Porsche en las 24 horas de Le Mans de 2015

Roberto Gómez es un ingeniero español de 29 años que trabaja en Porsche Motorsport. Tuve la inmensa fortuna de conocerlo el fin de semana de la carrera, durante el que nos dedicó parte de su (poco) tiempo «libre» para enseñarnos su trabajo y el equipo a cuatro periodistas españoles. Un lujo.

Roberto es ingeniero de datos del equipo LMP1 (la categoría más importante en el WEC) del equipo Porsche, concretamente del coche con dorsal 17, el pilotado por Berhard, Webber y Hartley. Tras dejarle disfrutar de la victoria del equipo unos días, contacté de nuevo con él para intentar averiguar unos detalles técnicos del 919 Hybrid. Obviamente no hubo suerte, no porque no los supiese, sino porque en caso de decírmelos, supongo que luego tendría que matarme. Ya saben, alto secreto. Pero se ofreció a ayudarme en lo que fuese, así que aproveché su amabilidad para preguntarle cómo se llega a un puesto como el suyo, soñado seguramente por muchos ingenieros en activo y estudiantes.

Roberto estudió Ingeniería Industrial en la UPM y lo compaginó intentando aprender todo lo posible por su cuenta, leyendo libros técnicos y yendo a talleres de amigos a echarles una mano (universidad, qué lejos estás a veces del mundo real). Dice agradecer mucho a uno de esos amigos porque le dejaba pasar más de doce horas echándole una mano, incluidos todos sus veranos libres.

Le pregunté si volvería a elegir ese camino. Dice que sí, porque a él le ha funcionado. Pero también recomienda lo siguiente: «Irse a Inglaterra una temporada siempre viene bien, es el centro de la competición. También es muy recomendable hacer algún curso para aprender algún software que luego necesitaremos, como por ejemplo de diseño. Yo ahora, en mi tiempo libre, doy cursos de adquisición de datos porque es algo que la mayoría hemos aprendido a base de trabajar con ello, pero creo que tener una visión general de cómo funciona todo antes de utilizarlo, facilita muchísimo las cosas. Sé cómo se empieza en la competición y creo que los cursos que doy ayudan mucho a los que están como yo al principio».

Como era de suponer, a Roberto el gusanillo de la competición le venía de antes. Arreglaba (él dice que «intentaba») arreglar las motos de los amigos del barrio y echar una mano a los que tenían talleres. Y culpa de ello a su padre, a quien ahora dedica los resultados.

En la universidad participó en la Fórmula SAE. De ese proyecto dice que «te enseña mucho y realmente te aclara si te quieres dedicar a esto o no, además tuve el privilegio de ser piloto y disfrutarlo». Tras la universidad le surgió la oportunidad de echar una mano a un equipo profesional, Meycom. Contentos con él, le contrataron. Afirma agradecerles mucho también.

En Porsche Motorsport lleva un año y medio. Le he preguntado cómo se llega a un lugar así, si vas o te llaman. Responde: «Cuando lo tienes claro sacrificas mucho por trabajar en algo así, por lo que poco a poco se te van abriendo nuevas puertas y se te presentan nuevos retos. Te vas haciendo un nombre en el automovilismo de competición y conoces a mucha gente. Lo importante es intentar ayudar a todo el que lo necesite porque esto es un mundo muy pequeño y todos se conocen. Al final la oportunidad llega tarde o temprano, solo hay que ser persistente».

Roberto es una de las más de 230 personas que forman parte del proyecto LMP1. Una amplia mayoría son ingenieros, algunos trabajan en la fábrica y otros en pista. Sólo cuatro son españoles: Imanol —ingeniero en el departamento de aerodinámica—, los hermanos Jorge y Jose Santos —el primero es uno de los camioneros y se encarga de las ruedas en las carreras; Jose es otro ingeniero que trabaja en el mismo departamento que Roberto—

Le pregunto si le gustaría trabajar en otro departamento, a lo que me responde que él necesita la adrenalina de las carreras, que no lo cambiaría por ir al equipo que está en fábrica. En cambio, no descarta en un futuro, ahora no se lo plantea, trabajar en el sector del automóvil de producción.

Defiende los colores. Dice que «Porsche es genial, para mí la mejor marca, y más conociendo los coches». No se iría a la competencia. Me cuenta que profesionalmente ha cumplido su objetivo.

Me sorprende que no haya dicho algo de la F1. Al preguntarle por dicha competición, Roberto responde: «Siempre sueñas con la F1, pero estando aquí (LMP1) me doy cuenta que a nivel tecnológico es igual o superior a la F1. El coche monta los mismos sistemas e incluso algunos innovadores por toda la parte híbrida; los ingenieros y mecánicos vienen de la F1; e incluso algunos pilotos son pilotos en activo de la F1. Por tanto, creo que ahora valoro otras cosas como el lugar; Stuttgart me gusta mucho, y compartir el trabajo con Jose es un placer». Y me cuenta algo que ahora queda como una anécdota más: el último año del equipo español HRT F1 Team, hizo una entrevista y le seleccionaron como ingeniero, pero el equipo cerró antes de poder empezar.

El trabajo de Roberto en carrera comienza «preparando un motón de cosas, ajustando un montón de settings en los ordenadores y dejando todo el software listo». Como todo está muy automatizado, se requiere mucho tiempo para hacerlo funcionar; la recompensa viene luego, por lo mucho que les facilita las cosas. También revisan informes de otros años e intentan preparar todo lo posible las evoluciones y novedades. Utilizan prácticamente dos días en el circuito solo para dejar todo listo antes de que empiecen los entrenamientos libres.

Durante la carrera, es el momento de centrarse, olvidarse de todo lo demás y monitorizar todos los datos del coche. «Tenemos software y herramientas que nos ayudan, pero cada uno debe ser capaz de organizarse de la mejor manera para asegurarse que el coche no tiene ningún problema. Es cierto que para todas las horas de trabajo que echamos en los circuitos, las horas en las que el coche está en pista no son muchas, excepto en las 24 horas de Le Mans, así que las horas de carrera son las más amenas y entretenidas. Siempre está esa tensión que lo hace especial, porque no hay que olvidar que, a todos los que nos gusta esto, somos competitivos y queremos ganar». «Una vez finalizada la carrera, hacemos informes para el año siguiente y analizamos los datos para mejorar todo lo posible el coche para la siguiente. Hay una parte que se hace en el circuito, excepto cuando ganas que todo el mundo se va al podio a celebrarlo y se olvidan de si el coche aún está en pista terminando la vuelta que le lleva al box. Todo es un caos pero merece la pena. Luego en la fábrica se continúa con estos informes y análisis».

Durante las 24 horas de Le Mans los pilotos se relevan —hay tres por coche—. Le pregunto a Roberto cómo hacen las rotaciones en el equipo de ingenieros para descansar. Sonríe. «Pues quitando los ratos que inevitablemente tenemos que ir al baño, al menos 24 horas tenemos que estar sentados. No se descansa nada y, de hecho, si en algún momento necesitamos dejar nuestro puesto, tenemos que decírselo al compañero o comunicarlo por el intercomunicador para que echen un ojo a lo que estamos monitorizando nosotros».

Inevitablemente imagino el momento de ir al baño. Yo, en su caso, me iría pensando que seguro que el problema aparece en ese instante, así que le pregunto si es capaz de ir tranquilo. «Efectivamente, la avería puede venir en cualquier momento y casi siempre suele ser en el peor. Es muy importante estar lo más concentrado posible las 24 horas porque cualquier problema puede ser importantísimo descubrirlo a tiempo, así que no es posible despistarse. Lo peor de esta carrera no son ya las 24 horas seguidas, son la semana que llevamos en la que no dormimos más de seis horas por día y que el día de la carrera nos levantamos a las cinco y media de la mañana para el Warm Up. Las horas antes de que empiece la carrera se hacen interminables y las horas de la noche, justo antes de que amanezca, también. Por la noche vuelan los cafés en el box».

Finalizo la charla con Roberto haciéndole la pregunta del millón: ¿ganaréis otra vez el año que viene? Su respuesta no deja dudas sobre lo que piensa: «De momento vamos a intentar ganar el campeonato, pero Porsche es una marca ganadora donde, desde el principio, se exige ganar todas las carreras».

La foto que cierra esta entrevista me la ha enviado el propio Roberto. Es de la última victoria del equipo en las 6 horas de Austin.

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