El BMW 530i tiene algunas cualidades muy buenas y otras sobresalientes. Unas están en el coche que se vende por 46.500 €, otras están determinadas por elementos de equipamiento que son opcionales.
Lo que tiene de serie y es más satisfactorio es su calidad y aspecto de solidez (una de las cualidades sobresalientes), la seguridad que proporciona el control de estabilidad, un motor de rendimiento muy bueno, y lo agradable que resulta en viajes porque apenas vibra o suena.
El funcionamiento general también es bueno. Hay un gran número de cosas pequeñas (o no tanto) que hacen agradable desenvolverse con este coche, desde lo eficaz que es el sistema de ventilación hasta lo bien que se puede maniobrar con él (dado su tamaño).
El puesto de conducción no se parece al que tenía el anterior Serie 5, y resulta más apropiado para los conductores que prefieren una postura elevada; es un fallo que el cinturón no tenga ajuste de altura. Delante no hay problemas de espacio ni para los conductores más altos, detrás no los hay si sólo viajan dos pasajeros.
La capacidad de aceleración es buena, pero para obtenerla hay que reducir de marcha y apurar el motor, porque los desarrollos son largos. Quien solicite aceleración en cualquier marcha, mejor que considere comprarse el 530d (que cuesta lo mismo).
Tiene un sistema de manejo mediante un botón central y un monitor que puede asumir distintas funciones y configurar muchas cosas.
Aprovechar todas las posibilidades de este mando requiere estudiar bien el manual y practicar mucho, pero para las funciones que se realizan normalmente al conducir no hace ninguna falta; cualquier persona se puede subir por primera vez en un Serie 5 y conducirlo sin necesidad de saber las posibilidades de ese sistema. Habrá conductores que nunca saquen partido a todas esas posibilidades, como los habrá que nunca lleven al motor hasta donde da 231 CV.
Cuesta 4.860 € más que un Audi A6 3.0 y 4.000 € menos que un Mercedes E 320 (que tiene cambio automático de serie). El conjunto de las opciones que tenía el BMW 530i que hemos probado (y que es del que podemos opinar) cuesta 10.067 €. En ese conjunto de opciones entran elementos que afectan de manera importante a las cualidades del coche, como la dirección activa, el sistema de estabilizadoras Dynamic Drive y los faros de xenón con iluminación en curva.
Con el sistema de estabilizadoras activas, el confort y la estabilidad son muy satisfactorias, especialmente en carreteras amplias. En carreteras lentas sigue siendo muy cómodo, y sus reacciones son más sensibles que en otros coches a la forma en que lo conduzcan.
Me parece mejor que los modelos de la competencia por relación entre estabilidad y confort, salvo que el Clase E con suspensión neumática. El Dynamic Drive funciona muy bien pero es muy costoso (2.538 €), no me atrevo a recomendarlo sin tener certeza de cómo va el 530i sin él.
La dirección activa me parece un excelente sistema de confort, que facilita mucho la circulación por ciudad y las maniobras. También puede ser de una gran ayuda si el conductor debe hacer maniobras evasivas en carreteras lentas. Por encima de unos 90 km/h equivale a una dirección normal. La dirección activa cuesta 1.485 € y creo que sí puede merecer la pena.
Lo que me parece recomendable sin reservas es el sistema de iluminación en curva, salvo para quien sólo conduzca de día o por vías iluminadas. Para poner este sistema hay que desembolsar 1.820 € y lleva aparejado los faros de xenón dobles y el dispositivo lavafaros.