Opel Astra (2012) | Impresiones de conducción
En junio de 2014, el motor Diesel de 1,7 litros —que estaba disponible en variantes de 110 y 130 CV— fue sustituido por uno de 1,6 litros en variantes de 110 y 136 CV (más información sobre este nuevo motor). Nosotros hemos probado la variante más potente asociada a un cambio manual de seis velocidades (el único disponible para este motor).
Aunque mejora claramente a su antecesor en cuanto a ruido, nivel de vibraciones y suavidad, es un motor que se siente áspero en todo el rango de revoluciones, sobre todo al iniciar la marcha o cuando está sometido a una carga de acelerador grande. En estos aspectos está lejos de los mejores, como el 1.6 i-DTEC 120 CV de Honda, el 1.6 BlueHDi 120 CV de Peugeot-Citroën y el 1.6 dCi 131 CV de Renault-Nissan.
Tiene fuerza suficiente para mover el Astra con agilidad en prácticamente cualquier situación, pero en ocasiones le cuesta salir desde parado, sobre todo cuando está conectado el compresor del aire acondicionado. No es un motor en el que la entrega de potencia se haga mucho más intensa en un número determinado de revoluciones, sino que tiene un empuje constante y progresivo.
Según nuestras mediciones, el Astra no ha sido un vehículo especialmente rápido: necesita un mínimo de 8,3 segundos para acelerar de 80 a 120 km/h, lo mismo que algunas alternativas de menor potencia, como un Peugeot 308 1.6 e-HDi de 115 CV y un Honda Civic 1.6 i-DTEC de 120 CV. Un Hyundai i30 1.6 CRDI de 128 CV y un Renault Mégane 1.6 dCi de 131 CV son mucho más rápidos (7,5 segundos en la misma medición para ambos modelos). En las recuperaciones es comparativamente mejor, situándose al mismo nivel que algunas alternativas de potencia similar e incluso ligeramente superior (tabla comparativa de prestaciones).
Donde sí destaca especialmente este motor es en el consumo de carburante, que es bajo en casi cualquier situación. En nuestro recorrido habitual, que transcurre por una autopista con continuos cambios de nivel durante 143 km y a una velocidad media real de 120 km/h, ha consumido 5,4 l/100 km (ya corregido el error del ordenador de viaje, que es de un 5,9 %). Es un consumo bajo, inferior al de la mayoría de las alternativas contra las que compite, como el Honda Civic 1.6 i-DTEC 120 CV (5,7 l/100 km), el Hyundai i30 1.6 CRDi 128 CV (6,7 l/100 km) y el Mazda3 2.2 SKYACTIV-D de 150 CV (6,3 l/100 km). Conduciendo con suavidad por vías de circunvalación es posible consumir alrededor de 5,0 l/100 km.
Un Opel Meriva con el mismo motor y por el mismo recorrido de consumo gastó sensiblemente más (6,3 l/100 km). Las diferencias en cuanto a peso y desarrollos de la caja de cambios, aunque existen, no son muy grandes (ficha técnica comparativa). Opel no indica el coeficiente aerodinámico de ninguno de ellos.
Otro de los aspectos donde el Astra sobresale es en la suavidad con la que circula y la sensación de control que transmite al conductor en autopistas y autovías. En carreteras con curvas también transmite confianza y sus reacciones son seguras, pero no tiene la agilidad en los cambios de apoyo ni la precisión en la trayectoria de un Peugeot 308, un Mazda3 y un SEAT León.
La suspensión de la unidad que hemos probado era la opcional adaptativa, denominada FlexRide, que tiene tres niveles de ajuste predefinidos: Tour, normal y Sport. Con ella, el Astra me ha parecido un coche cómodo en la mayoría de las situaciones porque absorbe bien las imperfecciones de la carretera. Al seleccionar el ajuste más duro Sport, la carrocería tiene unos movimientos de balanceo y cabeceo menos amplios que con los otros dos, pero en cualquier caso las diferencias son pequeñas.
El tacto de la dirección me ha parecido correcto porque hacer maniobras con ella exige poco esfuerzo y tiene un aceptable nivel de precisión en carreteras de curvas. La caja de cambios tiene unos recorridos bien definidos, pero los recorridos son muy largos.
El sistema de frenos tiene una buena resistencia al calentamiento ante el uso continuado, pero no detiene al Astra en distancias cortas. En nuestra medición habitual, que simula una frenada de emergencia desde 120 a 0 km/h, ha necesitado 57,4 metros, una distancia que lo sitúa en la última posición de nuestra tabla comparativa de frenadas. Uno de los posibles motivos por los que no ha frenado en una distancia inferior podría ser el estado de los neumáticos, que presentaban un desgaste elevado por la parte exterior.