Hyundai ha conseguido que el nuevo Tucson transmita una agradable sensación de calidad en el interior. Hay plásticos de tacto blando en las zonas que quedan más a mano —partes superiores del salpicadero y las puertas— y el diseño es limpio y moderno, con los mandos ubicados donde uno espera encontrarlos.
Lo que menos me convence es el uso de plástico negro brillante en la parte central del salpicadero y la consola; este se ensucia con la grasa de los dedos y se raya con facilidad por el contacto con llaves o relojes de muñeca, por ejemplo. Y como hay que toquetearlo porque los mandos del climatizador y otros elementos están en estas superficies, lo habitual es que esté con marcas de los dedos y polvo.
El puesto de conducción es confortable. El asiento recoge bien el cuerpo y las rodillas no quedan a la altura de ningún canto de la puerta ni de la consola. Los parasoles tienen una pieza de plástico que se puede extraer para que cubra toda la ventanilla cuando se ponen en esa posición.
La instrumentación por pantalla se ve bien si la luz incide directamente sobre ella y sus posibilidades de personalización son escasas. Se puede elegir entre cuatro diseños, pero no configurar dónde se muestra cada información. Otros modelos, como el SEAT Ateca, tienen una instrumentación de pantalla más configurable, que puede mostrar, por ejemplo, el mapa en grandes dimensiones, con el resto de información superpuesta sobre él.
La función Blind View Monitor me parece un gran acierto: al accionar un intermitente para cambiar de carril, se muestra en el indicador circular del lado correspondiente la imagen que capta la cámara del retrovisor. Hyundai dice que esta imagen muestra un área dos veces mayor que el retrovisor exterior. El funcionamiento es muy bueno, la imagen es de buena calidad y el sistema permite realizar la maniobra con mayor seguridad.
La pantalla central es nueva en Hyundai. Funciona de forma fluida, responde muy bien a los toques con los dedos y los menús están diseñados de manera lógica. Otro acierto son los menús de configuración (hay muchas cosas que se pueden ajustar a voluntad) ya que aparece una explicación de cómo funciona lo que se está modificando y no deja lugar a dudas.
La superficie táctil que queda por debajo de la pantalla central sirve para manejar el sistema de climatización y para acceder a los menús principales del sistema multimedia. Responde bien, pero no presenta ninguna ventaja funcional frente a una opción con botones mecánicos y sí la desventaja de que es necesario fijarse más en el lugar al que se dirige el dedo. Con botones y ruletas se puede prestar más atención a la carretera mientras se manipulan los mandos. El climatizador puede tener ajuste independiente de la temperatura de tres zonas y cuenta con un modo llamado «Difuse» que distribuye el aire de forma más homogénea por el habitáculo (el aire, además de salir por las salidas de aire convencionales, también sale por una zona agujereada que hay delante del acompañante) y por el espacio que hay entre la instrumentación y la consola.
Hyundai también prescinde de la palanca de cambio (en las versiones automáticas) en el nivel de equipamiento Style. En este caso, unos botones de gran tamaño sirven para elegir las posiciones D, N, R y P. Lo cierto es que tras una semana no me ha parecido una solución mejor ni le he encontrado ventajas, más allá de las posibles estéticas o de ahorro de costes.
Por anchura, tres personas no muy corpulentas podrían viajar con relativa comodidad en las plazas traseras del Tuscon, aunque, eso sí, la central es mucho más incómoda porque la banqueta tiene un mullido durísimo y el respaldo aloja un reposabrazos, también duro. De acuerdo con nuestras mediciones del interior, este Tucson es uno de los coches más amplios entre sus alternativas.
El acceso a la segunda fila es cómodo, bien sea para sentarse o para colocar a un bebé en su sillita. Las puertas abren mucho, casi 90 grados, y eso permite colocarse sin problemas para sentar a un niño y colocarle el cinturón.
Estos asientos no se pueden adelantar o retrasar, una posibilidad que existe en otros modelos y que permite configurar a voluntad el espacio para los pasajeros traseros y el equipaje. En cambio, la inclinación de los respaldos sí es variable desde la vertical hasta unos 30 grados. La posición vertical descarta casi por completo ir sentado en los asientos, pero puede ser de utilidad si en alguna ocasión hay que introducir un bulto grande en el maletero y no se puede renunciar a las plazas de esta segunda fila. Como el túnel central apenas abulta, no es un estorbo grande para colocar los pies si alguien va colocado en la plaza central ni es un obstáculo si se quiere pasar de un lado a otro.
Las ventanillas de esta fila no son grandes por la línea ascendente de la cintura del Tucson. A la altura de los ojos de un niño pequeño lo que hay es el guarnecido de la puerta. Como es habitual, los anclajes Isofix solo están en los asientos de los laterales; no van enmarcados en plástico, por lo que colocar una silla no es tan cómodo, por ejemplo, como en un Volkswagen Tiguan. En los respaldos, que son de plástico, hay unos revisteros y en las puertas, un portabotes pequeño y un hueco donde se puede dejar un móvil o un juguete pequeñito. El cinturón de la plaza central se recoge en el techo. Al final de la consola hay unas salidas de climatización orientables y, en las versiones más equipadas, mandos y una pantallita para seleccionar la temperatura en esta parte del Tucson, además de unas cortinillas en las ventanas. En estas versiones más costosas, el pasajero trasero de la derecha puede desplazar el asiento del copiloto hacia delante para ir más cómodo mediante unos botones en el lateral del mismo; estos botones también son útiles si el conductor quiere mover dicho asiento.
Además de los espacios comentados en la segunda fila, el Tucson tiene los siguientes espacios para dejar objetos: dos portabebidas entre los asientos, un cajón bajo la pantalla central, huecos en las puertas, un reposabrazos que hace de tapa a un cajón de grandes dimensiones y unos pequeños huecos ganados en laterales de la parte baja de la consola. También hay hasta cuatro tomas USB (dos delante y dos detrás), dos tomas de 12 V (delante y en el maletero) y una zona de recarga inalámbrica. Si se deja un teléfono cargando y abre la puerta del coche, un mensaje avisa al conductor para que no se lo deje olvidado.
El maletero tiene un aspecto cuidado. Me parece destacable la bandeja que hace de piso y que oculta el doble fondo, porque no es endeble y tiene una moqueta que parece de calidad. Esta bandeja queda a ras del borde de carga, lo que facilita sacar objetos voluminosos o pesados. La capacidad de carga es grande y varía según la versión. Va de 546 litros a 620 (listado).
Hay argollas para sujetar una red y palancas para abatir los respaldos traseros sin tener que ir a hacerlo desde los propios asientos. La bandeja se enrolla y se coloca desplazándose por unos carriles, lo cual facilita su uso. Tan sólo hay un punto de luz, que está en el lado izquierdo del maletero. Un segundo punto al otro lado o en el portón sería útil.
El portón tiene, en la versión que hemos probado, apertura y cierre motorizados. También función manos libres (desconectable) que lo eleva automáticamente si el portador del mando está tres segundos cerca. Es posible configurar la velocidad de apertura en dos niveles y la altura a la que queda el portón.