Como en todos los Porsche con carrocería cupé, el puesto de conducción es bajo. Para quienes prefieran ir sentados casi a la altura de los pedales, para empujarlos en lugar de pisarlos, y con el volante a la altura de los hombros, el Boxster es un coche indicado. La situación de la palanca de cambios automática es óptima para ser manejada en modo manual, ligeramente más adelantada que el volante y a la altura del codo cuando el asiento va situado en su posición más baja.
Los asientos sujetan el cuerpo correctamente, tanto a personas poco corpulentas como a las que si lo son. No es un coche ancho y si se acerca mucho el volante al cuerpo, para mover el volante con los brazos flexionados, en algunas curvas el codo izquierdo tropieza con la puerta.
El mecanismo de apertura y cierre de la capota no es totalmente automático, ya que en ambos casos hay que manipular un tirador situado en el centro , junto al marco del parabrisas, para liberar o fijar un anclaje. El ajuste de la capota parece bueno y no se aprecian ruidos aerodinámicos a velocidades moderadas (no he podido probarlo a alta velocidad, porque no he circulado por autopistas alemanas).
Los materiales empleados son de buena calidad y el ajuste a la altura habitual de Porsche. La sensación de calidad es la habitual de estos coches, muy elevada. Sin embargo, al pasar por carreteras con piso irregular, se oía un ruido ligero de vibración, que provenía de la zona inferior del salpicadero.