El equilibro entre confort y estabilidad me parece satisfactorio. Es mejor absorbiendo movimientos lentos de la carrocería, como cabeceo al frenar o balanceo en curva que movimientos rápidos de las ruedas (baches, juntas o cosas así). Es decir, por confort, da más sensación de comodidad en carreteras de buen pavimento que en las de suelo irregular.
Para quien acepte las limitaciones en estabilidad que tiene un monovolumen, el Scénic es sobresaliente (prueba comparativa de Scénic y Mégane familiar). Esas limitaciones son en parte reales, por peso y altura, la inercia de la carrocería en las curvas es mayor, lo que lo hace menos ágil para cambiar de dirección. Pero, en parte, también son aparentes; al ir más alto, el conductor nota más los movimientos de la carrocería que en un turismo.
En términos absolutos el Scénic puede ir muy rápido por carreteras lentas (de segunda y tercera velocidad) y medias (de tercera y cuarta). Al decir muy rápido, me refiero a que puede ir más rápido que la corriente normal del tráfico, no a que sea un «deportivo» en ningún modo.
En carreteras rápidas (de cuarta y quinta) no tiene la misma capacidad para mantener la trayectoria que un Multipla o un Zafira. Normalmente no se nota, pero sí cuando hay interferencias como baches, viento o desaceleraciones en curva.
El control de estabilidad es de una gran ayuda en casos de emergencia, pero normalmente, incluso cuando se circula rápido por carreteras lentas, no actúa. Es más, el coche mantiene un leve subviraje, acompañado de un sonoro aviso de los neumáticos, antes de que el control de estabilidad haga algo por impedirlo. Es mucho menos tolerante con el sobreviraje. El testigo luminoso que avisa del funcionamiento del control de estabilidad no se ve bien.