Mercedes-Benz Clase G (2012) | Impresiones del interior
El Clase G tiene cinco plazas. Son cinco aprovechables por adultos, dada la anchura disponible en la fila trasera, donde tres caben sin problemas en tres plazas de formas idénticas (imagen). Las puertas, rectas, sin curvatura según ascienden hacia el techo, también contribuyen a ello, ya que no restan espacio a la altura de los hombros (hay 147 cm entre puertas en el punto de contacto de los hombros). Por el mismo motivo es un coche válido para llevar colocadas tres sillitas infantiles, dado que caben en esa segunda fila, si bien solo tienen anclajes Isofix las de los laterales.
Además de ancho, el habitáculo es muy alto. Ocupantes de estatura cercana a los dos metros podrán viajar sin problemas en cualquiera de las dos filas. El inconveniente lo encontrarán en el espacio disponible para las piernas, que es menor que en otros todoterrenos de esta misma longitud. Esto impide que un pasajero alto vaya sentado cómodamente detrás de otro que también lo es.
La posición al volante es la típica de un todoterreno de los de antes, en los que las rodillas van muy flexionadas y hay una distancia grande de la banqueta al suelo. En un Jeep Wrangler se va sentado más bajo; en un Land Rover Defender se va mucho peor.
El asiento del conductor se aleja mucho menos del salpicadero que en otros modelos de Mercedes-Benz (que se distinguen precisamente por lo contrario). Yo (mido 1,93 m) habría preferido que la rodilla estuviese más alejada de los plásticos y que el volante se pudiese acercar más al cuerpo. Un conductor de talla media no tendrá estos problemas.
También hay mucha distancia del piso del coche al de la calle, por lo que los estribos son de gran ayuda a la hora de acceder al interior. Hay gente que se ha subido en el coche y que ha echado de menos un asidero para agarrarse y tomar impulso (solo hay para el pasajero delantero).
Las puertas cierran sin la suavidad con que lo hacen en un coche moderno. El ruido metálico y poco amortiguado también lo delata. En muchas ocasiones he tenido que bajarme del coche una vez iniciada la marcha para cerrar bien alguna de ellas. En la pantalla aparece un aviso pero no surge hasta que el coche está en movimiento. La solución es acostumbrarse a cerrarlas con ímpetu y recordárselo a los pasajeros.
El diseño del salpicadero es similar al de otros modelos de Mercedes-Benz. La principal diferencia está en los tres botones de color gris que hay en la consola y que sirven para bloquear los tres diferenciales (imagen). La reductora se engrana pulsando un botón (imagen) que hay en la caja de cambios.
La imagen de vehículo «antiguo» del Clase G se diluye un poco cuando se hace un repaso al equipamiento: pantalla en color en el cuadro de instrumentos (imagen) y otra en la consola para el sistema multimedia (imagen), asientos delanteros calefactados y ventilados, con regulación eléctrica de todos los ajustes (imagen), incluidos el del apoyo lumbar y de la sujeción lateral (imagen), calefacción también en los asientos traseros (imagen), techo corredizo (que no es de cristal, sino metálico; imagen), una iluminación interior abundante y eficaz, faros de xenón y diversos sistemas de ayuda a la conducción: programador de velocidad activo, detección de obstáculos en el ángulo muerto de los retrovisores y cámara trasera (imagen).
El maletero es grande y su plano es cuadrado —98 por 98 cm—, lo que lo hace muy aprovechable (imagen). La distancia hasta el techo —115 cm— permite introducir objetos muy voluminosos como, por ejemplo, un carrito infantil sin plegar. En cambio, hasta la cortinilla que cubre el equipaje hay solo 44 cm. El borde de carga está a 72 cm del suelo (imagen).
El Clase G no ofrece elementos que permitan llevar la carga ordenada pero si una red con la que separar adecuadamente la zona de carga de la de los pasajeros. Esta red se puede colocar tanto por detrás de la segunda fila de asientos (imagen) como de la primera. Los asientos de la segunda fila se abaten (tanto el respaldo como la banqueta) en dos partes (imagen).
El portón del maletero se abre hacia un lado, en vez de hacia arriba. Eso en ocasiones supone un problema, porque se necesita un espacio grande tras el coche para abrirlo. Sobre él va colgada la rueda de repuesto, protegida por una pieza que la cubre.