El motor de la versión 1.0 TSI de 95 CV me ha gustado mucho porque cumple de forma ejemplar con casi todo lo que cabe esperar en un coche de estas características: consume muy poco, es refinado, es sencillo aprovechar sus prestaciones y estas son suficientes para viajar con soltura incluso con mucha carga.
El funcionamiento es suave, especialmente para tratarse de un tres cilindros. Quizás el motor 1.0 Ecoboost que puede llevar el Ford Fiesta sea algo más refinado, aunque también consume más. Por debajo de unas 1800 rpm no hay demasiada fuerza; con este motor, el Fabia no es un coche que salga tan bien desde parado como un Suzuki Swift 1.2 SHVS de 90 CV, por ejemplo, aunque tampoco lo hace mal. A partir del régimen indicado, es muy agradable de utilizar porque el empuje es lineal y el escalonamiento de las marchas está bien diseñado.
El consumo es muy bajo en toda circunstancia. En nuestro recorrido de referencia (143 km por una autovía que atraviesa un puerto de montaña, a 120 km/h de velocidad media) gastó 5,7 l/100 km, el valor más bajo que hemos obtenido entre los coches similares con motor de gasolina, compartido con el Suzuki Swift 1.2 SHVS. Un SEAT Ibiza con el mismo motor gastó 6,0 l/100 km, un Opel Corsa 1.4 Turbo de 100 CV, 7,5 l/100 km, y un Hyundai i20 1.4 100 CV, 7,2 l/100 km. La realidad es que, a ritmo normal, es sencillo que las cifras reales de consumo en la mayoría de recorridos estén en el entorno de los 5,5 a 6,0 l/100 km. Con este coche realicé un viaje entre Madrid y La Coruña, con otras tres personas y su equipaje de fin de semana a bordo, circulando habitualmente a unos 130 km/h. El consumo fue de 6,0 l/100 km, exactamente. Con un motor tan eficiente como este, creo que pocos consumidores echarán en falta la gama de motores Diesel, independientemente de cual haya sido el motivo por el que Škoda haya decidido retirarla. El posible ahorro, derivado del menor consumo de esas versiones y el coste inferior del gasoil, sería muy difícil de amortizar debido a la diferencia en el precio de compra del vehículo.
Los datos de prestaciones obtenidos son entre normales y buenos para su potencia (tabla comparativa). En nuestra medición de referencia, la aceleración entre 80 y 120 km/h, el tiempo empleado fue 8,9 segundos. Curiosamente, el SEAT Ibiza 1.0 EcoTSI de 95 CV (con el mismo motor, unas prestaciones homologadas similares, una relación de marchas con diferencias mínimas y un peso casi idéntico) fue mucho más rápido: necesitó 7,8 segundos para la misma maniobra, un valor sobresaliente para este nivel de potencia. No sabemos a qué puede deberse esta diferencia tan abultada; la única variación entre ambos es que el par máximo declarado es de 175 Nm en el Ibiza y de 160 Nm en el Fabia (ficha técnica comparativa). En cualquier caso, los valores de recuperación en todas las marchas son buenos, lo que es muestra la elasticidad del motor (no obliga a utilizar el cambio de marchas con frecuencia para mantener un ritmo ágil).
El motor de 110 CV lo hemos conducido por poco tiempo en un Fabia Combi. A igualdad de equipamiento, este motor implica un sobrecoste de 650 euros sobre el de 95 CV. Su caja de cambios manual de seis velocidades permite que el motor gire menos revolucionado en autovía. Esto tiene la ventaja de que el ruido a alta velocidad es algo menor (ya es bajo con el de 95 CV) y, teóricamente, el consumo debería ser algo inferior (esto no hemos podido comprobarlo; el consumo homologado es ligeramente superior). Por contra, la sexta marcha, considerablemente más larga que la quinta del 1.0 TSI 95 CV (47,9 km/1000 rpm frente a 41,1), obliga a reducir antes cuando hay que mantener el ritmo en un repecho o para realizar un adelantamiento (ficha técnica comparativa).
El Fabia tiene una suspensión tirando a firme. Lo bueno es que controla bien los movimientos de la carrocería y, ello unido a una dirección que deja sentir bien el nivel de agarre de los neumáticos y a una buena potencia de frenada (medimos 52,9 metros hasta la detención desde 120 km/h), lo hace agradable en un uso dinámico. Este dato es mejor que el que hemos obtenido en muchas alternativas, como el Opel Corsa, el Hyundai i20, el Renault Clio o el Citroën C3, si bien en la mayoría de casos las diferencias son pequeñas.
En la maniobra de esquiva obtuvimos unos resultados muy buenos, con una velocidad máxima de entrada de 80 km/h, un valor muy alto. El Fabia transmitió una buena sensación de estabilidad y precisión, con cambios de apoyo rápidos y movimientos predecibles. También fue especialmente ágil en el eslalon. En este vídeo está toda la información relativa a nuestras pruebas en circuito.
El confort de marcha que proporciona a los ocupantes no es demasiado bueno en determinadas circunstancias, como en los viajes por autovía. Los típicos baches y resaltes que causan movimientos rápidos en las ruedas transmiten sacudidas algo secas al interior. La suspensión de un Renault Clio, por ejemplo, es más confortable cuando se circula a alta velocidad. Dicho esto, la suavidad de rodadura es normal y la insonorización es buena, mejor que la del Clio. A una velocidad inferior, como la que se suele alcanzar en el entorno urbano, la suspensión resulta refinada a pesar de su firmeza. Nuestra unidad llevaba unos neumáticos en medidas 215/45 R16, más grandes que los de serie en el nivel de equipamiento Style, que son unos 185/60 R15. No creemos que esta diferencia condicione apreciablemente las valoraciones sobre agilidad y confort que he dado.
La visibilidad hacia afuera es muy buena, gracias a que hay mucha superficie acristalada y los pilares son estrechos. Las formas de la carrocería y su tamaño contenido (mide 3,99 metros de longitud) hacen que sea fácil controlar sus extremos cuando se circula entre el tráfico urbano o al estacionar en plazas de garaje o huecos de aparcamiento de tamaño reducido, por ejemplo. Además, el Fabia necesita poco espacio para girar (10,4 metros entre paredes).
Nuestra unidad de pruebas tenía instalados los faros de ledes para todas las funciones. El haz de la luz de cruce está exageradamente enfocado hacia el suelo. Esto hace incómoda la conducción de noche; la visibilidad es mala porque apenas hay terreno iluminado por delante del coche. Con las luces largas la iluminación es mucho mejor, aunque creemos que en conjunto es mejor el sistema de faros de ledes del Renault Clio, por ejemplo.