El puesto de conducción es, en general, satisfactorio. Chrysler ha aprovechado la mayor altura de la carrocería para colocar el asiento más alto que en la versión anterior. En el nuevo Sebring el punto «H» del conductor (que es donde está situada la articulación de la cadera con el fémur) está 65 mm más lejos del suelo que en el modelo anterior. A pesar de ello, no es un coche en el que uno perciba que vaya sentado alto.
El volante, de diámetro grande, es regulable en altura y profundidad. A mí me ha parecido que el pedal del freno queda claramente más cerca del cuerpo que el resto de los pedales. Además, sobre el pedal del embrague hay una pieza de plástico donde a algunos conductores les puede tropezar la punta del calzado.
Delante hay mucho espacio, incluso con la opción del techo corredizo. Los asientos tienen un relleno duro y proporcionan una sujeción normal; la zona más baja del respaldo da un apoyo lumbar que, a mí, me ha parecido molesto.
Hay dos tapiceras, una de piel (en el Limited) y otra, llamada «YES Essentials» que tiene tratamientos para ser resistente a la suciedad, repeler los olores y no generar energía electrostática. Las dos tapicerías son bitono.
Detrás hay anchura suficiente para tres personas (es el coche más ancho de los que ha medido km77.com entre los de características similares). A pesar de ello, un tercer pasajero colocado en las plazas traseras no irá cómodo del todo por el espacio que ocupa el túnel central.
El maletero tiene 394 l de capacidad, unas formas un tanto irregulares y dos protuberancias en la parte de arriba. Hay espacio suficiente para cuatro maletas (de las de cabina de avión) y queda sitio para guardar bolsas de mano o ropa de abrigo. Bajo el piso del maletero está la rueda de repuesto, que es de emergencia.
El aspecto del interior no es malo, aunque no tiene la misma apariencia de calidad que el de coches como un Ford Mondeo o un Toyota Avensis. Esto se debe en parte a la textura de los plásticos y a las piezas que simulan de forma poco afortunada el aluminio o la madera.
Esta sensación también se aprecia en la falta de detalles, ya que no hay goma ni tejido para cubrir los huecos donde se dejan las cosas que se llevan en los bolsillos, ni un asidero en el techo para el pasajero delantero.
La calidad percibida en elementos como los mandos también es mejorable (por ejemplo, el accionamiento de la palanca de los intermitentes) aunque en este aspecto no es de los peores.
A pesar de lo anterior, creo que no hay tanta diferencia entre el Sebring 200C y sus posibles alternativas, como la que hay entre un 300C (o un Dodge Caliber) y las suyas. Además, hay un detalle poco frecuente en esta marca y es que el plástico que recubre la parte superior del salpicadero es blando al tacto.