Por norma general, ocho años en el mercado son más que suficientes para que un coche, por muy bueno que sea en algún aspecto, sea superado por la competencia. Sin embargo, en raras y contadas ocasiones esta premisa no se llega a cumplir, o al menos no por completo. Es el caso del Macan, un coche muy veterano que ya ha pasado por dos actualizaciones, pero que sigue siendo la referencia en un aspecto que Porsche domina a la perfección: la conducción.
No me atrevo a afirmar de manera rotunda que el Macan sea un deportivo. Creo que carece de algunas de las características que, bajo mi punto de vista, tiene que reunir un coche digno de ser denominado de tal manera (ligereza, reactividad ante cambios de trayectora repentinos o un centro de gravedad bajo, entre otros). Sin embargo, no recuerdo haber probado un SUV en el que el conductor se sienta tan partícipe de la conducción, ni siquiera en un Alfa Romeo Stelvio o un Tesla Model Y, que son dos de los mejores en este sentido.
Dirección, pedales, frenos, motores; todo tiene un tacto sensacional y funciona de manera ejemplar. Pero mención aparte merece la suspensión, que sin ninguna duda es el elemento que más y mejor influye en las cualidades dinámicas de este coche. Las tres unidades del Macan que he probado llevaban la que Porsche denomina «Suspensión activa PASM», con muelles neumáticos y amortiguadores con varios ajustes (de serie en GTS y opcional para S y versión básica), y su funcionamiento me ha parecido brillante.
Con cualquiera de las tres posiciones seleccionables es una suspensión firme, condición indispensable para limitar en gran medida los movimientos de la carrocería (el balanceo en curvas es mínimo, y llegado el punto de máximo apoyo, apenas va a más). Pero lo verdaderamente interesante es que en ningún momento llega a agitar a los pasajeros más de lo deseable y por norma general, procura un confort de marcha muy bueno. Además, al pisar baches de cierta envengadura, el ruido que generan las distintas piezas que la componen denota robustez en su fabricación.
A priori, una carretera estrecha y con curvas no parece la adecuada para un SUV que ronda las dos toneladas de peso en cualquier de sus versiones. Sin embargo, el Macan es capaz de transitar por ellas con facilidad, con una sensación de control y seguridad muy alta y a un ritmo verdaderamente elevado. Y todo ello sin que el conductor tenga que ser necesariamente un «as del volante». Por cómo cambia de apoyo, por el fabuloso tacto de la dirección y por el buen trabajo de la tracción total —incluso permite sobrevirar ligeramente a la salida de curvas muy cerradas—, el Macan es, sin lugar a dudas, lo que en el argot se conoce como «un coche de conductor».
El motor de la versión básica, llamada Macan «a secas», es más que suficiente para disfrutar de las cualidades dinámicas del coche. Hace del Macan un coche rápido, funciona con suavidad y se siente «lleno» en todo el rango de revoluciones. Sin embargo, bajo mi punto de vista, le falta el caracter que, en general, tiene el resto de componentes del coche. Es decir, es un motor correcto para una versión de acceso (si es que se puede llamar así a una con 265 CV), pero algo soso.
Todo lo contrario ocurre con las versiones S y GTS, en las que Porsche ha instalado un motor de seis cilindros en uve con 381 y 441 CV (respectivamente) que funciona de manera ejemplar. Por entrega de potencia, por empuje y por suavidad de funcionamiento, es muy superior al del Macan básico, pero además emite un sonido tan bonito como elegante, sin estridencias pero contundente. Perfecto para un vehículo con un planteamiento como el Macan. Eso sí, hay que tener en cuenta que dar el salto a cualquiera de estas dos versiones supone un desembolso adicional muy alto y que el consumo de combustible puede llegar a ser disparatado (en algunos tramos de montaña llegué a ver más de 20 l/100 km de media).
La caja de cambios de todas las versiones es una automática de doble embrague con siete relaciones. Es la misma que Porsche ha utilizado en el Macan desde su lanzamiento en 2013 y a día de hoy, sigue siendo muy buena en casi todos los aspectos. Es rápida subiendo y bajando de marchas, permite maniobrar con cierta precisión (aunque a este respecto las hay mejores) y sobre todo, se adapta muy bien al tipo de conducción practicada, que no suele ser lo habitual. Tiene dos funciones que, a día de hoy, son muy habituales: Launch Control, para salir desde parado con la máxima aceleración posible, y avance por inercia, que engrana el punto muerto en algunas situaciones para que el coche circule «a vela».