La unidad que más hemos conducido del X3 tenía el motor Diesel de 190 caballos de potencia, que viene asociado necesariamente al cambio de marchas automático de 8 relaciones y a un sistema de tracción total. Además, tenía varias opciones que pueden alterar sus cualidades dinámicas: ruedas de 20 pulgadas con neumáticos «Run Flat», dureza variable de la suspensión, frenos más potentes (sport) y un sistema que distribuye la potencia del motor en las ruedas traseras («performance control»).
A pesar de que la configuración de la unidad probada es claramente deportiva, BMW ha conseguido que el confort de marcha sea bueno. El X3 rueda con suavidad en todo tipo de vías aunque el firme no esté perfecto y, en carreteras de curvas, no acusa un balanceo grande, ni le falta precisión teniendo en cuenta su altura y peso (siempre que no se fuerce mucho el ritmo). En definitiva, se desenvuelve bien en muchas circunstancias que se dan en la vías asfaltadas.
Es posible que parte del buen equilibrio entre confort y comodidad se deba a la suspensión de dureza variable, que da la posibilidad de elegir el ajuste más adecuado en cada momento. Una opción más económica, pero más arriesgada, es la suspensión deportiva de dureza fija («chasis deportivo»). Supone muelles más duros, amortiguadores más firmes y barras estabilizadoras más rígidas. No la hemos probado con lo cual no podemos dar nuestro parecer.
Una de las pocas circunstancias donde se nota que el X3 no es especialmente ágil (o al menos tan ágil como los mejores todoterrenos del mercado) es cuando se fuerza el ritmo en las curvas lentas. En estas circunstancias tan particulares, un Alfa Romeo Stelvio o un Porsche Macan tienen un rendimiento claramente superior: parecen más ligeros y cambian de trayectoria con más rapidez.
En nuestra maniobra de esquiva en circuito, el X3 tuvo reacciones bruscas que en ningún momento experimentamos en la carretera. Se deben a la intervención intrusiva de las ayudas electrónicas a la conducción, cosa que ocurría con especial intensidad cuando el conductor manejaba el volante con violencia en los cambios de dirección; si se hacía con cuidado de girar con suavidad (con toda la suavidad posible, que no es mucha) las reacciones eran más naturales y el control de estabilidad intervenía de forma mucho menos brusca. Esta intervención violenta no es exclusiva del X3, sino que también la hemos observado —en mayor o menor medida— en otros vehículos altos y pesados, como el Mercedes-Benz GLC. La velocidad máxima a la entrada de dicha maniobra fue 74 km/h.
La combinación del motor Diesel de 190 caballos y la caja de cambios automática de 8 relaciones da un resultado excelente. Esta caja de cambios es en parte la responsable de que la marcha sea tan suave a cualquier velocidad, especialmente en tráfico urbano y en las maniobras, suavidad que no suelen tener los todoterreno de marcas más económicas.
El motor Diesel de 190 caballos me ha parecido algo más silencioso que en un BMW Serie 3, aunque la diferencia no es muy grande. En todo caso, se nota que es Diesel cuando se arranca en frío, pero no cuando echamos a rodar. Nuestra unidad de pruebas tenía los cristales laterales laminados, que ayudan a conseguir esa atmósfera de silencio que se vive en el interior en casi cualquier circunstancia. El BMW X3 xDrive 20d no da una aceleración muy intensa, pero tampoco se puede considerar lento en ninguna circunstancia. Según nuestras mediciones, ha necesitado 7,3 segundos para acelerar de 80 a 120 km/h, que está bien para un coche de este tipo, aunque no llega a ser tan rápido como el Mercedes-Benz GLC 220 d 4MATIC de 170 caballos, que fue especialmente veloz para su potencia (no sabemos si todas las unidades darán el mismo resultado). Aunque el X3 xDrive 20d puede ser suficiente para casi todo uso, quizá no satisfaga las necesidades de quien le guste sentir un empuje intenso al pisar el acelerador. Esto sí ocurre en el X3 xDrive 30d (265 CV) de seis cilindros que, de paso, suena más y más bonito. Para tener ese extra de potencia o de sensaciones, hay que desembolsar 8500 euros más.
En nuestro recorrido de referencia por autovía (de 143 km de recorrido que completamos a una media de 120 km/h y que tiene varias pendientes fuertes) consumió 7,2 l/100 km. En el mismo recorrido, un Mercedes-Benz GLC 220d 4Matic de 170 CV consumió 6,8 l/100 km. Un Ford Edge (2016) TDCi Bi-Turbo 210 CV 4x4 PowerShift gastó más, 7,5 l/100 km. En condiciones normales, la tracción total pasa desapercibida. Sobre superficies con escasa adherencia, se puede notar que manda más fuerza al eje posterior que al delantero. En consecuencia, si se desconecta el control de tracción (o mejor, el de tracción y de estabilidad) se puede salir derrapando un poco del eje posterior si se acelera lo suficiente. No he probado el X3 más allá de caminos de tierra en buen estado, con lo que no puedo decir la nada de su capacidades como todoterreno. Su distancia libre al suelo (20,4 cm) y los ángulos característicos (es 25,7º, el ventral es 19,4º y el de salida es 22,6º), son los normales en un vehículo de este tipo.
Nuestro X3 ha necesitado 51,6 metros para detenerse desde 120 km/h, que es un buen dato para un todoterreno. No sé en qué medida han influido los frenos opcionales de nuestra unidad y los neumáticos, también opcionales (unos Pirelli PZero, de medidas 245/45 R20 los delanteros y 275/40 R20 los traseros). La resistencia al calentamiento de estos frenos es más que suficiente para un uso normal. En definitiva, estos frenos dan buen resultado, pero no sé hasta qué punto merece la pena adquirirlos sin haber probado los de serie.