El SEAT Altea es un monovolumen amplio para cuatro pasajeros y estrecho para cinco. De serie tiene unos asientos traseros con un recorrido longitudinal de 15 cm, con lo que el volumen del maletero puede variar entre 409 y 510 l.
La relación entre anchura de la carrocería y anchura disponible para los pasajeros es muy poco favorable. La anchura entre hombros en las plazas traseras es 135 cm, que es mucho menos de lo que tienen otros modelos semejantes (comparativa), como un Xsara Picasso (150 cm), un Scénic (140 cm) o un Roomster (137 cm).
Es insuficiente para que tres adultos viajen con cierta comodidad en las plazas traseras; para dos puede ser cómodo porque la altura es grande y los pasajeros pueden meter los pies completamente por debajo de la banqueta de los asientos traseros (aunque el espacio para las piernas en las plazas traseras no es demasiado amplio, ni con los asientos en su posición más retrasada).
Todas las versiones del Altea llevan, de serie, una banqueta trasera dividida en dos secciones de distinto tamaño que se pueden desplazar 15 cm longitudinalmente, cada parte de forma independiente a la otra. Además, el respaldo de estos asientos es regulable en inclinación.
Dicho elemento, que no estaba disponible cuando SEAT comenzó la comercialización de este modelo, aporta cierta funcionalidad a la carrocería de monovolumen del Altea, que no tenía muchas diferencias con un turismo. Puede resultar muy útil a quien normalmente no lleve ocupantes detrás y sí carga en el maletero, o viaje con niños y mucho equipaje.
El tamaño de la puerta trasera, su forma y el espacio entre los asientos delanteros y traseros hace que sea fácil entrar. El único posible inconveniente es que hay un escalón grande entre el borde inferior del marco de las puertas y el suelo del coche.
La posición al volante que se puede obtener es buena y ligeramente menos erguida que la de otros monovolúmenes. Los asientos delanteros de todas las versiones dan buen apoyo lateral, especialmente los de acabado «Sport-up», que sujetan muy bien aunque a algunos de los que hemos ido en el coche nos han parecido incómodos en la zona lumbar. El apoyo para el pie izquierdo resulta muy cómodo.
El puesto de conducción es parecido al de un turismo por la distancia que hay entre el asiento, los pedales y el volante, por la inclinación del volante y por la altura del asiento con relación a las ventanillas.
Hay otros monovolúmenes en los que resulta más fácil ver por encima del coche que está delante; en el Altea, no obstante, es posible poner el asiento en la posición más alta y aún queda espacio vertical suficiente para una persona grande.
El aspecto de calidad también es bueno, pero no tiene materiales vistosos. Los plásticos que utiliza el Altea en todo el interior son duros y, algunos, ásperos. No parece que tuvieran defectos de acabado en los cortes o uniones entres las piezas pero —por ejemplo— al golpear algunas partes del salpicadero da la impresión que el plástico que tiene es fino.
Los huecos disponibles para los ocupantes no son muchos. Hay una bolsa tras el respaldo delantero, bolsas rígidas en las puertas que no son amplias y cuya parte trasera está un poco escondida (imagen), compartimento en el reposabrazos delantero (imagen) y un hueco al final de la consola central donde cabe un teléfono pequeño.
Aparte de eso, hay un pequeño hueco en la base del asiento (imagen), dos portalatas en la consola (imagen) y un cajón bajo cada asiento delantero (imagen). Opcionalmente, puede tener un kit de compartimentos para el techo.
Tiene dos luces atrás, una para cada lado, de una intensidad mediana, hacen falta las dos para poder leer cómodamente. La parte central del asiento trasero puede plegarse sobre la banqueta, haciendo la función de reposabrazos; además, tiene dos posavasos (imagen).
El maletero no es grande pero sí funcional. La bandeja está adosada por su parte baja a un cajetín extraíble. Debajo del tapizado hay un gran hueco con distribuidores que puede ser útil para colocar diversos objetos (imagen). Por debajo de éste, hay espacio suficiente para colocar una rueda de repuesto de medidas normales, aunque de serie lleva una de emergencia.
Puede ampliarse plegando los asientos traseros. Para hacerlo hay que tirar de una cinta, accesible desde el maletero o el habitáculo. Tras tirar de ella, la banqueta trasera se adelanta automáticamente y el respaldo cae, de forma que queda un suelo casi plano. No queda plano del todo, entre otras cosas, porque el reposacabezas central da en la consola trasera.
La operación de abatir el respaldo es muy sencilla porque basta tirar de esa cinta y empujar. Para subirlo hacen falta las dos manos y existe el inconveniente de que, cuando se sube el respaldo, queda primeramente bloqueado en una posición intermedia. Hay que volver a tirar de la cinta y volver a empujarlo.
La instrumentación es peculiar (imagen). En el centro está el cuentavueltas, como ocurre en algunos coches deportivos; a los lados quedan los otros instrumentos normales (termómetro de refrigerante y nivel de combustible a la izquierda, velocímetro a la derecha). Estos instrumentos están muy hundidos con relación su marco, no me parece que esto los haga más fácilmente visibles.
El diseño de la carrocería hace que la visibilidad sea más bien escasa. A causa de la forma y el tamaño del montante, en tres cuartos trasero se ve muy poco si los reposacabezas están bajados, y prácticamente nada si están subidos. Los pequeños triángulos de cristal que hay delante de las ventanillas son prácticamente inútiles.
Como en otros monovolúmenes, el grueso marco del parabrisas puede estorbar en cruces o curvas muy cerradas; en este caso, el marco del parabrisas es más grande de lo normal porque aloja al limpiaparabrisas.