Jeep Wrangler (2018) | Impresiones del interior
Hay aspectos del habitáculo del Jeep Wrangler que resultan chocantes si se analizan desde la perspectiva del precio. Por ejemplo, el cableado de las puertas está a la vista e incluso en ocasiones molesta porque da en la pierna. También es poco o nada frecuente tener unos asientos sin reglajes eléctricos en un coche cuya versión básica cuesta 50 000 € y menos aún que la regulación de la inclinación de los respaldos, sea por un lazo textil del que hay que tirar para desbloquear el mecanismo, un sistema que hace difícil ajustar con precisión la posición de la espalda.
Pero alguno de estos detalles queda justificado por la que puede ser la mayor baza del Wrangler para algunos usuarios, la posibilidad de modificar la carrocería para convertirlo en algo más que un descapotable (imagen). El cableado visto de las puertas está pensado para que estas se puedan extraer con facilidad; se saca una tapa de plástico junto a la puerta, se desconecta la conexión eléctrica que hay tras ella y solo resta quitar el tornillo de la bisagra (que está en la parte exterior de la puerta).
También hay aspectos mejor resueltos que en el predecesor. Antes, al abatir el parabrisas sobre el capó, se perdía el retrovisor interior; ahora, esté va unido a la barra antivuelco, que obviamente es fija, y sigue siendo útil tras mover el parabrisas. Jeep también ha eliminado el espacio que había entre las barras antivuelco y el techo, un lugar en el que no era raro meter la mano y hacerse daño.
Pero además de quitar las puertas y abatir el parabrisas, algo poco prático, lo más interesante es que en el Wrangler se puede extraer el techo para convertirlo en un descapotable.
Hay tres tipos de techo. Dos son de lona. Uno de estos es el más sencillo posible: la lona se puede retirar parcialmente (imagen) o simplemente quitar del coche. El otro está disponible únicamente en la variante de cinco puertas. Sólo es de lona la parte del techo, no los laterales de la carrocería, y se puede recoger hacía atrás, en varios pliegues, tras pulsar un botón (tarda unos 20 segundos). En este caso, además es posible extraer los paneles traseros (donde van las ventanillas del maletero).
El tercer techo es uno rígido de fibra. Está compuesto por tres piezas: dos son las porciones que quedan por encima del conductor y el pasajero; la tercera, el resto del techo y las paredes laterales de las plazas traseras (en la versión de 3p) y del maletero. Las dos primeras se sacan con mayor facilidad que antes porque el cierre de tornillo (al que había que dar muchas vueltas) ha sido sustituido por uno igual a los otros tres (de palanca). La tercera porción es grande y pesada, y requiere ser manipulada por al menos dos personas.
He probado el Wrangler con el segundo y tercer techo. El segundo me parece más práctico porque es mucho más sencillo disfrutar de la faceta de descapotable. No hay nada que desmontar ni hay que buscar sitio a esas piezas en el coche (no hay ningún espacio destinado en el coche para guardarlas sin que estorben). A cambio, a velocidad alta, se escucha más ruido en el habitáculo.
El Wrangler de tres puertas tiene unas plazas traseras con muy poco espacio para las piernas (66 cm) y un maletero pequeño, con solo 203 litros de capacidad. El del Land Cruiser de tres puertas tiene 381 litros y el del Montero, 290 l (ficha técnica comparativa).
La carrocería de cinco puertas también tiene menos espacio detrás (tabla comparativa) y menos maletero, pero en este caso la diferencia con las variantes equivalentes de las alternativas mencionadas es mucho menor (ficha técnica comparativa).
La posición al volante es un poco mejor que antes y todos los mandos se encuentran y manejan con facilidad. Los conductores más altos no ven bien la parte superior del cuadro de instrumentos porque, inexplicablemente, la oculta el marco superior. El cuadro puede ser, parcialmente, una pantalla. Incluso con el techo abierto y sol en el exterior, la información que muestra se ve bien. Hay dos tamaños para la pantalla del sistema multimedia, la más grande ss la misma que tiene, por ejemplo, el Grand Cherokee y su funcionamiento es correcto.
Los plásticos que quedan más a la vista, los del salpicadero, no dan sensación de lujo pero sí tienen buen aspecto y no hacen ruidos al circular por terrenos rotos. Lo que sí suenan son algunas piezas del techo.
El portón del maletero se puede abrir parcialmente porque está dividido en dos piezas: una hoja metálica en la parte inferior y la luneta. Para abrir la primera hay que hacer lo propio con la segunda (imagen). La luneta no se puede abrir independientemente porque choca con la rueda de repuesto (imagen). Esta sigue colgada del portón, pero ahora va colocada un poco más abajo y molesta menos al mirar por el retrovisor interior. En su soporte va instalada, por primera vez, una cámara para ayudar en las maniobras. La resolución de la imagen que capta es buena (imagen).
En el maletero no hay una bandeja ni una cortina para cubrir el equipaje. Existe un pequeño espacio bajo el piso del maletero donde guardar algunas cosas en la carrocería de cinco puertas; en la de tres, solo está con el equipamiento Sport, ya que en los otros hay un altavoz de graves ocupando ese espacio (imagen; en los cinco puertas, el altavoz va en un lateral del maletero). También hay unos alojamientos específicos para los tornillos que hay que quitar si se sacan las puertas y el techo duro.
En el suelo del habitáculo hay unos tapones (imagen) para poder evacuar el agua si se moja el interior del coche, bien por la lluvia, bien por un vadeo o bien porque se lave con la manguera (sí, se puede mojar). Opcionalmente, se pueden pedir unos interruptores (integrados en la consola; imagen) para conectarles elementos auxiliares (focos de largo alcance, por ejemplo); con esta opción, el alternador es de 240 A y la batería de 700 A.