Al contrario de lo que podría parecer por su silueta, el Alfa Romeo 4C tiene dos plazas de dimensiones adecuadas para ocupantes de estatura media, incluso hay espacio suficiente para los de estatura elevada.
Una de las cosas que más llaman la atención del puesto de conducción es lo cerca que se va del suelo. Al ir sentado tan bajo cuesta recoger los tickets de los puestos de peaje o de los aparcamientos. Además, si hay mucho tráfico, no se puede ver lejos y, en consecuencia, se pierde algo de capacidad para anticiparse a las circunstancias de la carretera.
Otro problema de la posición de los asientos es que el acceso al interior es complicado, aunque no es el peor que he visto en un coche de este tipo (por ejemplo, en el Opel Speedster recuerdo mayores dificultades para entrar y salir). Para acceder al interior del Alfa Romeo 4C hay que abrir las piernas considerablemente para superar la prominente pieza del chasis que separa el exterior del habitáculo y luego flexionar mucho las rodillas y el tronco.
El interior es sencillo por materiales y ajustes. Al carecer casi por completo de guarnecidos (las alfombrillas son opcionales), casi todo lo que está alrededor de los ocupantes es duro. Otros detalles que denotan que el fabricante ha buscado la máxima ligereza es que la parte inferior del salpicadero está sin cubrir —quedan a la vista muchas conexiones eléctricas, mandos y cables—, que los tiradores de las puertas son un asa de cuero (imagen) y el equipamiento de confort es prácticamente inexistente.
No hay casi ningún sitio para vaciarse los bolsillos. No hay bolsas en las puertas y en la consola situada entre los asientos sólo hay unos receptáculos poco profundos destinados para alojar bebidas. Tampoco tiene una guantera tradicional; en su lugar hay una especie de pieza de tela adosada al salpicadero que permite llevar la documentación y algún otro papel. Con este panorama, me parece imprescindible pagar por el cajón ubicado entre los asientos y la mampara que separa el habitáculo del motor. Este cajón queda muy retrasado respecto a los ocupantes, pero es uno de los pocos sitios donde se pueden guardar cosas sin el riesgo de que se salgan de ahí en las curvas.
El Alfa Romeo 4C se maneja aceptablemente bien en la ciudad a pesar de la reducida altura del puesto de conducción y de las formas de su carrocería. Es así porque es un coche pequeño y porque los laterales de la carrocería se controlan bien con los espejos retrovisores exteriores. También ayuda que el puesto de conducción no esté muy retrasado. El único gran problema de visibilidad es que por el retrovisor interior apenas se ve puesto que el cristal que separa el habitáculo del motor es muy pequeño y está oscurecido.
Como en algunos coches de competición, los asientos del Alfa Romeo 4C casi no tienen casi posibilidades de regulación. El del conductor solo se puede ajustar la distancia a los pedales y la inclinación de su respaldo. El del acompañante no tiene ninguna regulación y su ocupante lleva apoyados los pies en una plancha metálica (imagen), nuevamente como en un coche de carreras. Los asientos delanteros son muy duros ya que apenas tienen espuma de relleno. La instrumentación es una pantalla con diversas posibilidades de configuración (imagen).
Al maletero y al motor se accede a través del mismo portón (imagen). El maletero solo tiene 110 litros de capacidad, suficiente para dos mochilas de pequeño tamaño y algún otro objeto pequeño. A diferencia de otros cupés de motor central, el Alfa Romeo 4C no tiene maletero por delante del habitáculo; el capó delantero no se puede abrir.