No hay nada en el mercado de los cuatriciclos ligeros que sea tan simple como un Citroën Ami, a excepción del Renault Twizy. La asimilación a un carrito de golf con puertas y techo no es exagerada.
El Ami viene con dos llaves distintas, una para abrir las puertas y otra para arrancar el motor. Las puertas pesan poco y se cierran con un ruido metálico bien engranado que recuerda a la de los coches de hace varias décadas (a mí me gusta). La salida y entrada es sencilla, tanto por el lado del conductor como por el del acompañante. Desde dentro se abren con unas tiras, la del conductor colocada a la izquierda del volante y la del pasajero a la derecha de su asiento.
Los asientos son una pieza única de plástico rígido negro con un pequeño acolchado adherido a la banqueta y el respaldo (no lo hay en el reposacabezas). Me recuerdan mucho a los de los trenes Renfe Cercanías, que están pensados para durar y aguantar actos vandálicos, pero en los que el confort es algo secundario (o terciario). El del conductor es el único que se puede mover y solo en sentido longitudinal. El del pasajero es fijo y está colocado en posición más retrasada posible y a un centímetro más de altura que el del conductor.
Hay mucho espacio para las piernas. También lo hay en altura y alguien de en torno a 1,85 metros de estatura no pondrá queja. La anchura entre puertas sí es pequeña. Hemos medido 114 centímetros entre ellas, menos que en los coches de tipo M1 más pequeños del mercado como el smart EQ fortwo y el SEAT Mii (131 y 137 cm respectivamente; no tenemos mediciones de ningún cuatriciclo ligero). Esta poca anchura no será problemática si el conductor es de poca estatura, ya que entonces se colocará más cerca del volante y quedará contrapeado con el pasajero, que como he dicho está sentado siempre en la posición más retrasada posible.
En cualquier caso, la situación de los ocupantes es mejor que en un Renault Twizy, donde estos van colocados uno detrás del otro y con menos espacio, sobre todo en el caso del acompañante. No he probado un eAixam, pero sus asientos son en apariencia más confortables ya que tienen un mullido más grueso y regulaciones para la inclinación del respaldo y la altura de los reposacabezas.
El volante es fijo, de plástico duro y de un diámetro normal. Detrás de este hay una pequeña pantalla monocroma que hace de instrumentación, con dígitos grandes y bien visibles. En la instrumentación se ve la velocidad, la posición del cambio, la autonomía y los kilómetros del coche. También hay un indicador del estado de carga de la batería que utiliza pequeños segmentos para dar una idea de cuánta queda; creo que sería más útil si diera un porcentaje. Los mandos para manejar el «cambio de marchas» están en el lado izquierdo del asiento del conductor (hay tres teclas: D, N y R; imagen). A la derecha de este asiento está la palanca del freno de estacionamiento.
En la zona central hay un soporte de pinza para sujetar un teléfono móvil, un puerto de carga USB y tres botones: intermitentes de emergencia, activación de ventilación y desempañado (imagen). No es posible regular la temperatura ni el caudal de aire. Solo tiene un nivel de caudal que, por el ruido molesto que hace, es el equivalente al que suele ser el máximo en los coches convencionales.
La única salida de aire es una ranura que hay pegada al parabrisas, cuya función es evitar que este se empañe (imagen). En un día frío y con lluvia, como el que probamos el Ami, es insuficiente para quitar el vaho de todo el parabrisas y mucho menos de las ventanillas laterales. Es una situación incómoda y peligrosa porque no se ve lo que hay fuera, sobre todo cuando hay que girar en un cruce de calles o cambiar de carril. Puedes quitar el vaho de las ventanillas con la mano, un trapo o abriéndolas (entonces entra el frío de la calle), pero todavía tienes que quitar el vaho de los retrovisores porque estos también se empañan (y además son pequeños). La luneta no tiene ningún sistema antiempañamiento, así que también toca tirar de mano o trapo si queremos ver a través de ella.
El habitáculo es muy luminoso porque hay mucho cristal y, si las condiciones son buenas, la visibilidad es magnífica. No hay parasoles ni ningún tipo de cortinilla para tapar algunos de estos cristales, por lo que imagino que cuando el sol esté de frente será muy molesto. Tampoco sé si en verano tanto cristal hará que el interior se caliente mucho. Las ventanillas no bajan, solo se abre la mitad inferior, que se abate hacia arriba (imagen), como en un Citroën 2 CV, pero más pequeñas.
En las puertas hay unas redes amplias que sirven para dejar objetos (imagen), pero mejor que estos tengan un tamaño superior al de los agujeros de la malla porque si no se saldrán (no es el sitio adecuado para un bolígrafo o algo fino). En la parte superior del salpicadero también hay huecos, solo uno con tapa (que parece estar pensado para la documentación) y ninguno con un fondo de goma que impida que lo que se deposite en ellos se mueva (imagen).
No hay un maletero como tal, pero como el espacio para el ocupante es tan amplio, Citroën piensa que es un buen lugar donde llevar una maleta de pequeño tamaño, de las de tipo cabina de avión (de hecho, hay una inscripción en el suelo del coche con la forma de una maleta). También se puede llevar algo de carga en el espacio que hay detrás de los asientos, que será más o menos grande según la talla del conductor. En frente del pasajero hay una percha pensada para colgar en ella un bolso o una mochila (imagen).