El Stelvio 2023 conserva las virtudes que ha tenido este modelo desde su lanzamiento. Es un SUV que disimula muy bien su peso y tamaño, con el que se puede ir más rápido por una carretera de curvas que con la mayoría de modelos semejantes, con la excepción del Porsche Macan (no hemos conducido el Maserati Grecale).
No es el más aconsejable si lo que se quiere es un coche cómodo —un DS 7, un BMW X3, un Honda CR-V o un Lexus NX lo son más— porque la suspensión tiene un ajuste firme, aunque tampoco se trata de un coche incómodo en el que viajar suponga un problema. Además, el trabajo de la suspensión en asfaltos deteriorados es muy bueno y permite efectuar una conducción decidida con la misma confianza que cuando el suelo está en buen estado.
Lo que hace mejor al Stelvio frente a la mayoría es la facilidad que tiene para entrar en las curvas cerradas, mantener la trayectoria en apoyos fuertes e incluso para girar un poco más en situaciones en las que otros SUV subviran.
Tiene una dirección muy rápida, con muy poca desmultiplicación, que acentúa esa sensación de agilidad pero que no lo convierte en un coche nervioso cuya trayectoria hay que corregir continuamente. Algo mejorable es cuánto gira el Stelvio: necesita un círculo con un diámetro de 12,0 metros, igual al de un BMW X3, pero algo más grande que el de un Mercedes-Benz GLC (11,8 m). El Mazda CX-5 y el Volvo XC60 giran en menos espacio, a pesar de ser de tracción delantera (característica que limita el ángulo de giro en mayor proporción).
A mí, además, me ha gustado el tacto de freno: firme y consistente (incluso cuando al habitáculo ya entraba un considerable olor por el calentamiento). En cambio, la potencia de frenada (51,2 metros en el 120 a 0 km/h) es buena pero no iguala a la que medimos al Porsche Macan (49,2 m). Los neumáticos del Stelvio que hemos probado eran unos Michelin Latitude Sport 3 de medidas 255/45 R20.
Hemos probado la versión 2.0 Turbo de 280 CV. Tiene un motor de gasolina de cuatro cilindros con sobrealimentación. No es de los que enamoran, no tanto por sus prestaciones, que son buenas, sino por su sonido, que es muy normal, y por la respuesta, que es contundente solo entre 4000 y poco más de 6000 rpm, que es cuando ya corta inyección.
Las prestaciones que hemos medido han sido parecidas a las del Stelvio 2017, con una ventaja de dos décimas en la aceleración de 40 a 80 km/h (2,8 s en vez de 3,0 s). La diferencia en la prueba de consumo tampoco ha sido significativa (9,3 l/100 km, un dos por ciento más). No tenemos datos de otro todoterreno semejante por tamaño y motor para comparar.
Sobre la conducción del Stelvio hay información abundante en la prueba del modelo-año 2017.