En relación a sus dimensiones exteriores, el Focus Sportbreak está bien aprovechado por dentro. Es más amplio que sus alternativas. Lo es sobre todo por la anchura que hay entre puertas. El nivel Vignale hace que el habitáculo sea llamativo y acogedor, por la tapicería y los recubrimientos de cuero, las molduras con aspecto de madera oscura y la buena dotación de elementos de confort para los ocupantes.
El Focus berlina que probamos hace unos meses tenía el nivel equipamiento ST Line y, pese a que causaba buena impresión inicial, en él desentonaban algunos plásticos de revestimiento, de tacto duro, y la existencia de crujidos durante la conducción. En el Sportbreak con acabado Vignale, los mismos plásticos duros están presentes en las mismas zonas, como los paños de las puertas o la consola sobre el túnel central, pero la presencia de ruiditos ha sido menor. Aunque los había.
Hacia delante y hacia los lados la visibilidad es buena. Hacia atrás, ocurre lo mismo que con la mayoría de coches actuales, que los pilares gruesos restan campo de visión alrededor, pero las formas de la carrocería ayudan a que sea suficientemente bueno. La cámara de marcha atrás es una ayuda excelente para maniobrar y da una calidad de imagen muy buena (imagen).
En los Focus con cambio automático, el selector de marchas es una ruleta pequeña en la consola central en lugar de una palanca (imagen), lo que también conlleva la redistribución de los portabebidas y de algunos botones que sirven para manejar, por ejemplo, el head-up display, la ayuda al aparcamiento, el control de tracción o los modos de conducción (imagen).
Ford ha distribuido los mandos, a nuestro juicio, con buen criterio, como también lo hacen Hyundai, Kia, Mazda, SEAT, Škoda o Volkswagen. Es decir, entre sentarse por primera vez en el asiento del conductor y familiarizarse con el coche puede transcurrir poco tiempo. Quizás, lo que más tiempo de adaptación requiera sea el sistema multimedia Ford SYNC3, pero todos los sistemas multimedia, en todas las marcas, necesitan de un aprendizaje y en eso el de Ford es también muy bueno. No distrae demasiado (que ya es decir, pues las pantallas táctiles siempre distraen porque hay que desatender la carretera para manejarlas), los menús están bien organizados, los botones son, casi todos, de tamaño generoso y la pantalla táctil responde muy bien. Una pega es que aparecen mensajes de aviso cada vez que se arranca el coche, y hay que pulsar para confirmar que se han leído (de la conexión de datos, de precaución al usar la pantalla).
El puesto de conducción es ajustable en un margen amplio tanto para mover el asiento como el volante. Los mandos quedan cerca de la mano, casi todos visibles salvo el botón de arranque. La instrumentación, con indicadores de aguja tradicionales, cumple bien su función: es clara, de lectura rápida y no se echa de menos en absoluto una pantalla grande para representarla como la que pueden tener algunos competidores. Para las indicaciones del ordenador de viaje y del navegador, basta con la pantalla pequeña que hay en el centro y con la información redundante que puede dar el head-up display, que se ve muy bien aún con gafas de sol polarizadas (muchos de estos dispositivos no se ven con este tipo de gafas).
En las plazas delanteras hay el mismo espacio a nivel de hombros que en un Renault Mégane Sport Tourer, 143 centímetros. Es una de las mejores cotas entre coches de este tamaño (tabla de mediciones compartivas). Supera por un centímetro al Peugeot 308 SW, por dos al Volkswagen Golf Variant, por cuatro al Opel Astra Sports Tourer y por seis al SEAT León ST. No hay problema de altura para pasajeros de, al menos, 1,90 m de estatura, ni sin techo solar ni con él.
Detrás ocurre lo mismo. La cota de anchura es menor que delante, como ocurre en todos los coches, pero mejor que la media. Hay 138 cm entre puertas, lo que supone entre uno y cinco centímetros de ventaja respecto a los coches antes citados. No es una anchura suficiente para que tres pasajeros adultos viajen con desahogo, ni para colocar dos sillas de retención infantil y que quede enmedio espacio para otro niño mayor. Entre los anclajes Isofix hay 40 cm, lo mismo que en un Mazda6 Wagon, que es un turismo 13 cm más largo y 2 cm más ancho que el Focus Sportbreak.
Con techo solar, la altura atrás es correcta para personas de hasta 1,85 m aproximadamente, que no rozan en el techo si se yerguen al sentarse. La distancia entre respaldos delanteros y traseros, de acuerdo a como nosotros hacemos la medición, es de 72 centímetros. Suficiente para que cuatro adultos de 1,80 m de estatura viajen sin sentirse encajonados.
Respecto al Toyota Corolla Touring Sports y al Kia Ceed Tourer, por citar dos ejemplos, el Kia ofrece la misma anchura delante, menos espacio para las piernas atrás y el Toyota es más estrecho delante y casi igual en la segunda fila. El de mejor presentación parece el Toyota, con plásticos y acolchados que rezuman más calidad. Aunque el Kia es el menos vistoso, a nuestro juicio es el coche más equilibrado en todos los aspectos por la sencillez con que se maneja todo en él.
El maletero del Focus Sportbreak tiene una capacidad de 608 litros, una cifra excelente. El Ceed que hemos probado tiene 17 litros más, el Corolla, 27 litros menos y el Mégane, 87 litros menos (todos familiares; ficha técnica comparativa). Para quien dude entre el Focus Berlina y el Sportbrake, las ventajas claras de la carrocería familiar (aparte de dos centímetros más de altura en las plazas traseras) son los 233 litros de volumen extra (ficha comparativa) y la posibilidad de transportar bultos de mayor altura y longitud con facilidad. Sin mover los respaldos ni la bandeja, hay 8 centímetros más de altura en el maletero del Focus Berlina, 21 centímetros menos de profundidad y 13 centímetros menos de anchura entre las paredes. Ambos vanos son diáfanos y muy aprovechables.
En esta foto se aprecia cómo quedan tres maletas en el Sportbreak y en esta otra foto, cómo sólo dos de esas tres maletas se acomodan bien en la berlina. Con los asientos abatidos, creando un fondo casi plano entre los respaldos de los asientos y el suelo del maletero (imagen), en el Sportbrake hay 1653 litros de volumen aprovechable y en la berlina, 1354. En ambos casos, apenas hay elementos de sujeción adicionales en el maletero, salvo unas argollas metálicas, una cinta elástica dentro de un hueco lateral (imagen) y unos pequeños ganchos de plástico, abatibles en el familiar (imagen) y fijos en la berlina (imagen). Bajo la tablilla que cubre el piso, en los coches que hemos probado no hay hueco adicional porque está ocupado con un altavoz de graves. En este sentido, el maletero del Kia Ceed Tourer tiene mejores soluciones para sujetar y compartirmentar la carga, como unas barras metálicas, cajones o redes (ejemplos: imagen, imagen e imagen).
El equipamiento de las versiones Vignale es grande, aunque en ningún caso puede haber salidas de ventilación regulables para la parte trasera. Durante los días que probé el coche hizo bastante calor (en torno a 30 ºC en las horas centrales del día) y tuve la sensación de que el climatizador tardaba mucho en enfriar el habitáculo, aún a la máxima potencia. La tapicería de cuero negro contribuía a conservar una buena parte del calor residual que durante la marcha no se terminaba de eliminar. Aunque es vistosa, no tiene un acabado especialmente fino. En algunos bordes las costuras provocan arrugas antiestéticas. Las zonas pespunteadas que decoran el centro de los respaldos y las banquetas no tienen gran profundidad y, al menos según mi criterio, generan una sensación de «lujo barato».