Hemos probado en profundidad el Opel Astra Sports Tourer con motor de gasolina de 150 CV (1.4 T) con cambio automático y brevemente la versión Diesel 1.6 CDTI de 160 CV con cambio manual.
En la redacción de km77 coincidimos en que el Sports Tourer es un coche muy equilibrado dinámicamente. Tiene una suspensión que es cómoda pero no deja que la carrocería tenga movimientos excesivamente amplios en curvas. Los pasajeros viajan con comodidad. Con el nivel de acabado «Dynamic» hay detalles que dan al coche un enfoque deportivo, como una tecla que activa un modo «Sport», que según Opel, cambia la respuesta de la dirección y del motor, pero no de la suspensión. Nosotros, sin embargo, no hemos notado ninguna diferencia al pulsarla.
Es relativamente fácil maniobrar porque gira bien teniendo en cuenta las grandes dimensiones de su carrocería (el diámetro de giro entre paredes es 11,0 metros; lo mismo que algunas alternativas que son de menor tamaño exterior; ficha comparativa) y la visibilidad es buena en todas las direcciones. Los sensores de aparcamiento resultan útiles pero no son de serie en los niveles de equipamiento menos costosos. Nuestra unidad de prueba los tenía —el aviso que producen tiene un volumen muy elevado y es alarmante en exceso—, así como una cámara de visión trasera con una buena calidad de imagen.
El Sports Tourer 1.4 Turbo de 150 CV que hemos probado corresponde al nivel de equipamiento «Excellence» y está asociado a un cambio automático de convertidor de par de seis relaciones.
Mi impresión es que este motor tiene una suavidad de funcionamiento grande y es silencioso, aunque algo menos que el 1.4 TSI de 150 CV que pueden llevar el SEAT Leon ST o el Volkswagen Golf Variant. La entrega de fuerza y potencia es intensa entre las 1500 y 4000 rpm; después disminuye. Esto quiere decir que, por ejemplo, se pueden subir pendientes pronunciadas por autopista (sin disminuir la velocidad) utilizando marchas largas. Es un motor que no invita a realizar una conducción deportiva, a apurar las marchas, sino a conducir tranquilamente aprovechando la buena respuesta a medio régimen (el par máximo es constante —230 Nm— entre 2000 y 4000 rpm)
He conducido el coche por todo tipo de vías asfaltadas, con él vacío y también lleno de pasajeros y equipaje. Creo que en cualquier caso los 150 CV son suficientes para un uso normal; lo que perjudica la agilidad cuando se demanda mucha aceleración es el cambio automático. Este funciona con una rapidez suficiente en condiciones normales —de hecho, los cambios de marcha se realizan de manera tan suave al circular de forma relajada por ciudad o autopista, que a veces pasan casi inadvertidos—. Cuando se hace necesario cambiar rápida o repetidamente de marcha —algo que, por ejemplo, me sucedió al subir dos puertos de montaña con el coche cargado—, la velocidad con la que responde es reducida: tarda mucho tiempo en elegir entre reducir o aumentar una marcha y, cuando por fin lo hace, la transición es brusca y desagradable.
El cambio manual, que tiene un tacto suave y preciso, es claramente más recomendable para aquellos usuarios que vayan a frecuentar carreteras de montaña o para los que disfruten de la práctica de una conducción ágil. El SEAT Leon ST, por ejemplo, tiene un cambio automático de doble embrague (denominado DSG) que es más rápido que el del Opel (ficha comparativa).
Las prestaciones que hemos obtenido han sido buenas, como se puede observar en esta tabla comparativa. Ha acelerado de 80 a 120 km/h en 6,5 segundos, 0,4 menos de lo que tardó el Astra 5 puertas con el mismo motor pero con 125 CV. Las recuperaciones en quinta y sexta marcha, sin embargo, han sido peores que en este, y es que los desarrollos de la caja de cambios automática son algo más largos que los de la manual de seis marchas (ficha comparativa). Ha frenado desde 120 km/h hasta detenerse en 51,7 metros, que es un valor muy bueno, mejor que el de todas sus alternativas.
El consumo del motor es sensible al tipo de uso. Puede gastar poca gasolina si se circula a velocidad constante por carreteras o autovías, pero cuando la conducción exige variaciones frecuentes en el régimen de giro del motor, el consumo puede ser alto. En nuestro recorrido habitual en el que medimos el consumo de todos los coches (hacemos 143 km por una autopista que atraviesa un puerto de montaña, a una velocidad media real de 120 km/h), consumió 7,4 l/100 km, que es un valor normal. Por ciudad, al practicar una conducción tranquila pero despreocupada por el ahorro, siempre osciló entre los 9 y los 10,5 l/100 km —en función de la densidad del tráfico—. Durante un viaje largo —50% autovía y 50% carreteras de doble sentido, con algunos tramos de montaña realizados a un ritmo ágil—, y llevando el coche cargado con cuatro personas y mucho equipaje, el consumo se estabilizó en valores de en torno a 8,5 l/100 km.
Nuestra unidad de pruebas tenía algunos elementos de equipamiento opcionales. Los faros matriciales de ledes Intellilux (1143 euros) tienen, cada uno, 8 grupos de ledes independientes que se encienden o apagan para ofrecer la mejor iluminación posible sin molestar a los demás conductores. Me han gustado mucho porque el área que son capaces de iluminar es muy grande y la luz que emiten es muy blanca e intensa. Sin haber probado los faros halógenos de serie, creo que para aquellas personas que vayan a utilizar frecuentemente el coche durante la noche, los faros Intellilux son muy recomendables.
También tenía un sistema de aparcamiento asistido, que puede mover el volante automáticamente durante el estacionamiento en un lugar que el propio sistema ha debido encontrar previamente. Puede aparcar tanto en paralelo como en perpendicular y sólo le veo un inconveniente, que hay muchas ocasiones en las que no detecta huecos que son válidos.
Durante la presentación a la prensa condujimos el Astra ST con el motor Diesel de 160 caballos y cambio manual. El motor no destaca ni por silencio ni por suavidad de funcionamiento porque lo superan varias alternativas actuales, como el Ford Focus Sportbreak. Da la potencia de forma muy uniforme entre aproximadamente 1300 y 5000 revoluciones. En marchas cortas su capacidad de aceleración es buena, propia de su potencia, pero me ha parecido aún mejor en marchas largas, porque gana velocidad y la conserva con facilidad al circular rápido por autovía. Opel declara un consumo de 4,2 litros a los cien kilómetros para esta versión. Posiblemente con los motores Diesel de 110 y 136 caballos la respuesta sea suficiente para quien no requiera prestaciones exuberantes.