He vivido durante una noche en una Volkswagen California T7 Ocean. Un coche con cuatro asientos y dos camas. En cada cama pueden dormir dos personas con relativa comodidad.
La noche en la que dormí en la California fue la noche del 14 al 15 de noviembre de 2024, durante la presentación del vehículo a la prensa. Volkswagen puso a disposición de los periodistas un bungalow en el Camping de Tamarit y también una California. Nos dio a elegir entre dormir en el bungalow o en la California. ¿Por qué me pagan a mí, por probar bungalows o por probar vehículos? Dormí en la California sin dudarlo. Durante la cena, una periodista joven, propietaria de un vehículo camperizado, no se creía que yo fuera a dormir en la California. Me veía demasiado viejo, creo yo.
Su escepticismo no tiene ningún sentido. Dormir en la California es igual de confortable para personas jóvenes que para personas mayores. O igual de incómodo. Pero a mi juicio lo de dormir es lo de menos. Cualquier colchón en cualquier sitio sirve para dormir. A mi juicio, el problema de «vivir» en una furgoneta es el tiempo que pasas sin dormir. Especialmente si utilizas las cuatro plazas. Dos parejas adultas o una pareja y dos niños debe de ser la utilización más frecuente.
La principal diferencia de la California T7 con todas las California anteriores es el doble portón lateral. Porque el truco de vivir en un vehículo camperizado de este tamaño es vivir fuera. Vivir dentro cuatro personas, debe de resultar complicado por la falta de espacio. Dos vías de entrada y salida y dos espacios exteriores, separados por el vehículo, ayudan a convivir, porque también ayudan a distanciarse.
El espacio en el interior del vehículo es escaso si se utilizan los cuatro asientos. De día, una buena solución debe de ser sacar los asientos posteriores y dejarlos en la calle. Al ser asientos individuales, aunque son pesados, moverlos resulta relativamente fácil, aunque sacarlos cada mañana y meterlos cada noche para dormir puede resultar engorroso.
La cama inferior de serie se construye poniendo el colchón sobre los asientos posteriores. Pero, intuyo, aunque no lo he probado, que también podría prepararse una cama directamente sobre el suelo y despejar el interior de todos los enseres (asiento y mesa plegable). Quizá no sirva el colchón incluido en el equipamiento del coche, pero seguro que se puede adaptar otro tipo de colchoneta. De esta forma, con mucha facilidad, una vez el coche está aparcado, se puede dejar el interior diáfano y plegar el colchón y arrumbarlo cada día por delante de los asientos delanteros o sobre el colchón superior.
La California Ocean en la que dormí tiene de serie accionamiento eléctrico del techo, por lo que resulta muy cómodo de subir y bajar. Decidí dormir en la cama superior, menos aislada del ruido y del frío (imagen). Lo decidí así porque me apetecía oír el sonido del mar y la protección térmica que proporciona la tela. En una noche poco fría, la temperatura exterior marcaba 14 grados cuando me desperté a las 7:00 de la mañana, ni pasé frío ni me molestó el ruido del mar. Un saco de verano y una cazadora que abriga, echada sobre el tronco en la madrugada me permitieron dormir como los ángeles. El colchón me resultó comodísimo, aunque mi valoración sobre este extremo no tiene ningún valor. Creo que sería capaz de quedarme dormido sobre una cama de faquir indio. Aun así, el colchón superior de la california me resultó muy cómodo.
Mi intención era cambiarme a media noche y probar el colchón inferior situado sobre los asientos, que dejé preparado en previsión de frío o de ruido insoportable. Pero me dio pereza cambiarme. A mi juicio, el único problema de dormir arriba, es la obligatoriedad de bajar a media noche para miccionar, siempre que tengas la necesidad. Yo la tuve, y a horas intempestivas de la madrugada, tuve que descender por la trampilla que abre el espacio de bajada. Una vez abres la trampilla, el riesgo de resbalar y caerse de cabeza por el agujero y aterrizar sobre los asientos delanteros no es baladí —efectivamente, me escurrí con el saco y caí de cabeza. Ya decía mi colega joven que dormir en la California era deporte de riesgo para personas de edad provecta—.
Pero lo de caerse no es más que una anécdota, de un hombre poco precavido que intentó alcanzar una prenda de abrigo situada abajo estirando los brazos. El principal problema es abrir la trampilla, bajar y abrir y cerrar la puerta del coche sin hacer ruido para no despertar a los vecinos que duerman abajo. Después, además, la incomodidad radica en ir desde el vehículo aparcado hasta los baños del camping para orinar en un lugar apropiado y no en un arbusto. Esa excursión a media noche no apetece nada, pero es parte del juego.
Conviene dejar los zapatos fuera de la California, porque ya que hay poco espacio para pisar dentro del coche, lo deseable es que esté impoluto. Poner alfombras a la entrada de las puertas, del material que cada uno considere, es prácticamente imprescindible para entrar con los pies limpios.
Necesito probar más tiempo la California para hacer algo más que dormir o mover los asientos. Por cierto, que el sistema de guías situadas en el suelo para desplazar los asientos alante y atrás funciona con una precisión y suavidad encomiables.
Tendré que probar la cocina, el lavabo, la nevera, la ducha, la cama inferior, la mesa para jugar a cartas o trabajar y la pantalla situada en el habitáculo para controlar dispositivos y suministros. Me va a costar engañar a tres amigos de mi edad para ir un fin de semana, jugar a las cartas y dormir en la California. Principalmente porque mis amigos, en general, son muy altos.