En términos generales, el Logan es un coche cómodo y su conducción suave y agradable en la mayoría de circunstancias. Tiene una suspensión blanda que absorbe bien las imperfecciones de la carretera pero que es incapaz de contener los movimientos de balanceo y cabeceo de la carrocería que se producen al entrar en una rotonda o al circular rápido por carreteras de curvas. A pesar de ello, sus reacciones son muy previsibles y el control de estabilidad, que forma parte del equipamiento de serie, entra en funcionamiento de manera muy efectiva ante la más mínima pérdida de trayectoria.
En ciudad es especialmente agradable de conducir porque la altura del puesto del conducción (más elevado de lo normal) proporciona un buen control visual del perímetro de la carrocería y porque el motor responde con rapidez y fuerza a los movimientos del acelerador. En autopistas y vías rápidas transmite al conductor una grata sensación de seguridad y control, aunque cuando hay viento lateral fuerte obliga a estar haciendo correcciones con el volante continuamente.
El aislamiento acústico del habitáculo quizá sea el aspecto menos conseguido del vehículo. A partir de unos 100 km/h, el ruido del aire en contacto con la carrocería y, sobre todo, el de rodadura, obligan a elevar ligeramente el tono de voz para mantener una conversación con los ocupantes. El ruido del motor, aunque perceptible, pasa mucho más desapercibido.
La dirección tiene asistencia hidráulica y, en general, tiene un buen tacto. Sin embargo las 3,2 vueltas del volante entre topes (que es mucho) obligan a estar moviendo el volante más de lo habitual a la hora de aparcar o realizar maniobras a baja velocidad. La caja de cambios, de cinco velocidades en todas las versiones, tiene un funcionamiento correcto, con unos recorridos muy largos y bien definidos, aunque con un tacto poco agradable.
Hemos probado en profundidad el Logan con el motor Diesel de menor potencia. Es un motor turboalimentado de cuatro cilindros con 1,5 litros de cilindrada y 75 caballos de potencia máxima. Con él, el Logan es un coche muy agradable de conducir porque sale bien desde parado, tiene fuerza desde muy pocas revoluciones (unas 1600 rpm) y permite circular con agilidad por todo tipo de vías. Además es suave en su funcionamiento y las vibraciones llegan muy atenuadas al volante y, en menor medida, a los pedales.
Según nuestras mediciones, ha sido más rápido de lo habitual entre los modelos de tamaño y potencia similar. Ha necesitado 9,6 segundos para acelerar desde 80 hasta 120 km/h, un tiempo menor que el de muchas de sus alternativas con motores más potentes, como el Ford Fiesta 1.6 TDCi de 95 CV (9,8 segundos), el Citroën C3 HDI de 92 CV (10,7 segundos) o el Opel Corsa 1.3 ecoFLEX de 95 CV (10,2 segundos). De hecho, ha sido incluso más rápido que el Dacia Sandero con el motor dCi de 90 CV (necesitó 10,0 segundos en la misma medición), algo que tiene una difícil explicación porque la diferencia de pesos entre ambos modelos, aunque existe, no es muy abultada (ficha técnica comparativa).
Con las mediciones de recuperación pasa algo similar: es más rápido que todas sus alternativas con motores de potencia similar (75 CV) y está más cerca de aquellas que tienen en torno a 90 CV.
Además de hacer del Logan un coche rápido (en relación a su potencia), el motor consume poco carburante en prácticamente cualquier situación. En esta ocasión, debido a la ausencia de ordenador de viaje y a obras en distintos puntos de la calzada, no hemos podido reproducir con exactitud las condiciones habituales de nuestro recorrido para comprobar el consumo. En este caso el recorrido fue de 145,2 km a una media de 113 km/h (en lugar de 143,3 km a una media de 120 km/h) y necesitó 5,4 l/100 km, un consumo inferior al que obtuvimos en nuestro recorrido habitual con un Ford Fiesta 1.6 TDCi de 95 CV (6,1 l/100 km) o con un Renault Clio dCi de 90 CV (5,7 l/100 km) y similar al de un Opel Corsa 1.3 ecoFLEX de 95 CV (5,3 l/100 km) o un Volkswagen Polo 1.6 TDI de 90 CV (5,3 l/100 km). Un Peugeot 208 e-HDi Blue Lion de 68 CV consumió sensiblemente menos (5,0 l/100 km).
En el salpicadero, junto al volante, hay un botón que activa el «ECO Mode» (imagen), un sistema que modifica la respuesta del motor y de la climatización. Según Dacia, al pulsarlo se puede obtener una reducción en el consumo de carburante de hasta el 10%. No he comprobado si la reducción (si la hubiera) alcanza dicha cifra, pero sí he notado que la respuesta del motor con el sistema conectado es mucho más suave y al coche le cuesta más ganar velocidad, sobre todo en marchas largas.
Mi compañero Pablo David González condujo brevemente el Logan con el motor de gasolina 0,9 TCe de 90 CV (que no está a la venta en España) durante la presentación del modelo a la prensa. Estas fueron sus impresiones: «es un motor con un funcionamiento satisfactorio que tiene una buena aceleración entre 4000 y 6000 revoluciones por minuto. La única diferencia que pude apreciar es que el sonido procedente del escape se escuchaba con mayor claridad en el habitáculo del Logan que en del Sandero».
El sistema de frenos del Logan está compuesto por discos ventilados en el eje delantero y tambores en el trasero. En nuestra medición habitual, que simula una frenada de emergencia desde 120 km/h hasta detenerse por completo ha necesitado 54,4 metros, una distancia normal que lo sitúa en la parte intermedia de nuestra tabla comparativa de frenadas. La sensación que transmite en las frenadas es buena, mantiene bien la trayectoria y además admiten un uso intensivo continuado sin que la capacidad de deceleración descienda notablemente o el tacto cambie demasiado.
El sistema de alumbrado del Logan no me ha parecido bueno. La iluminación de corto alcance tiene un haz ancho y suficientemente largo, aunque poco uniforme. Al conectar las luces largas, las cortas se apagan, dejando sin iluminar la zona que está justo delante del coche.