La unidad que hemos probado del Golf GTI de 230 CV tenía la suspensión de serie (hay otra opcional de dureza variable), cambio de marchas manual de seis relaciones (hay otro automático de 7 marchas) y ruedas de 19 pulgadas (las de serie son de 17) que implican neumáticos de medidas 225/35 R19.
Del total de kilómetros que he realizado, cerca de mil han sido en dos días consecutivos, mezclando vías de segundo orden (de trazado lento y rápido) y autovía.
No sé decir en qué circunstancias va mejor, si en una autovía a alta velocidad o en carreteras de segundo orden con curvas. En ambas el desempeño es bueno y transmite una elevada sensación de control y seguridad. Es poco sensible al estado del piso pues, aunque haya baches, no tiene tendencia a descolocarse cuando los sobrepasa. La suspensión se siente firme, pero no es incómoda salvo que se hagan muchos kilómetros por vías mal mantenidas.
Obviamente, se viaja mejor en un Golf básico, ya que tiene una suspensión más blanda y ruedas más estrechas que posiblemente hagan menos ruido de rodadura sobre asfalto rugoso. Sin embargo, no me parece descabellado elegir el GTI como coche para viajar, siempre y cuando se esté dispuesto a ceder un poco de confort a cambio de un buen tacto de conducción tanto por lo que respecta al chasis como al motor.
El Volkswagen Golf GTI se siente rápido y poderoso, pero los que realmente busquen un deportivo puro, quizá noten que le falta algo. No es perfectamente inmediato a las órdenes, sino que se nota un ligero retraso entre que el conductor mueve el volante y el coche se apoya en la curva. Ese breve lapso de tiempo se puede deber —al menos en parte— a dos motivos. Uno, a que la suspensión es relativamente suave en su primera parte del recorrido y permite un pequeño balanceo de la carrocería. Dos, a que la dirección no es rápida en los primeros 2-3 grados de giro. Si se elige el modo de conducción deportivo se reduce la asistencia de la dirección, con lo que aumenta su firmeza y mejora un poco la percepción del conductor, pero en ningún caso cambia su rapidez.
La suspensión de dureza variable (que tiene varios programas manuales de ajuste) es una opción a valorar. Quizá con ella se pueda conseguir una respuesta inicial un poco más inmediata a las órdenes del volante, sin perder confort cuando se quiere conducir relajadamente.
Los frenos han cumplido, sin más; ni dan mucha capacidad de detención, ni tienen un tacto particularmente bueno. Según nuestras mediciones, este Golf ha necesitado 54 metros para detenerse desde 120 km/h, dato que es mediocre para un coche de este tipo. En una conducción por carretera, donde nunca se frena a tope (salvo en emergencias) no es evidente que falte algo de frenada, pero sí se notará en un circuito o frente a un imprevisto. La versión GTI Performance tiene unos frenos más potentes (no sabemos decir cuáles son las diferencias exactas respecto a los del GTI; estamos a la espera de que Volkswagen España nos dé una contestación) y quizá con ellos la frenada sí sea más contundente.
El GTI Performance también implica un diferencial autoblocante, que no he echado mucho en falta en el GTI porque su motricidad es buena en términos generales. La influencia del diferencial autoblocante será claro si se conduce deprisa por zona de curvas muy lentas y deslizantes, pero en el resto de las circunstancias pasará desapercibido (o casi).
En nuestra maniobra de esquiva el Volkswagen Golf GTI ha reaccionado de forma brusca (y no lo esperábamos pues en las pruebas que hemos hecho en carretera, a veces forzando la trayectoria, siempre nos ha transmitido mucha confianza). En dicho ejercicio, después del segundo movimiento del volante, el coche tenía tendencia a sobrevirar de forma ostensible. Puede que se deba a que el control de estabilidad interviene muy poco durante la maniobra, algo que parece corroborado porque el coche no pierde mucha velocidad durante el ejercicio. En todo momento, el control de estabilidad iba ajustado en el modo normal, no en el deportivo.
El motor da unas prestaciones excelentes, tiene buena respuesta a todo régimen, hace muy poco ruido y apenas vibra cuando se utiliza con normalidad. Se siente poderoso y tiene un tacto delicioso.
Según nuestras mediciones, las prestaciones son muy buenas para la potencia. Ha necesitado 3,8 segundos para pasar de 80 a 120 km/h, que es casi lo mismo que necesitó el Peugeot 308 GTI de 270 CV año-modelo 2014 (no hemos probado el nuevo, pero el motor no cambia). Llega con mucha facilidad hasta el régimen de potencia máxima, que es a 6200 rpm. La versión GTI Performance da la potencia máxima a un régimen claramente más elevado, 6700 rpm.
El consumo puede llegar a ser sorprendentemente bajo si se conduce a velocidad más o menos sostenida, en marchas largas y sin pisar mucho el acelerador. Eso no implica, desde luego, ir lento. En nuestro recorrido de consumo por autovía (que tiene 143,3 km y que pasa por un puerto de montaña) gastó 6,6 l/100 km. Con un consumo así, los 50 litros que caben en el depósito no obligan a parar a repostar a menudo. Al menos en nuestra unidad, el dato que indicaba el ordenador, prácticamente coincidía con el consumo real.
El cambio de marchas tiene recorridos largos y, aunque tiene un tacto firme (no es esponjoso como el de un Peugeot 308 GTI), no acaba de evocar nada especial a su conductor: cumple su cometido de forma correcta pero podría pasar perfectamente por el cambio de marchas de una versión de menor potencia. El cambio automático DSG disponible en opción no lo hemos probado.
Las llantas que tenía nuestra unidad de pruebas eran las que Volkswagen denomina Brescia (sus dimensiones son 7,5 de anchuura x 19 pulgadas de diámetro). Tienen un diseño exterior pulido (Volkswagen lo llama «superficie de torneado brillante») y sus bordes quedan aparentemente enrasados con los flancos del neumático. Por ello, es fácil rozarlas en los bordillos a poco que haya un error de cálculo. Es posible que con las llantas más pequeñas (de 17 o 18 pulgadas, aunque eso sí, todas son de 7,5 pulgadas de anchura) el flanco del neumático no quede tan «estirado» y la protección frente a los bordillos sea mayor.