Llama la atención del smart roadster lo bajo que están colocados los asientos. La posición de conducción es parecida a la que puede tener un fórmula; las piernas van casi completamente estiradas.
Los asientos sólo tienen regulación de la inclinación del respaldo y el volante es fijo. Al principio, me hubiera sentido más cómodo si pudiera haber colocado un poco más alto el volante, pero no tardé en acostumbrarme y me sentí cómodo durante los seis días que lo conduje. Los asientos tienen la sujeción lateral necesaria para que el cuerpo se mueva poco y en general me parecen cómodos.
Entrar y salir del coche puede ser complicado para gente poco ágil. En términos generales hay que tener cuidado para no aparcar el coche muy cerca de un bordillo, pues la operación de salir del coche podría ser realmente complicada para algunos. Aunque el coche es muy bajo, las puertas levantan del suelo como mínimo 30 centímetros, con lo cual no es fácil golpear la puerta con un bordillo al abrirlas.
El habitáculo tiene la anchura interior suficiente para que los dos posibles ocupantes no se molesten entre sí con los codos y los hombros. Además, las puertas no quedan tan cerca del cuerpo como —por ejemplo— en un Mazda MX-5. Con el techo de lona puesto la altura es 94, que es más que de sobra para que personas de talla normal no noten la lona muy cerca de la cabeza.
En el interior he echado en falta más huecos para dejar objetos. Las bolsas de las puertas son pequeñas y no dan para meter más que el teléfono móvil y la cartera. Entre los asientos delanteros también hay una forma practicada para meter algún objeto pequeño (el mando del garaje o unas llaves). La guantera (que es donde va la palanca para abrir el capó) es muy pequeña; no cabe la documentación o el libro de instrucciones.
El maletero trasero tiene 102 mm de largo y 31 de ancho y se pueden meter objetos de unos 11 ó 12 centímetros de alto. El maletero trasero tiene en condiciones normales 86 litros y 45 litros con el techo de lona plegado. La version Coupé tiene 189 litros (104 con el techo de lona bajado); es mucho más grande y adecuado para afrontar desplazamientos con equipaje.
En el compartimento delantero, el equipaje se aloja en una especia de «cuna» sujeta a la carrocería por cuatro tornillos. Si se quitan (los tornillos son de media vuelta y se pueden girar cómodamente con una moneda pequeña), quedan completamente a la vista algunos órganos mecánicos como la dirección, el radiador del agua y la batería. El maletero delantero tiene un volumen de 59 litros.
El mayor inconveniente que he encontrado para usarlo a diario es el calor que llega al habitáculo, sobre todo en carretera. También llega calor a los dos maleteros (a cualquier velocidad). El compartimento delantero se calienta porque el radiador del agua va en el frontal del coche; el calor que inunda el compartimento trasero se debe a que el motor está situado justo debajo.
Por otra parte si el habitáculo está con el techo quitado (o con alguna ventanilla bajada) se produce un curioso fenómeno aerodinámico que lleva el aire caliente del motor al interior, a partir de unos 100 ó 120 km/h. No sé si esta turbulencia también ocurrirá en la versión cupé; puesto que la parte trasera de la carrocería tiene una forma distinta, puede dar lugar a diferentes corrientes de aire (de hecho, la velocidad máxima declarada en las versiones roadster y roadster-coupé es distinta).
No hay rueda de repuesto. En caso de pinchazo, hay un kit reparapinchazos que consta de un líquido sellante y un compresor con toma de corriente. No es una solución definitiva puesto que, después de este tipo de reparación, smart advierte que hay que circular como máximo a 80 km/h. Además no garantiza que se puedan reparar pinchazos de más de 4 mm de diámetro que están fuera de la superficie de rodadura.
El azote del viento con el techo abierto es parecido al de cualquier descapotable pequeño que tenga montado deflector. No hay mucha diferencia entre ir con los arcos laterales montados o desmontados y —salvo en ciudad— lo mejor es circular con las ventanillas subidas para eliminar las corrientes laterales de aire. Uno de los montantes longitudinales del techo hacía un ruido muy molesto en zonas con baches.