El interior del Volvo S40 destaca más por el buen aspecto que presentan sus materiales y calidad de acabado, que por funcionalidad y espacio. Los plásticos utilizados en el interior, sobre todo la parte superior del salpicadero y de las puertas, parecen muy buenos. Son mullidos, suaves y de buen tacto. En la mitad inferior hay plásticos más duros, pero siguen teniendo un agradable aspecto. Sólo desmerecen las uniones que hay de piezas de plástico entre los asientos delanteros, donde se puede apreciar que las rendijas que quedan las piezas no tienen el mismo grosor en todas las partes. Las versiones probadas en la presentación eran preseries; probablemente mejores las versiones que se destinen a la clientela.
La posición al volante que se puede obtener puede ser cómoda para tallas muy distintas. El asiento del conductor (al menos con regulación eléctrica) no puede ir tan bajo como —por ejemplo— en un BMW Serie 3, pero la distancia al techo es sobrada (100 cm) para que personas muy altas puedan cómodamente sin rozar con la cabeza en el techo.
El volante tiene unas amplias regulaciones en altura y profunidad, con lo que es fácil encontrar la relación de distancia idónea entre asiento volante y pedales. Algunos conductores echamos en falta que el apoyo para el pie izquierdo quedara un poco más lejos (para llevar la pierna más estirada) y fuera ligeramente más ancho.
Los asientos son muy parecidos a los que usa habitualmente Volvo. Son muy cómodos. Se caracterizan por un mullido más bien blando y con unas formas que hace que la espalda y las piernas descansen bien en todo el respaldo y la banqueta. Quizá lo que más distinge a estos asientos son los reposacabezas, por su forma y porque carecen de posibilidad de regulación, pero que queda muy bien situado (para ser seguros) para tallas muy distintas.
Sentado en el asiento del conductor me quedaban ocultas, detrás de los brazos horizontales del volante, todas las lecturas del brazo del intermitente (que incluye el botón «reset» del ordenador de viaje y la ruleta selectora de las funciones del mismo) y del brazo del limpiaparabrisas (que incluye las velocidades de barrido y el botón que activa el limpiaparabrisas automático, imagen). La cerradura del contacto está en el salpicadero y la llave es de tipo eléctrico, al estilo Mercedes (con la cerradura colocada ahí es muy fácil atinar con la llave, imagen).
En las plazas traseras del Volvo S40 hay una anchura normal, una longitud para las piernas sólo suficiente y una altura libre escasa para personas de talla media. De los coches que tienen longitud parecida, (como el Serie 3, un Alfa 156, un Lybra o un Toledo), el Volvo es el más pequeño teniendo en cuenta la longitud para las piernas y altura libre (aunque el Toledo también tiene poca altura en las plazas traseras).
En las plazas delanteras no sobran huecos donde colocar cosas. En las bolsas de las puertas no entra más que una billetera y un teléfono pequeño. Entre los asientos hay un par de receptáculos para dos envases de bebida con una superficie de goma que se puede quitar para limpiar. Creo que estos huecos quedarían mejor si tuvieran una tapa que los ocultara cuando no se usan. Justo detrás hay un apoyabrazos que hace de tapa de un cajón de tamaño mediano.
En algunos aspectos creo que hay predominado el diseño sobre la funcionalidad. Por ejemplo, es complicado coger cualquier objeto que esté detrás de la consola central «adelantada». (imagen). La guantera es muy profunda, su boca estrecha y tiene una bandeja de goma que se puede quitar para favorecer su limpieza.