El Colt con este motor puede acelerar mucho, pero para que lo haga es imprescindible apurar mucho las marchas y pisar a fondo. Si se conduce así, su aceleración está al nivel de lo que cabe esperar de un coche con esta potencia, e incluso es tan rápido como otros modelos más potentes y con carrocería de turismo, no de monovolumen.
Si, por el contrario, se espera que dé una buena aceleración en marchas largas desde poca velocidad, puede resultar insatisfactorio. En parte por la respuesta del motor, y en parte porque los desarrollos son largos.
Creo que la pequeña desventaja que tiene en capacidad de recuperación está compensada con el beneficio de un desarrollo largo. No obstante, ese beneficio sólo se aprecia si se puede mantener una velocidad más o menos constante en carretera. En circulación por ciudad o siempre que sea difícil mantener la velocidad, es más difícil sacar provecho de una quinta larga.
Estos desarrollos que tiene también me parecen convenientes porque esta versión del Colt hace mucho ruido de motor y tiene un consumo más bien alto. El ruido es muy alto cuando se acelera mucho, pero también si se mantiene un ritmo constante por encima de unas 4.000 rpm.
El consumo que hemos medido en uso normal por carretera y ciudad está por encima de 8,0 l/100 km. En el recorrido por carretera de sentido único que tenemos como referencia ha gastado 9,2 l/100 km, algo más que el smart forfour (que tiene el mismo motor). También en un recorrido rápido ha gastado más que el smart, aun cuando la diferencia de peso es favorable al Colt.
El motor de este Colt hace algo que también hacía el del smart: cuando está frío, justo en el momento de ponerlo en marcha, sube a 2.000 rpm y se queda unos instante en torno a unas 1.500 rpm.