El nuevo motor de 2,8 l tiene seis cilindros en «V» a 60º y turbo de doble entrada. La versión de 230 CV (no disponible en España) tiene un par máximo de 320 Nm; la de 250 CV, 350 Nm. En ambos casos, el par máximo se obtiene a 2.000 rpm y se mantiene constante hasta 4.500 rpm.
En su variante de 250 CV acelera de 0 a 100 km/h en 7,3 s y alcanza 245 km/h. El consumo medio es de 10,2 l/100 km.
En el caso de la de 230 CV estas mismas mediciones son 235 km/h, 7,8 s y 10,2 l/100 km.
Las prestaciones que logra son las que se pueden esperar en un coche de esta potencia (tabla comparativa).
El turbo es de la casa Mitsubishi –modelo TDO4-15TK–, trabaja a una presión máxima absoluta de 1,6 bar y es de doble entrada. Esto permite separar los pulsos de los gases de cada bancada, mejorando el flujo, lo que evita pérdidas de carga y optimiza, por tanto, la eficacia del turbocompresor. El aire de admisión se refrigera en un intercooler después de pasar por el turbocompresor.
Circulando con el motor y el turbo girando a bajas vueltas, la gestión electrónica del acelerador abre momentáneamente la mariposa más de lo que correspondería a una eventual presión sobre el pedal, para paliar la relativamente débil respuesta que todo motor turboalimentado tiene en esas condiciones y generar un mayor volumen de gases que aceleren más rápidamente el turbo.
El bloque está hecho en aluminio. El diámetro de los cilindros es 89,0 mm y la carrera 74,8 mm (2.792 cm³). Tiene distribución variable accionada por cadena y volante de inercia de doble masa.
Las culatas están hechas en un aluminio de mejor calidad que ofrece mayor resistencia a altas temperatura a presiones de hasta 85 bar.
Los dos colectores de escape están fabricados, por el proceso de hidroconformado, en acero inoxidable. Tienen un sistema de inyección de aire que actúa durante el arranque el frío (máximo 30 s), ayudando a que el precatalizador alcance antes la temperatura óptima de funcionamiento.