Durante la presentación pude tener una breve toma de contacto con la versión con cambio manual y tracción delantera.
El motor del Kizashi es atmosférico de gasolina, tiene una cilindrada de 2,4 l y cuatro cilindros. Está colocado en posición delantera transversal y tiene 178 CV de potencia.
Las prestaciones son mucho mejores en el caso de la versión con cambio manual. Acelera desde parado hasta 100 km/h en 7,8 segundos y alcanza 215 km/h de velocidad máxima. La versión con cambio automático acelera desde parado hasta 100 km/h en 8,8 s (1 segundo más) y tiene una velocidad máxima de 205 km/h (10 km/h inferior).
La entrega de potencia es muy gradual, siendo más enérgica en la zona alta del cuentarrevoluciones. En carretera, circulando a 100 km/h en sexta velocidad tiene fuerza suficiente como para recuperar con cierta celeridad sin tener que recurrir al cambio.
La palanca de cambios tiene unos recorridos más bien largos y un tacto agradable. Las marchas entran con facilidad. Un inconveniente es que la marcha atrás entra tirando hacia arriba de una anilla situada debajo del pomo del cambio y éste, al ser tan largo, no permite que la mano llegue de forma natural, sino que hay que forzar la postura para alcanzar dicha anilla y poder engranar la marcha.
El tacto en general es bueno. La dirección es suave y obedece con fidelidad las órdenes que se le indican con el volante aunque vibra notablemente al pasar por juntas de dilatación o al circular por asfalto en mal estado.
Según datos oficiales el consumo medio de carburante es de 7,9 l/100 km para la versión con cambio manual y de 8,3 l/100 km para la versión con cambio automático. Es un consumo mayor, entre otras cosas, porque el peso de la versión con cambio automático es mucho mayor —110 kg más— (ficha comparativa).
El puesto de conducción es cómodo. El asiento, con regulación eléctrica, permite múltiples ajustes. El volante también tiene regulación en altura y profundidad, con unos reglajes amplios, lo que facilita encontrar una postura cómoda a diferentes tipos de conductores.
En circulación a velocidades superiores a los 60 km/h, el ruido aerodinámico es el que más destaca, principalmente, provocado por los retrovisores —que son de grandes dimensiones y ofrecen una visibilidad elevada hacia los laterales de la carrocería—. El ruido de rodadura no es muy elevado y el del motor, a velocidad sostenida y a bajas revoluciones, apenas se escucha desde el interior.