El Hyundai Santa Fe me ha parecido un buen coche para viajar. El habitáculo está bien aislado tanto del ruido como del estado del asfalto, dos cualidades que contribuyen a que los trayectos largos no resulten especialmente fatigosos.
Comparado con un turismo, la conducción del Santa Fe es menos satisfactoria si se trata de ir rápido por carreteras en las que hay que cambiar de dirección con frecuencia. No es que se trate de un coche torpe pero sí le cuesta más cambiar de trayectoria, más o menos como a la mayoría de todoterreno de características semejantes.
En mi opinión, la suspensión contiene adecuadamente los movimientos de la carrocería para tratarse de un vehículo alto y evita la sensación de que la carrocería quede flotando en los cambios de rasante. También logra transmitir al conductor mucha confianza porque cuando se frena con el coche en una curva, algo que puede suceder por un error de apreciación del conductor, por un imprevisto o al practicar una conducción ágil, no reacciona con brusquedad ni tiende a salirse de la trayectoria.
He probado el Santa Fe con el motor Diesel de 150 CV pero no con el otro, el de 197 CV, así que no tengo referencias para aconsejar uno sobre el otro. El de 150 CV me ha parecido suficiente para un uso normal, tan solo he echado en falta más potencia a la hora de adelantar en carreteras en las que hay que ocupar el carril del sentido contrario, especialmente cuando están en pendiente ascendente. Esta impresión queda confirmada por nuestra medición de 80 a 120 km/h (prueba que simula un adelantamiento; tabla comparativa), donde el Santa Fe 2.0 CRDi de 150 CV consigue un tiempo peor que el de la mayoría de alternativas que hemos probado.
Comparativamente, las recuperaciones en marchas largas son mejores gracias a la buena respuesta del motor desde pocas revoluciones. Esto es evidente al conducir, ya que la fuerza del motor a bajo régimen permite prescindir de reducciones de marchas que en otros modelos son necesarias para ganar velocidad o, incluso, para evitar que el motor se cale o que el coche avance a tirones.
Cuando está frío, el ruido del motor se oye con claridad pero conforme va ganando temperatura disminuye hasta pasar prácticamente desapercibido durante un viaje. El funcionamiento es suave y sin asperezas.
En nuestra prueba de consumo —un recorrido de ida y vuelta por autovía de 144 km, conduciendo con suavidad y buscando una media real de 120 km/h— ha gastado 7,4 l/100 km (ya corregido el error del ordenador), un consumo contenido para un coche de su tamaño y peso.
La dirección es quizás el punto más mejorable por lo asistida que está y la poca información que transmite. Esto es así en cualquiera de los tres ajustes posibles (imagen) que el conductor puede seleccionar desde un mando ex profeso, ya que aunque el nivel de asistencia varía no lo hace la cantidad de información que le llega al conductor.
Los faros con lámpara halógena —los que tiene el nivel de equipamiento Klass— dan una luz muy amarillenta, que contrasta mucho con la que emiten los faros con sistemas de iluminación mediante xenón o tecnología LED. A pesar de ello, me ha parecido que alumbran razonablemente bien, especialmente en largas.