Los dos GLC que he conducido hasta el momento tenía instalado el paquete deportivo AMG, que incluye varios elementos que influyen en mayor o menor medida en la conducción y la forma de rodar del vehículo: tren de rodaje deportivo (es una suspensión más firme que la de serie), dirección directa (es el nombre que Mercedes-Benz le da a la dirección con desmultiplicación variable) y un sistema de frenos mejorado (discos de más diámetro y perforados en el eje delantero). Además también tenían instaladas unas llantas opcionales de 20 pulgadas con unos neumáticos descomunales: 255/45 delante y 285/40 detrás; eso sí, con unos neumáticos de baja resistencia a la rodadura (Continental EcoContact6 MO).
Al menos con esta configuración, el GLC es un coche que cumple bien como vehículo familiar en la mayoría de situaciones. Por norma general se siente cómodo y con una buena calidad de rodadura, aunque cuando la carretera está muy rota o hay desperfectos de cierta envergadura en la misma (desconchones o roderas provocadas por vehículos pesados), le falta un punto de suavidad para que el paso de los kilómetros sea más placentero. Con todo, creo que el equilibrio logrado es bastante bueno: ni es tan cómodo como un Jaguar F-PACE ni tan ágil y reactivo como un Porsche Macan o un Alfa Romeo Stelvio, pero en ambos aspectos se defiende bien.
No sé cuál será el resultado al montar la suspensión de serie (Mercedes-Benz la llama Agility Control), la opcional neumática AIRMATIC o unos neumáticos de tamaño más comedido, pero a buen seguro serán mejor opción si lo que se desea es un coche de planteamiento más confortable.
En nuestras pruebas habituales de esquiva y eslalon en circuito los resultados también fueron buenos. No los superó a una velocidad especialmente elevada (ni lo contrario), pero sus reacciones fueron seguras, sin sobresaltos, y me permitieron mantener la situación bajo control sin necesidad de emplearme a fondo. Un coche de reacciones neutras, a fin de cuentas; muy seguro en estas condiciones. En este vídeo de nuestro canal de YouTube damos más detalles sobre ello.
El aislamiento acústico me ha parecido muy bueno, aunque de nuevo las unidades probadas tenían instalada una opción que influye directamente en ello: unas ventanillas laterales delanteras insonorizantes (dos capas de vidrio separadas por una lámina de plástico). De todos los ruidos que llegan al habitáculo, el que lo hace con mayor claridad es el provocado por el motor, sobre todo cuando este gira a un régimen elevado. No llega a ser molesto en ningún momento, pero es claramente más perceptible que en otros modelos de la competencia como el Audi Q5 o el Volvo XC60.
Salvo por ese detalle (el volumen, aunque también su tono «agrícola» tan poco agradable), el motor Diesel de 197 CV de la versión 220 d me ha parecido que casa muy bien con un vehículo como el GLC. Tiene fuerza en todo el rango de revoluciones, funciona con suavidad y da una aceleración más que suficiente como para solventar con presteza prácticamente cualquier situación que se nos presente. Según nuestras mediciones, esta versión del GLC necesita 5,8 segundos para pasar de 80 a 120 km/h, un dato que mejora a los obtenidos con dos de sus principales rivales en esa misma maniobra: el Audi Q5 40 TDI quattro de 204 CV (6,2 s) y el BMW X3 xDrive20d de 190 CV (6,6 s).
Tampoco es un motor que gaste demasiado combustible (es difícil superar los 8,0 l/100 km), pero en este aspecto no resulta tan brillante. En nuestro recorrido habitual, que tiene muchos cambios de nivel y en el que circulamos a una media de 120 km/h (damos todos los detalles del mismo aquí), necesitó 6,7 l/100 km, un dato bueno en términos generales pero superior al obtenido con el BMW X3 citado en el párrafo anterior (empleó medio litro menos en el mismo trayecto). El Audi Q5 40 TDI quattro, en cambio, gastó exactamente lo mismo.
En ciudad, el ordenador suele marcar cifras cercanas a los 7,5 l/100 km y en vías de circunvalación a velocidades estables ronda los 5,5 - 6,0 l/100 km. Como el depósito de combustible tiene una buena capacidad (62 l) y el consumo no se dispara en ninguna situación, la autonomía suele ser muy grande, de casi 1000 kilómetros entre repostajes. Eso sí, también hay que tener en cuenta que el motor de esta versión necesita AdBlue para cumplir con la normativa de emisiones contaminantes, un producto químico que hay que repostar cada cierto tiempo.
Este motor, como todos los de la gama (salvos los híbridos enchufables), va asociado a un sistema de hibridación ligera a 48 V. Gracias a ello, al GLC le corresponde el distintivo medioambiental ECO de la DGT, pero además se beneficia de una serie de ventajas más o menos perceptibles que hacen la conducción más agradable. El motor eléctrico que va asociado al mismo, de 23 CV, apoya al de combustión en algunas situaciones, pero también hace las veces de motor de arranque (actúa de manera casi imperceptible) y abastece de energía a la red eléctrica principal de 12 V (de esta manera, si las circunstancias lo permiten; el motor de combustión se apaga y el coche avanza por inercia).
La caja de cambios automática de nueve relaciones cumple con su cometido de manera discreta, lo cual me parece algo muy positivo. No es la más rápida del mercado subiendo y bajando de marchas (a veces le «cuesta» elegir una ante una demanda de aceleración repentina), pero trabaja con mucha suavidad y permite maniobrar con precisión a baja velocidad. Si el conductor lo desea, puede cambiar de manera manual desde unas levas que hay tras el aro del volante.
El GLC no está diseñado para superar grandes obstáculos fuera del asfalto, pero tiene una serie de elementos (de serie u opcionales) que le permiten circular con ciertas garantías por caminos de dificultad media sin grandes contratiempos. El sistema de tracción total es el principal aliado para ello, pero además se puede pedir el paquete offroad, que incluye una suspensión específica y protectores en los bajos del vehículo. Adicionalmente, tanto en la instrumentación como en la pantalla del sistema multimedia hay un menú específico que muestra datos útiles en estas circunstancias: presión y temperatura de cada neumático, nivel de inclinación de la carrocería (en grados) o ángulo de giro del volante.