El Fiat 500 1.2 GLP dejó de comercializarse a comienzos de 2020. Con esta versión se puede disponer de una autonomía elevada a un coste relativamente bajo. Funciona tanto con gasolina como con GLP y con cualquiera de los dos carburantes consume poco. Para amortizar el coste extra respecto a la versión que sólo admite gasolina, de 1500 euros (ficha comparativa), hay que recorrer unos 60 000 kilómetros empleando exclusivamente el gas para moverse. Si se hace con la autonomía combinada de ambos carburantes hasta apurar los dos depósitos, amortizar esos 1500 euros requiere recorrer unos 135 000 kilómetros (al coste medio de ambos carburantes en octubre de 2019: 1,37 €/l de gasolina de 95 octanos y 0,72 €/l de GLP). Cuanto mayor sea la proporción de kilómetros que se realizan con GLP, más pronto se amortizará.
Según el consumo que hemos obtenido (del que hablamos más abajo), por cada cien kilómetros el Fiat 500 1.2 GLP tiene un gasto medio de 5,98 euros si se usa GLP y 8,49 euros si se usa gasolina de 95 octanos. Esto es debido al menor coste del gas, puesto que en volumen el consumo es mayor que el de gasolina debido a su menor densidad energética.
Todo lo que contamos sobre la dinámica del Fiat 500 en las Impresiones de conducción es aplicable a esta versión. El motor es básicamente el mismo al de la versión 1.2 que sólo admite gasolina, con pequeños cambios para mejorar la durabilidad (en los asientos de válvulas). No varían ni el peso ni las prestaciones homologadas por Fiat. Sin embargo, según nuestras mediciones las prestaciones de esta versión han sido claramente peores.
Donde no hay prácticamente diferencia en prestaciones es entre emplear uno u otro carburante. Para pasar de 80 a 120 km/h, el Fiat 500 1.2 GLP ha necesitado 15,3 segundos, tanto con gasolina como con gas. Lo mismo ocurre en las recuperaciones. En todo caso, para su potencia son unas cifras normales si se tiene en cuenta lo que hemos dicho en el párrafo anterior, que la versión sólo de gasolina fue mucho más rápida (0,7 segundos más veloz en la aceleración de 40 a 80 km/h y 1,7 s de 80 a 120 km/h). También fue mejor en capacidad de frenada, pese a que el tamaño y el modelo de las ruedas es el mismo (Goodyear EfficientGrip 195/45 R16). En esta tabla comparativa de prestaciones están recogidos los datos obtenidos y enfrentados a los de otros turismos pequeños de potencia equiparable.
El 500 es un coche sencillo de usar y la implementación del GLP no hace que esto cambie. Fiat ha eliminado el ordenador de viaje en lugar de reprogramarlo para que muestre los datos de consumo de ambos carburantes, al igual que ocurre en el Fiat Tipo 1.4 GLP. Por tanto, la única forma de medir las diferencias de consumo es con el kilometraje hecho tras rellenar ambos depósitos.
El llenado se realiza en ambos casos por el mismo sitio. Fiat ha añadido, junto a la boca de gasolina, una toma adicional para el GLP, que requiere roscar un accesorio metálico que cuando no se usa se guarda en una funda de tela, por ejemplo en la guantera. La esquina en la que va ubicada esta toma, dentro del mismo receptáculo bajo la tapa del depósito de carburante, obliga a tener cuidado para para no hacerse daño en los dedos al poner y quitar el accesorio. Además, al menos en nuestro caso, había que apretar con fuerza la rosca para que el gas no se fugase durante el repostaje (es fácil saber que se produce una fuga por el ruido que produce y porque el GLP tiene un olor característico, bastante desagradable, debido a los aditivos que se le añaden para que sea fácil de detectar). No es fácil de asir en esa posición para apretar tan fuerte la rosca, sobre todo para quien tenga las manos grandes.
Con el coche en marcha no se percibe ninguna diferencia entre circular usando gasolina o GLP. Ni el sonido del motor cambia, ni aparece ningún tipo de indicador en la instrumentación. El cambio de uno a otro carburante se hace pulsando un botón que hay en la consola central, por delante de la palanca selectora del cambio (imagen), que tiene una escala de ledes para indicar el nivel del depósito de GLP (el indicador de nivel de gasolina es el de siempre, en el cuadro de instrumentos; imagen). Las dos posiciones del botón están indicadas con una G, para el gas, a la izquierda y el icono de un surtidor a la derecha, para la gasolina. Cuando el depósito de GLP está lleno, todos los ledes lucen en verde. Conforme se vacía, van cambiando a naranja.
Una vez agotado el depósito de GLP, todas las luces quedan en naranja y el indicador de uso de carburante se vuelve a encender en el lado de la gasolina, aunque la posición seleccionada sea la de GLP. Este paso se produce automáticamente, sin que el conductor se percate durante la marcha.
La autonomía aproximada que es posible obtener con los dos depósitos llenos está comprendida entre los 700 (en autovía, a ritmo ligero y cargado) y los 850 kilómetros (en uso relajado, a ritmo de carretera), de los cuales aproximadamente el 45 % se pueden hacer con GLP y los restantes con gasolina.
En nuestro recorrido de consumo habitual por autovía, a una media de 120 km/h, el Fiat 500 1.2 GLP ha gastado 6,2 l/100 km durante la prueba con gasolina y 8,3 l/100 km al repetirla con GLP. Esta diferencia significa gastar 2,58 euros (un 30 %) menos por cada cien kilómetros de un mismo viaje si se usa GLP.