El Serie 2 Gran Coupé, en su versión más potente hasta la fecha, la M235i xDrive, me ha parecido un buen coche pero no «un buen BMW». Los «buenos BMW», como lo es el M340i xDrive, aúnan excelentes cualidades dinámicas con la capacidad de hacer partícipe al conductor, que se puede sentir en el centro de la acción cuando quiere disfrutar al volante. No he tenido esas buenas sensaciones en el Serie 2 Gran Coupé. Me ha parecido un coche más corriente, más cercano a lo que ofrecen otros muchos fabricantes cuando hacen versiones deportivas que a lo que hace BMW cuando pone empeño. Es rápido pero, tras aparcarlo, el recuerdo de su conducción no perdura en la memoria porque no es emocionante.
Es posible que parte de la culpa la tengan las ruedas que ha elegido BMW para equipar a esta versión. O, al menos, a la unidad que hemos probado, que apenas tenía kilómetros y, por tanto, vino así de fábrica. Los Bridgestone Turanza T005 suelen dar poco agarre y esta vez no han sido una excepción. Su rendimiento es mediocre en conducción deportiva. No casan en absoluto con el carácter del coche. El flanco se deforma con facilidad en los apoyos, deslizan pronto y de manera ruidosa al ir rápido, y dan resultados muy pobres en la distancia de frenado.
Pero no toda la culpa es del neumático. El resto de factores que influyen en que este BMW no se parezca a lo tradicional en la marca tiene que ver, irremisiblemente, con su sistema de propulsión. Tiene tracción total, pero su comportamiento se parece al de un tracción delantera. La dirección sufre las interferencias que provoca la fuerza del motor, cosa que no ocurre en los BMW con tracción xDrive que derivan de versiones con tracción trasera (y, por tanto, con motor longitudinal en vez de transversal).
La dirección del M235i xDrive es firme, requiere de un pequeño esfuerzo para mover el volante, que se agradece en conducción rápida porque aporta precisión en las trazadas. Pero al acelerar se siente cómo en el volante hay fuerzas adicionales con las que también hay que lidiar, que varían en función de cuánto se pisa el acelerador, y no sólo en función de cuán apoyado está el coche en la curva, que es lo deseable. Por tanto, se pierde pureza a cambio de una capacidad de tracción que no es mayor que la de un M340i xDrive, que sale mejor de las curvas lentas gracias al efecto que produce el mayor reparto de potencia a las ruedas traseras.
El M235i xDrive tiende a deslizar de las cuatro ruedas, con el morro apuntando hacia el exterior del giro, si en mitad o a la salida de la curva se pisa el acelerador con decisión. No hay pérdidas de tracción como puede ocurrir en un deportivo de tracción delantera, pero este efecto también se mitiga con un diferencial autoblocante, como ocurre en el Ford Focus ST, que es más barato, más certero en curvas, corre prácticamente lo mismo y transmite sensaciones mucho más puras sin apenas sacrificar confort en comparación con el M235i. No veo motivos para aconsejar el BMW sobre el Ford, o sobre un Hyundai i30 N Fastback Performance, más allá de gustos particulares que justifiquen desembolsar un 40 % más —ficha técnica comparativa—.
En la maniobra de esquiva el Serie 2 Gran Coupé de nuestra prueba se ha desempeñado con seguridad aunque torpemente. Bien por lo importante, las reacciones, que son fáciles de corregir, previsibles y seguras. Mal por el dato aislado de velocidad a la que ha superado la prueba, apenas 68 km/h, pobrísimo. Achacable en gran medida a las ruedas, como dije al principio pero, en todo caso, pobre. En el eslalon, hilando fino, es posible enlazar giros a ritmo rápido si se es suave con el volante, porque las ayudas electrónicas tardan en intervenir y dejan hacer al coche, que tiene buenas maneras siempre.
En uso cotidiano es un coche suficientemente cómodo para que viajen cuatro pasajeros sin problema. La suspensión absorbe con normalidad el efecto de los baches e irregularidades que provocan rebotes rápidos y secos en las ruedas. No hay sequedad en sus reacciones pero se nota que va firme de suspensión. Entre la posición normal del selector de modos de conducción (en este caso, Comfort) y la posición deportiva (Sport) hay poca diferencia de respuesta.
Hay berlinas deportivas en las que la amortiguación de dureza regulable tiene más marcadas las posiciones y se nota claramente el endurecimiento. La carrocería balancea moderadamente en las curvas que se toman a ritmo fuerte, más que en otras berlinas deportivas como el Hyundai i30 N Performance, que es similar al BMW en su posición normal de dureza y claramente más firme y duro en la posición deportiva.
El motor de cuatro cilindros y dos litros es brillante en prestaciones y en consumo. Para lo mucho que corre, gasta muy poco. No emociona. Hay sonido deportivo, pero queda un poco artificial, a veces parece rebuscado porque sólo proviene del escape y no de la admisión ni del orden de encendido. Son esos detalles que distinguen al deportivo que es bueno en cantidad, por las cifras que arroja, del que también es bueno en calidad, por las emociones que provoca.
En la medición de consumo en autovía, a 120 km/h de media, ha gastado 6,0 l/100 km, que es una cifra excepcionalmente baja incluso para turismos de gasolina con la mitad de potencia, o para turismos Diesel de potencia cercana. Un Honda Civic Type R (2017) gastó en la misma ruta 8,3 l/100 km, y un Ford Focus ST 2.3 EcoBoost 280 CV (2019), 7,3 l/100 km. El desarrollo en octava de la transmisión de ocho marchas (57,2 km/h por cada 1000 rpm) permite circular en autovía a apenas 2100 revoluciones. Aunque a ese régimen el motor no tiene una gran reserva de potencia, tiene la suficiente para mantener el ritmo en las cuestas medianamente pronunciadas. Independientemente del tipo de uso, salvo que se exprima la potencia con decisión, el M235i xDrive gasta poco. En uso combinado a ritmo normal (que, en este coche, es un ritmo algo más alegre que el del tráfico circundante, si cabe), es fácil estar en torno a los 8 litros por cada cien kilómetros sin hacer esfuerzos por gastar poco.
La caja automática funciona bien por rapidez en uso normal, sin ser un dechado de suavidad, principalmente porque al reducir varias marchas a menudo lo hace con brusquedad. Tampoco es fácil maniobrar a velocidad baja cuando el coche está parado y se intenta, por ejemplo, cuadrar el coche en una plaza de aparcamiento, porque entre cada maniobra marcha adelante y marcha atrás, la marcha no entra progresivamente y hay que tener tino con el acelerador si no se quiere aparcar a trompicones. Este efecto se maximiza si está activada la función «HOLD» (mantener) del freno de estacionamiento, que activa los frenos cada vez que se detiene el coche y se cambia de D a R o viceversa.
El M235i xDrive, según nuestras mediciones, acelera de 80 a 120 km/h en 3,8 segundos. Para un coche de 306 caballos es una cifra normal. Hay modelos menos potentes que han sido más rápidos, como el Ford Focus ST 2.3 EcoBoost de 280 CV, que aceleró en 3,7 segundos, el BMW 330e Berlina, de 292 CV, que lo hizo en 3,6 s o el Mercedes-AMG A 35 4MATIC, con 306 CV, que necesitó 3,4 s. Todos los turismos equiparables al M235i xDrive que han sido menos rápidos, son también menos potentes, como el Hyundai i30 N Performance de 272 CV, que tardó 4,1 s o el Škoda Octavia Combi RS de 230 CV, con 4,0 s.
La distancia de frenado ha sido mala. 57,2 metros para detenerse desde 120 km/h es una cifra impropia de una berlina normal y, mucho menos, de una berlina deportiva. Los modelos semejantes a este M235i xDrive cubren esa frenada en distancias de entre 49 y 53 metros, como se constata en esta tabla comparativa de mediciones.