En las plazas delanteras del Toyota Aygo hay espacio suficiente para que dos personas vayan cómodas. La anchura para los hombros permite que los ocupantes no van muy cerca entre sí, ni muy cerca de las puertas. La distancia libre al techo no es mejor que la de otros vehículos con los que compite (hay más datos en el apartado Mediciones propias), pero no falta sitio salvo para alguien que supere unos 1,95 metros de estatura (aproximadamente).
El parabrisas está muy adelantado, a diferencia de, por ejemplo, un SEAT Mii o un KIA Picanto, que lo llevan dispuesto más cerca de la vertical y próximo a los ocupantes. Esa disposición ayuda a que la sensación de espacio sea grande.
Los asientos delanteros (imagen) tienen un relleno duro y una tapicería un tanto áspera. Al principio pueden parecer demasiado sencillos y algo incómodos (especialmente si se viene de un coche con unos blandos). Sin embargo, mi impresión ha mejorado con el paso de los kilómetros y he viajado cómodo incluso varias horas seguidas. Lo que no hacen estos asientos es sujetar bien el cuerpo en las curvas, pero eso no me parece un gran problema en un coche eminentemente urbano.
El puesto de conducción es correcto en términos generales, con algún detalle mejorable, como que el volante no tiene regulación en profundidad. La palanca del cambio de marchas (imagen) queda un poco retrasada y obliga a forzar ligeramente el movimiento del hombro para engranar la segunda o cuarta velocidad.
Hay algunos mandos que quedan muy alejados del alcance del conductor, como es el caso de los que controlan los espejos retrovisores (imagen). Para llegar a ellos hay que levantar la espalda del respaldo y doblar el tronco. La mayor parte de ellos no van iluminados, como tampoco lo están los de los elevalunas de las puertas.
La visibilidad hacia delante es buena, aunque hay que acostumbrarse a que apenas se ve el capó (ya que es corto y está muy inclinado, casi en el mismo ángulo que el parabrisas). Hacia detrás, falta visibilidad a la hora de salir de un aparcamiento en batería (por ejemplo) porque hay una gran pieza de chapa entre las ventanillas y la luna posterior. La cámara trasera de aparcamiento es muy útil, incluso en un coche pequeño como el Aygo, porque permite apurar con más garantías el espacio disponible en las maniobras.
No hay salidas de ventilación en el centro de la consola (imagen). Esto no me parece un problema (aunque sí lo será para quien le guste sentir la corriente de aire en las manos). El climatizador automático (imagen), que no está disponible en las versiones más básicas, es capaz de caldear el habitáculo en poco tiempo. Justo por debajo de los controles del aire están las conexiones USB, jack y la toma de corriente de 12 V (imagen). Unos centímetros por debajo, hay huecos para depositar objetos (imagen).
Los materiales que Toyota ha empleado en el interior de este Aygo son sencillos. El aspecto es moderno porque puede haber detalles pintados en el mismo color de la carrocería y otros con un acabado negro brillante (en la galería de Imágenes del interior hay muchos más detalles).
El acceso a las plazas traseras es complicado porque las puertas son pequeñas y abren en un ángulo reducido; eso también dificulta introducir una silla infantil. Una vez dentro, el panorama es completamente distinto que en las plazas delanteras: hay poco espacio y poca luz (las ventanas posteriores tienen poco cristal y en las versiones más costosas van oscurecidos). Las ventanillas tienen apertura de tipo compás (imagen).
El maletero tiene un volumen de 168 litros, que es más bien poco (listado, ordenado por capacidad de maletero, de turismos entre 3,3 y 3,8 metros de longitud). El borde de carga está muy alto, a 81 centímetros, y separado del fondo del maletero por un gran escalón (imagen). Si se requiere de más espacio, los respaldos de los asientos posteriores son abatibles (imagen) desde el maletero (imagen e imagen de los tiradores). Bajo la moqueta hay una rueda de repuesto de medidas de emergencia (imagen).