Entre un Octavia Combi Scout y un Octavia Combi hay diferencias en la suspensión y los neumáticos. Empezando por la primera, los muelles levantan la carrocería 15 mm. Centímetro y medio es lo que miden, aproximadamente, entre dos y tres garbanzos crudos.
Sigamos con las ruedas: el Scout las tiene de medidas 225/45 R18; el normal, 205/55 R17. Parecen muy distintas, pero resulta que el diámetro de una y otra solo difiere en 2 mm (652,5 mm frente a 650,5 mm). Otra curiosidad, el Scout tiene menos cantidad de goma en el perfil: 101 mm frente a 112 mm. El Scout que hemos probado tenía una llanta opcional de 19 pulgadas y distintos neumáticos (225/40 R19), lo que supone tener un perfil de 90 mm y un diámetro de 655 mm.
Todo lo anterior, además de satisfacer, quizás, la curiosidad, sirve como introducción para contar que al volante del Combi Scout las sensaciones y reacciones son muy parecidas al Combi, salvo que el Combi sea una versión RS (las diferencias en este caso son evidentes). Es un coche cómodo, más orientado al confort que a la agilidad (que tampoco es mala).
La unidad que hemos probado tenía la suspensión de dureza variable DCC. Esta opción (que tiene un coste de 1045 €) permite seleccionar la respuesta de los amortiguadores en 15 niveles. A mí me parece excesivo porque resulta imposible apreciar las diferencias entre los niveles contiguos. Seguramente, con tres o cuatro sería más que suficiente para configurarla a gusto
De la suspensión me ha llamado la atención que no tiene la misma capacidad de absorción que la de un Combi RS (también con amortiguadores controlados electrónicamente, aunque en este caso solo tienen dos niveles). Lo he notado al pasar por un paso de peatones sobreelevado que utilizo como referencia para comparar los coches: donde el RS pasaba con un movimiento más o menos contenido de carrocería, el Scout lo hacía sacudiendo a los pasajeros con un golpe seco de la suspensión, más evidente con el ajuste más blando de los quince posibles que con el más firme.
Ni la suspensión ni los neumáticos son adecuados para circular fuera del asfalto, salvo que sea por pistas bien mantenidas. Quien necesite un coche para ese uso, hará mejor eligiendo cualquiera con mayor altura libre. Škoda piensa igual que yo, de hecho en el manual de instrucciones dice lo siguiente sobre el programa de conducción Offroad: «...Incluso con el modo Offroad activado, su vehículo nunca es un auténtico SUV». Este programa de conducción adicional modifica el funcionamiento del control de tracción, estabilidad y el ABS; también activa el control de velocidad en descensos.
Las prestaciones que hemos medido al Octavia Combi Scout 2.0 TDI 4x4 de 200 CV han sido correctas para su potencia: 3,6 segundos para pasar de 40 a 80 km/h y 5,7 s para hacerlo de 80 a 120 km/h. Son tiempos similares a los de, por ejemplo, un BMW 320d de 190 CV y tracción total xDrive (3,4 y 5,8 s). El motor está bien aislado del habitáculo.
Con una media de 5,5 l/100 km, el Škoda ha igualado el consumo que conseguimos con ese BMW en el recorrido de autovía. Es un resultado muy bueno, en línea con los que hemos conseguido con otras versiones de la gama Octavia.
También hemos logrado un buen dato en la medición de frenada. En esta prueba, en la que medimos los metros que recorre hasta detenerse desde 120 km/h, el equipo de medición ha registrado 51,3 metros.
El cambio DSG supone una aportación notable en el confort de conducción y la seguridad. En el coche que hemos tenido, daba un tirón si se intentaba iniciar la marcha con suavidad, algo que no ocurría en el Combi RS. Para usarlo manualmente ya solo es posible hacerlo desde las levas (imagen) porque la nueva palanca selectora es un mando pequeño que solo permite seleccionar el sentido de avance (imagen), no las marchas.