Dinámicamente, el KIA Carens me parece correcto. En este caso más que en otros, mi percepción sensación ha ido mejorando mucho con el paso de los kilómetros. Durante los primeros kilómetros la dirección me dejó mala impresión. Me recordaba a la de los volantes de los videojuegos que no transmiten ninguna sensación de lo que ocurre en la carretera. No es un problema exclusivamente achacable a que sea de accionamiento duro o blando (de hecho, el conductor puede cambiar este ajuste en tres niveles desde un botón), sino a que parece desconectada de las ruedas.
Si yo fuera un posible cliente que va a un concesionario y prueba el coche unos pocos minutos, posiblemente no compraría este modelo por la dirección. Sin embargo, he decir que mi percepción ha cambiado sustancialmente con el paso del tiempo. Finalmente, lo que me queda es que la dirección es aceptable; algo blanda y de no muy buen tacto, pero sí correcta.
Uno de los aspectos más reseñables del KIA Carens es su comodidad de suspensión. Absorbe adecuadamente las imperfecciones del asfalto, de tal manera que los movimientos que llegan a los ocupantes son suaves y están bastante atenuados. La mayor parte de los kilómetros que he realizado han sido con poca carga, por lo que me cabe la duda si a tope de peso, la suspensión seguirá siendo satisfactoria o resultará excesivamente blanda. Un Toyota Verso, cuando va con poca carga, es más incómodo que el KIA Carens pues el eje posterior traslada más movimientos rápidos y secos a los ocupantes. Es posible que este ajuste fime de la suspensión posterior del Toyota esté buscado a propósito para conseguir que la carrocería no se mueva mucho cuando se circula a tope carga.
El KIA Carens es satisfactorio por cómo se mueve en curvas. Ahora bien, no llega a ofrecer unas reacciones tan precisas como las que tienen un Ford Grand C-MAX, un Mazda5 o incluso un Volkswagen Touran. El KIA Carens responde bien si es necesario cambiar de carril con rapidez o frenar con intensidad en pleno apoyo, pero no incita a conducir rápido en curvas, bien por el suave tacto de la dirección y de la suspensión o por los dos motivos.
Hemos probado la versión con motor Diesel de 115 caballos. Su capacidad de aceleración es similar a la de otros monovolumenes de potencia semejante (tabla comparativa de prestaciones). Eso significa que no acelera con mucha fuerza pero puede ser suficiente en función del tipo de utilización. Por ejemplo, da la aceleración necesaria para circular por vías con pocos desniveles y con mucho espacio para adelantar. Ahora bien, yo elegiría la versión de mayor potencia (136 caballos) si las vías son más complicadas o fuera a viajar con mucha carga.
El motor responde bien salvo a bajo régimen. La falta de respuesta a bajo régimen hace que, especialmente en ciudad, la aceleración tarde un poco más de lo normal en llegar. Esa característica también la notamos en el KIA Optima con el motor 1,7 litros Diesel de 136 caballos (que es básicamente el mismo motor que lleva este Carens de 115 CV, pero con algunos cambios para aumentar su potencia).
Nuestra habitual medición de aceleración máxima (es decir, la que hacemos llevando el motor hasta un régimen alto) de 80 a 120 kilómetros la hemos realizado de dos formas: usando tercera y cuarta velocidad y solo en cuarta. Los resultados han sido prácticamente idénticos y, por lo tanto, parece claro que lo mejor es hacerlo en cuarta velocidad porque así nos ahorramos un cambio de marcha en mitad de la maniobra y se evita hacer girar el motor a un régimen tan alto.
La recuperación desde marchas largas, especialmente desde sexta, ha sido muy buena. Al principio sorprende que sea así porque el motor no da mucho empuje a bajo régimen, pero motivo es sencillo: este KIA Carens va corto de desarrollo. Prácticamente no quedan coches en el mercado —casi ni deportivos—, que vayan cortos de desarrollo y por lo tanto este KIA Diesel de 115 CV es una de las pocas excepciones. La sexta marcha tiene un desarrollo de 41,4 km/h cada 1000 rpm. Si tenemos en cuenta que la potencia máxima es a 4000 rpm, eso quiere decir que cuando circula a la velocidad máxima que declara KIA para este modelo (181 km/h), el motor gira claramente por encima de su potencia máxima a 4371 rpm.
Según hemos comprobado, ese desarrollo no es contraproducente para el consumo de carburante ni para el ruido a velocidades normales en autopista. En nuestro recorrido de consumo, a una media real de 120 km/h, el consumo medio ha sido 6,5 litros cada cien kilómetros, que es un buen dato. Un Dacia Lodgy de 110 caballos consumió una décima más y un Toyota Verso Diesel de 120 caballos, superó el consumo del KIA en cuatro décimas de litro.