También en carreteras lentas el resultado del Prius me parece muy positivo, aunque es el terreno donde requiere más atención del conductor, si quiere obtener las mejores prestaciones y el mejor consumo.
En ciudad o en una carretera donde los cambios de velocidad no sean frecuentes, el coche responde muy bien aunque el conductor conduzca despreocupadamente; en carretera lenta, en cambio, el resultado depende más del conductor.
El Prius recupera tanta más energía cuanto menos intensas y frecuentes sean las frenadas. Por tanto, si el conductor conduce suavemente y procura alargar las frenadas, la energía que recupera es mayor, lo que implica gastar menos combustible. La suavidad en la conducción siempre mejora el consumo, pero en este caso lo hace más que en cualquier otro coche.
En un recorrido rápido por carretera lenta, el consumo medio ha sido 6,8 l/100 km, algo imposible de conseguir con otro coche que tenga este nivel de prestaciones. En un recorrido muy exigente para el coche, porque estaba casi al límite de su carga útil y había desniveles, ha gastado 7,5 l/100 km.
El consumo máximo que he obtenido ha sido también en un recorrido por carretera lenta: 9,3 l/100 km; creo que es el consumo máximo para este coche porque iba casi continuamente al máximo de las posibilidades de aceleración del coche, en muchas ocasiones sin ayuda del motor eléctrico, con la función de máxima retención engranada («B» en la palanca de cambio) y siempre con frenadas fuertes. En la posición «B» retiene más, pero también gasta más porque se recupera menos energía para la batería.
En carreteras lentas hay que tener la precaución de mirar el nivel de carga antes de adelantar, una preocupación que es innecesaria en ciudad y en carreteras de velocidad más o menos constante.
Al subir una rampa larga o fuerte, especialmente con el coche cargado, es posible (aunque poco probable) agotar la reserva de la batería destinada al motor eléctrico (la batería realmente nunca se agota mientras el coche esté en marcha). A mí sólo me ha ocurrido una vez en unos 2.000 km de prueba; fue al subir una rampa con el coche muy cargado, y en parte porque lo provoqué. No obstante, creo que no se debe iniciar un adelantamiento sin echar una ojeada rápida al nivel de carga de la batería; si hay al menos dos rayas, no hay problema.
Por estabilidad y por frenada, el Prius da todas las satisfacciones que cabe esperar de una berlina de este tipo en carretera lenta, incluso si se quiere practicar una conducción rápida. Es un coche muy ágil, apenas se balancea, entra muy bien en las curvas y no se sale de la trayectoria salvo que se cometa un error muy grave.
Eso sí, hay que acostumbrarse a que el acelerador no sirve para modificar la trayectoria ni el movimiento de la carrocería, porque el motor prácticamente no retiene. La posición «B» del cambio hace que el motor no se pare en retención (y, por tanto, bombee aire y retenga un poco); puede ser útil para bajadas prolongadas, pero hace que el coche consuma más porque deja menos energía para que la recupere el sistema eléctrico. Aún así, la retención que da esa posición es menor que la segunda velocidad de cualquier coche.
En una conducción normalmente rápida por carretera de montaña, es raro que el control de estabilidad entre en funcionamiento. Cuando lo hace, corrige bien el subviraje dentro de lo posible; no se nota que el coche entre mejor en la curva, pero sí que frena el deslizamiento. Como en otros Toyota, hay un aviso acústico además de un testigo para indicar que el control de estabilidad está funcionando. Curiosamente, hay un testigo aparte que indica si se pone en funcionamiento el control de tracción o el antibloqueo de frenos.
En este tipo de carreteras es donde el coche puede parecer más ruidoso porque el ruido depende sólo de la aceleración. Siempre que se pisa el pedal a fondo, el motor se pone a régimen de potencia máxima y ahí se queda hasta que se desacelere. Un motor que no baja del régimen de potencia máxima durante una aceleración puede parecer más ruidoso, porque no tiene el cambio de tono característico de los coches con marchas. Ahora bien, salvando esa circunstancia, no me parece un coche ruidoso en esas carreteras.