Citroën C5 2.2 HDi 136 cv (2001) | Buen puesto de conducción, salvo por el asiento
Casi todos los aspectos relacionados con el puesto de conducción están bien hechos, salvo el asiento. La relación entre asiento, volante y pedales es adecuada a personas muy distintas; hay quien preferiría un volante menos inclinado. Desde la posición más baja del asiento, no se atisba nada del capó, lo que puede dificultar las maniobras a algunas personas.
La instrumentación es más abundante de lo usual, porque tiene un práctico indicador de nivel de aceite; el cuentakilómetros y el velocímetro son casi exactos. En el ordenador no hemos visto diferencias de consumo mayores de dos décimas con el consumo real (no siempre por exceso o por defecto). Es posible apagar toda la instrumentación salvo el velocímetro, lo que reduce la iluminación interior y evita distracciones de noche.
Las salidas de ventilación están bien colocadas y es posible renovar bien el aire sin ruido de ventilador y sin que la corriente dé necesariamente en la cara o las manos. El climatizador funciona bien en condiciones normales pero, como sólo tiene salidas de aire hacia las plazas traseras bajo los asientos delanteros, a veces hay que hacer retoques a mano para que los de ocupantes de atrás no pasen calor o frío (según dé el sol o no).
Lo peor del coche es el asiento. Es extremadamente blando y tampoco tiene una forma que recoja el cuerpo; como agravante, nuestra unidad de pruebas tenía un cuero resbaladizo. En las curvas a derecha más o menos se puede uno sujetar presionado sobre el apoyo del pie izquierdo (lo que al final puede cansar, si se viaja rápido mucho tiempo). Pero en las curvas a izquierda no hay nada que hacer sino agarrarse al volante, porque la consola central queda lejos para apoyar ahí la pierna sin forzar la postura.