Volvo y Saab ofrecen una berlina familiar de altas prestaciones, con buena estabilidad y mucho confort, no un coche deportivo.
Las suspensiones son menos flexibles que en el resto de la gama, pero mantienen un confort elevado y absorben bien las irregularidades del asfalto. Su mérito es ser tan cómodos como estables.
En carreteras con curvas, el Saab 9-5 Aero es algo más eficaz que el Volvo y tiene un tacto mas cercano a un deportivo, pero también exige más concentración al conductor por las reacciones del eje trasero. El Volvo V70 T5 permite rodar prácticamente al mismo ritmo que el Saab aunque de una forma más fácil y relajada. Sin embargo, en carreteras bacheadas, las suspensiones del Volvo rebotan mucho y no se muestran tan efectivas como en el Saab.
Un punto que inclina la balanza hacia el Volvo V70 T5 en seguridad activa es la posibilidad de equipar opcionalmente un eficaz control de estabilidad (denominado DSCT), que en el Saab no está disponible. Lo lamentable es que no está incluido en el equipamiento de serie de un coche que cuesta siete millones de pesetas.
La dirección en ambos modelos es rápida y precisa. El Volvo tiene un radio de giro demasiado grande, lo que obliga a realizar muchas maniobras para aparcar. Rapidez y precisión también son características del cambio en los dos coches, aunque el manejo del T5 es más suave y agradable.
Tanto el 9-5 Aero como el V70 T5 cuentan con unos discos de freno grandes y tienen una frenada potente, pero el elevado peso condiciona su resistencia en una conducción exigente. No es fácil fatigarlos, pero tampoco imposible notar cierta pérdida de eficacia por sobrecalentamiento (fading). El tacto de frenada es progresivo y fácil de dosificar en el Saab, pero mejorable en el Volvo, algo esponjoso y con un recorrido de pedal largo.