El LC 500 Cabrio es, ante todo, un coche muy confortable. Tiene una suavidad de rodadura excepcional, un aplomo sensacional y permite viajar en un ambiente particularmente refinado para tratarse de un descapotable. Cuando la capota va colocada sobre la carrocería, el aislamiento acústico es tan bueno que resulta difícil apreciar que se viaja en un coche de este tipo; y cuando la capota va recogida, los ocupantes van muy protegidos del viento, que no molesta hasta que se alcanzan velocidades muy por encima del límite legal.
Inevitablemente, aunque la suavidad de marcha es muy buena, no llega al nivel de la del LC 500 Coupé. Los cambios que Lexus ha tenido que realizar para contrarrestar la pérdida de rigidez de la carrocería se notan en que la suspensión no alcanza la misma calidad de filtrado y en que el coche no reacciona con la misma imperturbabilidad ante baches profundos, ni cambia de dirección con la misma agilidad. Esto es algo común, en mayor o menor medida, a todos los descapotables que derivan de modelos con carrocería cerrada.
Lo cierto es que conducir este Lexus es una delicia. Lo he hecho mayoritariamente por carreteras secundarias de primer y segundo orden, en una ruta por las provincias de Sevilla, Cádiz y Málaga. Lo mejor es la facilidad con que permite recorrer grandes distancias a velocidades altas mientras mantiene, inmutable, un ambiente lujoso y relajado. El motor V8 atmosférico emite un sonido glorioso, de los más bonitos de la actualidad, y tiene una respuesta inmediata al acelerador, llena, progresiva e intensa.
Ahora bien, no es el coche ideal para quien busque sensaciones de verdadero deportivo porque no es muy ágil en curvas lentas y la dirección, aunque rápida, no retorna mucha información. Para eso probablemente sea mejor un BMW 850i xDrive Cabrio, aunque no puede aseverarlo porque no lo he probado. Donde mejor va el LC 500 Cabrio es en curvas rápidas, porque en ellas la sensación de control sí es muy grande, así como la capacidad que tiene para ir realmente rápido.
El LC 500 Cabrio necesita 5,0 segundos para acelerar entre entre 0 y 100 km/h, que no es un dato particularmente bueno para un coche de su potencia y que, sin embargo, es más que suficiente para realizar adelantamientos o incorporaciones fugaces. El BMW 850i xDrive Cabrio es aún más pesado que este Lexus (2090 frente a 2035 kg), tiene 530 CV y acelera de 0 a 100 km/h en 3,9 segundos.
En cualquier caso, más potencia es algo que no he echado precisamente en falta durante la prueba de conducción. Aparte, como corre mucho y rueda con tanta suavidad, es uno de esos coches que no transmiten la impresión de ir deprisa. El eje trasero no tiende a descolocarse si se acelera mucho a la salida de una curva, pero puede pasar, si se desactivan las ayudas electrónicas.
La caja de cambios de 10 velocidades es rápida y suave. El modo manual, que se maneja mediante unas levas grandes que van en posición fija detrás del volante, es útil cuando se circula deprisa por carreteras de montaña y se desea utilizar aumentar el nivel de control sobre el motor, pero en conducción normal el modo automático funciona tan bien y hay tantas marchas entre las que elegir, que lo mejor es dejarlo actuar.