Los 241 CV de potencia del KTM X-Bow son caballos fáciles de administrar, que permiten cualquier tipo de utilización. El motor funciona muy bien en toda la gama de revoluciones y se puede llevar despacio, incluso en un atasco, sin pestañear. La caja de cambios manual, de seis relaciones, funciona con suavidad y rapidez. El punto de vista del conductor es bajo y en carretera abierta puede dificultar la visión en algunos lugares. En ciudad, una posición tan baja debe resultar poco gratificante, a la altura de tantos tubos de escape.
El lugar ideal para conducir el KTM X-Bow son los circuitos y probablemente las subidas en cuesta, con el tramo cerrado, de los Campeonatos de Montaña. Yo lo conduje en circuito, con el asfalto mojado y seco, con la mayoría de curvas de segunda velocidad y el resto en tercera, con rectas muy cortas entre curva y curva.
En mojado, especialmente con los neumáticos fríos, es un coche difícil de conducir con rapidez en circuito, porque al eje delantero le cuesta entrar en las curvas y es complicado frenar en apoyo, a la entrada de las curvas, ya que la tendencia de las ruedas a bloquear es grande. Como le cuesta entrar, existe la tentación (y la posibilidad) de ayudarle a redondear el giro con el acelerador, para que las ruedas posteriores deslicen, pero en mojado y con neumáticos fríos y en segunda velocidad el riesgo de perder el control del coche es elevado.
He conducido el X-Bow con dos neumáticos diferentes. Unos de calle, normales, de marca Continental y unos mixtos, de competición, de la marca Toyo. Incluso con agua abundante, los neumáticos mixtos de competición eran más efectivos que los de calle.
A medida que el asfalto se seca, el KTM X–Bow cambia de respuesta. Con el asfalto seco, el eje delantero entra bien en las curvas e incluso se puede girar el volante con brusquedad, y hasta más de la cuenta, que el eje delantero no arrastra. Si se giran demasiado las ruedas (dentro de un orden), se queda muy frenado, pero no sigue recto.
Como en seco entra mejor en la curva, también la salida resulta más fácil, no sólo porque el asfalto seco facilita las cosas. También influye que el coche está mejor colocado y se puede comenzar a acelerar antes.
El cambio de marchas es suave, rápido y preciso para reducir. Para subir de marcha, en algunas ocasiones, al pasar de segunda a tercera, me ha costado encontrar la marcha.
A medida que el motor se acerca al límite de giro empieza a parpadear una luz roja en el cuadro de instrumentos, que está situado a la derecha del volante. Avisa de forma clara y con tiempo suficiente como para cambiar con comodidad, antes de que se limite la potencia.
El X-Bow no lleva ningún tipo de ayuda electrónica a la conducción. Ni ABS para evitar el bloqueo durante las frenadas ni sistema de control de estabilidad para reducir el riesgo de perder el control. La ausencia de ayudas hace que la conducción sea más difícil cuando se pretende apurar las posibilidades de agarre de los neumáticos. Tampoco lleva airbags ni otros elementos de seguridad pasiva comunes en los coches actuales de fabricación en serie.
Por ello, y por todos las peculiaridades inherentes a un coche sin techo y sin puertas, su utilización por la calle no parece especialmente recomendable. En cambio, en un circuito, para las personas que disfruten con la conducción deportiva y con la búsqueda de los límites de adherencia, sin ayuda de controles electrónicos, puede resultar un juguete adictivo.