longitudinal y en la inclinación del respaldo. Los reposacabezas está integrados en el respaldo—es posible que personas de más de 1,90 metros de altura les queden bajos—y no hay posibilidad de variar la altura del asiento, ni siquiera el del conductor. El volante no tiene ajuste ni en profundidad ni en altura, pero eso no ha sido un problema para ninguna de las personas que lo hemos conducido.
El asiento del acompañante se encuentra ligeramente más retrasado que el del conductor debido a que debajo del piso del acompañante se encuentra la batería. Ambos asientos tienen el mismo recorrido longitudinal.
El mullido de los asientos es duro, especialmente el de la banqueta, pero ninguna de las personas que se ha montado en este vehículo han puesto queja alguna a este respecto. La sujeción lateral es correcta.
El salpicadero tiene un diseño simple y con pocos botones, lo que hace muy fácil buscar y encontrar las diferentes funciones. Los materiales son duros al tacto, están bien encajados entre sí y no se escuchan crujidos cuando se circula por asfalto roto o baches. La calidad general parece buena, aunque los plásticos empleados en el panel de instrumentos se notan más endebles. Los dos indicadores —un cuentarrevoluciones y un reloj— situados en la parte alta del salpicadero, próximos al parabrisas (imagen), tampoco dan buena sensación de calidad. Ambos son opcionales en los niveles «pure» y «passion» (cuestan 152 €) y tienen la particularidad de que se pueden girar para orientarlos hacia el conductor o el pasajero.
El volante es pequeño —35,5 centímetros de diámetro— y detrás de él están las levas del cambio (imagen), las cuales son de serie en todos los niveles de equipamiento excepto en el «pure». Los mandos para el manejo del programador de velocidad —opción incluida en el «paquete de sistema de asistencia a la conducción», 494 euros—están en el volante y hay ocasiones en los que no responden bien, siendo necesario pulsarlos repetidas veces para introducir la orden deseada.
La palanca de cambios queda muy cerca de las piernas del conductor y más de una vez me ha ocurrido que circulando rápido por una curva a izquierdas la rodilla derecha ha golpeado con la palanca y la ha empujado hacia la posición «N», lo que puede resultar peligroso si en ese momento se necesita aceleración. Detrás de la palanca de cambios se encuentra la ranura para introducir la llave de arranque del motor.
Los parasoles no tienen espejo —lo que resulta curioso porque de acuerdo con la marca todos los smart fortwo traen de serie un espejo de cortesía en el parasol del acompañante— y no se pueden desenclavar y girar hacia la ventanilla para evitar los deslumbramientos del sol cuando incide por el lateral. No hay asideros en el techo, ni nada en el lugar habitual de éstos como, por ejemplo, un portagafas.
El smart fortwo viene de serie con una preinstalación para radio, que consta de dos altavoces y una antena. La radio cuesta 423 euros (incluye una toma USB y AUX). Adicionalmente, por unos 580 euros más, se puede instalar un sistema de sonido con pantalla táctil de 6,5 pulgadas (imagen) y las funciones de navegación por GPS, conexión Bluetooth para teléfono móvil y conexión para iPod. El manejo a través de la pantalla es sencillo, aunque se echan en falta botones que permitan acceder a, por ejemplo, las presintonías de la radio sin tener que pasar por diferentes menús, lo que evitaría distracciones. En cualquier caso, creo que el sobreprecio del sistema de audio más caro merece la pena por las funciones adicionales que trae y porque todas ellas funcionan bien.
Maletero y huecos
El maletero del smart fortwo tiene un volumen de 220 litros. A él se accede levantando primeramente la luneta posterior —que ocupa todo el ancho del vehículo— y a continuación abatiendo un pequeño portón. Sobre este último se pueden depositar objetos de hasta 100 kilogramos y tiene un compartimento en su interior donde se pueden guardar objetos (en el smart cabrio es donde se guardan los montantes del techo; imagen inferior). Hay una cortinilla extensible y extraíble para evitar que se vea lo que hay dentro del maletero y el asiento del acompañante se puede abatir permitiendo el transporte de objetos largos (de hasta aproximadamente 145 centímetros de longitud).
El piso del maletero es muy grueso para aislarlo del calor del motor (situado debajo de éste), pero no consigue evitarlo completamente y puede ser un problema si se viene de la compra con bolsas de comida congelada.
A ambos lados del volante hay unos huecos de tamaño suficiente para depositar un monedero, un teléfono móvil y unas llaves. Estos no están cubiertos, pero los objetos depositados en ellos no saldrán despedidos excepto en el caso de realizar un movimiento violento. En la guantera, con tapa y cerradura, se puede guardar la documentación del vehículo —no así la carpeta del manual del usuario—y algún otro objeto pequeño. En las puertas hay unos bolsillos con red donde se pueden meter botellas de agua de hasta un litro si se fuerzan un poco. En el costado izquierdo del asiento del acompañante hay una red de pequeño tamaño (imagen) y hay otra de mayores dimensiones detrás de los asientos (imagen). Opcionalmente se puede instalar un pequeño cajón en la zona inferior de la consola (33 €) o un portabebidas (39 €).
Otros detalles
La comprobación de los niveles de algunos de los líquidos más importantes para el correcto funcionamiento del vehículo es una tarea más laboriosa de lo que suele ser habitual en otros coches. Para acceder a los depósitos del agua del limpiaparabrisas, el líquido de frenos y el líquido refrigerante es necesario desencajar completamente la pieza de plástico del frontal, que está asegurada a presión mediante numerosas pestañas de plástico. El nivel de aceite del motor se comprueba en el mismo compartimento del motor, para lo que hay que levantar el piso del maletero y desbloquear una tapa metálica. Para levantar esta tapa metálica hay que esperar a que el motor se enfríe, de lo contrario es muy probable sufrir quemaduras.