El KIA cee'd es un turismo cómodo y agradable de conducir. También transmite sensación de calidad, tanto por su tacto general como por la solidez al rodar por carreteras en mal estado y la ausencia de ruidos al pasar por baches.
La suspensión es cómoda aunque a veces reacciona con sequedad. Hay coches que son más recomendables —Ford Focus, Honda Civic, Mazda3 y SEAT León, por ejemplo— para quien aprecie una mayor viveza en las reacciones —en los cambios de apoyo muy rápidos o en curvas cerradas— y un tacto más directo de la suspensión y la dirección. Pero creo que para la mayoría de conductores, el cee'd es sumamente satisfactorio porque sigue con facilidad la trayectoría indicada por el conductor. De hecho, en una conducción deportiva rara vez entra en funcionamiento el control de estabilidad.
La dirección eléctrica del cee'd tiene tres programas de funcionamiento —Confort, Normal y Sport— que se seleccionan directamente desde un botón del volante. No cambian la desmultipliación (el número de vueltas del volante) sino la asistencia: más dura en el modo Sport y más blanda en el Confort. La diferencia de estos dos con el intermedio no es grande. Durante la prueba he usado casi siempre el modo de mayor asistencia, salvo cuando tenía que ir rápido y prefería no tener una dirección tan sensible. Hay compañeros de km77.com que preferían ir en con el modo Normal, así que no deja de ser una cuestión de gustos.
El sistema de alerta por cambio involuntario de carril muestra una imagen en el cuadro de instrumentos y produce un sonido de aviso. No actúa sobre la dirección, sólo advierte al conductor de que está saliéndose del carril. En carreteras de un sólo carril por sentido es preferible desconectarlo porque en las curvas, al aproximarse al vértice, da avisos innecesarios.
Hemos podido conducir las cuatro versiones disponibles en la gama cee'd, dos de gasolina —100 y 135 CV— y otras dos Diesel —90 y 128 CV—. La de 128 CV durante la prueba de una semana, las otras tres de forma breve en la presentación del modelo a la prensa.
El motor Diesel de 128 CV funciona con suavidad y es poco ruidoso. Nuestra unidad de prueba no tenía el sistema stopt&start que sí tienen las unidades a la venta en España. En nuestro recorrido de referencia —143 km por autovía a una media de 120 km/h reales circulando en la marcha más larga posible— ha gastado 5,9 l/100 km, que es poco. Un Hyundai i30 con el mismo motor y cambio automático gastó apreciablemente más, posiblemente porque los desarrollos de la transmisión son más cortos.
Sería un motor "redondo" si no fuese porque le cuesta subir de vueltas y da unas prestaciones más propias de un coche con 110 CV que de uno con casi 130. Ha necesitado 9,2 segundos en acelerar de 80 a 120 km/h (tabla comparativa de prestaciones). La falta de empuje no se nota sólo en carretera, también se aprecia en ciudad, cuando hay que ganar velocidad desde pocas revoluciones, por ejemplo, si se trata de salir de un cruce con cierta rapidez. Estos inconvenientes no se daban en la versión anterior del cee'd anterior (con el motor de 115 CV).
El de gasolina de 100 CV nos ha parecido el más adecuado para circular por ciudad y alrededores. En esas circunstancias puede ser muy agradable porque responde bien al acelerador y su funcionamiento es muy suave. En carreteras con fuertes pendientes o a la hora de realizar adelantamientos es necesario utilizar constantemente el cambio de marchas para mantener el motor a un régimen alto. Si se presta poca atención al cambio y se circula en marchas largas necesita muchos metros para ganar velocidad —recupera mal—.
La versión de gasolina de 135 CV transmite la sensación de ser menos potente de lo que declara. No tiene mucha fuerza y le cuesta ganar velocidad con rapidez y salir desde parado. Dada la diferencia de precio entre ambas variantes de gasolina —1500 € a igualdad de equipamiento (ficha comparativa)—, nos parece más interesante optar por la de 100 CV y destinar ese dinero a equipamiento (o a combustible).
El motor Diesel 1.4 CRDi de 90 CV es menos agradable en ciudad que el de gasolina de igual cilindrada y 10 CV más porque sale peor desde parado y es más ruidoso, pero en vías rápidas es mejor porque puede mantener un ritmo alto con mayor facilidad. Nos ha sorprendido lo que dan de sí los 90 CV, comparados con los 128 CV de la versión Diesel más potente. A pesar de la gran diferencia de potencia, no parece que de mucho más empuje —podremos comprobarlo cuando podamos probarlos con detenimiento y medir sus prestaciones—. En frío es algo ruidoso.
Todas las versiones llevan de serie una caja de cambios manual de seis relaciones. La palanca ofrece una resistencia normal, ni muy blanda ni excesivamente dura y es posible cambiar de marchas con rapidez. De momento no hemos tenido la oportunidad de probar el cambio de doble embrague (DCT).