Dinámicamente, la mejor cualidad del Rio es que resulta cómodo y agradable de conducir. Es agradable para quien entienda por esto un coche que se desenvuelva bien en un estilo de conducción normal, que sea fácil acostumbrarse a él y que llevarlo requiera poco esfuerzo (los pedales, volante y cambio de marchas tienen un accionamiento suave).
Aunque la suspensión es muy blanda, no es muy absorbente. A causa de ello, hay determinadas irregularidades que pueden dar un movimiento vertical rápido a la carrocería, que no es fuerte ni brusco, pero es más rotundo de lo que cabe esperar de unos muelles y amortiguadores así de blandos.
Los movimientos de la carrocería son amplios: el Rio puede balancear ostensiblemente en las curvas y cabecear en las fases de fuertes frenadas y aceleraciones, cuando el estilo de conducción es rápido.
No es muy preciso porque no hay una relación muy directa entre las indicaciones del volante y la trayectoria que sigue el coche, ni es ágil (es más subvirador de lo habitual). Desde este punto de vista hay coches claramente preferibles y con más agarre lateral, como un Ford Fiesta. Hemos probado la versión con neumáticos 185 /65 R14, no tenemos referencia de cómo va la versión con los neumáticos 195.
Esta nueva edición del Rio ya puede tener control de estabilidad, aunque sólo está disponible en la versión más equipada «EX2». Es un coche de reacciones seguras, aunque sólo con el control de estabilidad se puede alcanzar la mejor nota en seguridad activa.
Los frenos aguantan normalmente bien el sobrecalentamiento por una utilización hasta cierto punto intensa, pero no detienen al coche en unas distancias cortas.