Todos los BMW Serie 5 de esta generación (G20) que he probado hasta la fecha me han transmitido la sensación de estar a bordo de un producto de alta calidad. Es un vehículo muy cómodo, suave y silencioso por el que veo justificado pagar el coste extra con respecto a otros con un precio notablemente más bajo que sobre el papel tienen unas características similares, véase un DS 9 o un Toyota Camry. El 530e xDrive Touring no es una excepción. Esta versión además aporta un plus de refinamiento y quietud cuando circula en modo eléctrico que es especialmente placentero en ciudad.
Es pesado, supera las dos toneladas, aunque no mucho más que un 530d xDrive Touring, tan solo 35 kilogramos más (ficha técnica comparativa). En curva se desenvuelve con agilidad, no con la de un deportivo ni mucho menos, pero de una manera que en la mayor parte de las ocasiones te hace olvidar su peso. En autovía se siente aplomado y su estabilidad se ve poco afectada por factores como el viento y las imperfecciones del asfalto. Se viaja con una sensación de seguridad muy alta.
El equipo de frenos le detiene en poco espacio (hemos medido 52,5 metros en el 120 a 0 km/h) y aguanta de manera respetable el trato intenso. La unidad de prueba llevaba la opción «Frenos M Sport» (las pinzas delanteras son más potentes que las de serie) y unos neumáticos Continental EcoContact 6, los cuatro con medidas 245/45 R18 Y XL.
Las prestaciones son buenas. Acelera de 40 a 120 km/h en 6,8 segundos, dos décimas más de lo que necesita un Mercedes-Benz E 300 de 4MATIC Berlina, que tiene 28 caballos más. Es más rápido que un Audi A6 Avant 50 TDI quattro de 286 CV (7,4 s) y también que un BMW 530d Touring de 265 CV (es decir, previo al restyling, ahora da 286 CV; 7,5 s).
Esta aceleración se consigue con cualquiera de los modos de conducción, siempre que se pise a fondo el acelerador y se active la función kick down que hay al final del recorrido del pedal, incluso en modo eléctrico (lo que sucede es que el coche pasa automáticamente a modo híbrido). Si se va en eléctrico y no se sobrepasa esa resistencia final del kick down, el motor de combustión permanece apagado y toda la aceleración proviene del motor eléctrico.
En eléctrico, el BMW 530e xDrive Touring acelera lo suficiente para circular ágilmente por ciudad y zonas llanas, pero poco cuando las condiciones se vuelven más exigentes, como puede ser el adelantar a un camión en una carretera secundaria. La velocidad máxima en este modo está limitada a 140 km/h.
Este Serie 5 permite automatizar algunas funciones (o costumbres, como se puede leer en la pantalla del sistema multimedia). Una de ellas es establecer una «Zona eDrive», es decir, indicarle al coche una área del mapa en la que queremos que automáticamente active el modo eléctrico. Otra función que podemos memorizar es un punto en el mapa donde deseemos que siempre baje la ventanilla del conductor (por ejemplo, porque sea donde tengamos que meter la llave para abrir la puerta de un garaje).
Me gusta el funcionamiento de los sistemas de ayuda a la conducción, especialmente el del conjunto formado por el programador de velocidad activo y el sistema de mantenimiento de carril. El primero hace un buen trabajo regulando la distancia con el vehículo precedente. Es suave y de respuesta ágil a los cambios que se producen en el frente. El segundo posiciona bien el vehículo en el centro del carril, tanto en recta como en curvas de radio amplio, y hace que la conducción en autopista sea más relajada. Además, no es necesario hacer fuerza sobre el volante para comunicar al sistema que uno está pendiente de la conducción, basta con acariciar el aro.